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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

10
Mar
2011

Ateos y creyentes imbéciles

9 comentarios

Escribe André Comte-Sponville: “Si os encontráis a alguien que os diga: ‘Sé que Dios no existe’, no se trata en principio de un ateo, sino de un imbécil. Y de igual modo ocurre cuando os encontráis a alguien que os dice: ‘Sé que Dios existe’. Es un imbécil que tiene fe, aunque no se lo reprocho en modo alguno, y que, tontamente, toma su fe por un saber, lo que constituye un doble error, tanto teológico (la fe es una gracia pero el saber no) como filosófico (pues se confunden dos conceptos diferentes: la creencia y el saber)”.

La creencia no es incompatible con el saber. Eso no lo discute el filósofo. Pero sí parece decir que la creencia no es un saber. No estoy del todo de acuerdo. A no ser que se restrinja el saber al conocimiento científico. Pues la creencia es un tipo de saber, un modo de conocimiento, que no está basado en la evidencia, pero que tiene sus motivos, sus razones serias y convincentes.

Dicho esto, las palabras citadas sugieren una distinción previa entre creyente y no creyente. Es la distinción entre fanatismo y fe; el fanatismo suele presentarse como dogmatismo, se expresa con afirmaciones absolutas; la fe siempre es razonable. El creyente tiene sus razones, aunque sabe que su fe no se deduce de la razón. Por este motivo el creyente sabe que cree. Puesto que sabe que cree, sabe que su fe no puede imponerse y, menos aún, defenderse con violencia; la fe sólo puede proponerse. El fanático, por el contrario, cree que sabe. Y como cree que sabe no necesita escuchar a los otros, ni reflexionar, ni interpretar, ni confrontar sus saberes (u opiniones) con otros saberes (u opiniones). El fanático confunde la fuerza de la pasión con la claridad de la verdad.

Que Dios exista o no exista, no es un axioma matemático. No es demostrable. Es razonable y justificable. La cuestión es quién ofrece explicaciones más convincentes, y quién manifiesta mejor coherencia entre su vida y su fe (o su no fe).

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Juanjo
11 de marzo de 2011 a las 10:14

En ese sentido, yo entiendo, igual que con la obediencia, que la fe no puede ser ciega. No se puede creer cualquier cosa, si no aquello que tenga "buenas razones” de credibilidad. Quien cree es un hombre razonable.
Dejando ahora la sempiterna cuestión de los peligros extremos de navegar entre la credulidad y el racionalismo, le fe en Dios representa una cuestión vital. Para muchos la más decisiva. Para mí al menos.
La clave la encuentro, en un hombre histórico, Jesús de Nazaret que nadie, con un mínimo criterio puede negar, pero que si creo que es realmente enviado de Dios, si soy capaz de fiarme que es el enviado del Padre, resulta que es quien me dice realmente quien es y como es Dios.
Y precisamente es la razón; mi escucha, mi observación atenta, mi atención a su vida, la lectura esmerada del evangelio, de todo ello saco una deducción, todo me lleva de forma congruente “lógica” y convergente a la capacidad de tender puentes entre ese Jesús histórico y el Cristo de la fe.

JM Valderas
11 de marzo de 2011 a las 10:51

No creo, amigo Martín, que las palabras de Comte sean axiomáticas, apodícticas. Brillantes´, sí. Y el brillo suele ser compañero del espejismo. A mí me parece que, en línea de principio, la existencia de Dios es racionalmente demostrable. A veces perdemos de vista lo que ya en la edad media constituyó todo un reto: dicha demostración. Cuando los autores se apoyaban en los milagros, por ejemplo, glosaban la expresión paulina "signa data infidelibus non fidelibus". Y los "infieles" sólo atendían a razones naturales. Otra cosa es que no sepamos poner al día las cinco vías. Porque santo Tomás se basa en una ciencia hipocrático-aristotélica y una teoría metafísica de las causas asimismo del Estagirita, y a nosotros nos cuesta traducir a conceptos nuevos las ideas de necesidad y contingencia, de orden y finalidad. Pero otros lo hacen. Tu compañero de blog y profesor de la Universidad de Valladolid, Sixto Castro, acaba de traducir un libro que me parece ha publicado ya la editorial San Esteban. Evidentemente resulta cómodo subirse al carro de la indemostrabilidad de la existencia de Dios, hoy conducido por autores de prestigio, como el propio Ayala y muchos que se autodenominan teólogos. A la postre, sin reflexionamos con honradez, lo que estamos haciendo es asimilar la existencia de Dios a una cuestión de emoción o sensibilidad, que, como tales, pueden justificarse o racionalizarse, pero que no tienen mucho que ver con el quid de la cuestión. No es fácil acudir al vacío cuántico o a la singularidad para traducir lo de necesario y contingente, a la cosmoquímica para relacionarla con el orden, o ahondar en el concepto de finalidad sin caer en falsas ideas de diseño. No es fácil, pero habrá que hacerlo, quizá buscando otras categorías hoy predominantes (la de información). ¿Cómo?

Catequeta
11 de marzo de 2011 a las 11:53

El hombre que busca a Dios descubre ciertas "vías" para acceder al conocimiento de Dios. Se las llama también "pruebas de la existencia de Dios", no en el sentido de las pruebas propias de las ciencias naturales, sino en el sentido de "argumentos convergentes y convincentes" que permiten llegar a verdaderas certezas (Catecismo de la Iglesia´Católica, número 31).

JM Valderas
11 de marzo de 2011 a las 13:28

La filosofía no es ciencia experimental. La teodicea es la parte de la filosofía que se ocupa de la religión y, por tanto, de la demostración de la existencia de Dios. El método experimental de la ciencia es el hipotético-deductivo. Las demostraciones son, en su ámbito, aproximaciones, expuestas siempre a la posibilidad de falsación. La filosofía parte de la ciencia para analizar su coherencia interna, la racionalidad de sus hipótesis, tesis, etcétera. Afirmar que las pruebas experimentales no son las filosóficas es un truismo. Las vías hablan de causas y otras categorías metafísicas (necesidad, contingencia, orden, finalidad, etcétera) que trascienden el ámbito de la ciencia experimental. La ciencia estudia los sistemas y su comportamiento. El físico teórico, por ejemplo, estudia la singularidad inicial y su evolución, no el por qué se produjo. El cosmólogo no se ocupa de la finalidad (del sentido) del cosmos, sino de su proceso inflacionario y el fin que le espera de acuerdo con la energía (conocida u obscura) disponible. Sólo la metafísica nos lleva al por qué del mundo, del hombre, al por qué existe cuanto existe. Y ese porqué cuya última respuesta es Dios es accesible desde la razón. Y a los caminos de accesibilidad les llamamos vías.

camino
11 de marzo de 2011 a las 18:21

P. Martín en la cuestión (que señalas al final)
“La cuestión es quién ofrece explicaciones más convincentes, y quién manifiesta mejor coherencia entre su vida y su fe (o su no fe)”.
Veo dos partes y opino que,
La de las explicaciones convincentes, os toca sobre todo a vosotros profesores y doctores.
El manifestar mejor coherencia entre la vida y la fe, (para todos los seguidores de Jesucristo) es un tema a revisar sobre todo en este Tiempo de Cuaresma, pues nuestro Modelo Jesucristo que es AMOR, vive dando siempre amor, y al final de su vida da la mayor prueba del mismo entregando su vida por nosotros. Por eso puede pedirnos: “Amaos los unos a los otros cómo yo os he amado”
“Él que obra en nosotros el querer y el obrar”, nos conceda seguir creciendo en la Fe que gratuitamente nos ha regalado

Oscar
12 de marzo de 2011 a las 00:04

Me parece que todo el asunto estriba en el sentido que se da a las palabras. En concreto al verbo saber. Si saber es estar convencido, entonces yo estoy convencido de que Dios existe. Si saber es una evidencia o una demostración de tipo matemático o científico, entonces no sé, más bien creo que Dios existe. Pero se trata de una fe razonable (tal como dice el blogger o Juanjo), más aún, una fe por la que muchos se han jugado la vida.

josemaría esteve i pallarés,op
12 de marzo de 2011 a las 16:39

¡Con tanto sabio,cuantos ateos hay a nuestro alrrededor!
El ateismo,puede ser que sea,la hora de las tinieblas que prepara el alba de una nueva luz.
Los discípulos tienen que atravesar la noche de la cruz y enterrar a Jesús para que despunte en su conciencia que algo nuevo está en medio de ellos.
Ateo es el que no puede llegar a más......
Dios es tambien el creador de la noche..........y de la nada Él sigue haciendo grandes cosas.

lo religioso, ateo, espiritual
13 de marzo de 2011 a las 08:44

Una conocida periodista y novelista a la pregunta de si es religiosa responde que " no le cabe Dios en la cabeza". Y yo me pregunto ¿Qué Dios es ese que puede caber en cabeza humana ? ¿ Un Dios-humano, de bolsillo ? No confundir con el Dios hecho Hombre : Jesucristo.
Y prosigue la conocida periodista-novelista entrevistada hoy en rotativo de tirada nacional : " sin embargo no creer en Dios no quiere decir no ser espiritual. Lo espiritual es una de las facetas más hondas del hombre, tener un impulso de trascender la propia nimiedad y reunirse con el todo. Yo eso lo tengo. Soy religiosa en el sentido ateo y espiritual."

Y este es uno de los signos de esta época: muchos se declaran ser a-Theo, de un Dios personal, de un Dios monoteista, y sin embargo espiritual: tener conciencia de pertenecer a algo que nos sobre- pasa. Lo cósmico, el todo como infinito.

¿ No ha llegado el tiempo de recuperar el mensaje cristiano de místicos y profétas como T. de Chardin,Raimon Panikkar, Eckhart, Taulero, de abrirnos a la consideración del Cristo Cósmico,del Espíritu de Cristo Resucitado en el mundo como uno de las vías de acceso al Dios Amor que nos ama y llama a cada uno por su nombre.Los a-theos nos señalan que los cristianos no activamos todos los recursos para transmitir el mensaje cristiano aquí y ahora. Estemos alerta no sea que repitamos errores anteriores como la separación de la teología y la mística. Muchos japoneses de tradición zen -a-thea- peregrinan a Avila siguiendo las huellas de nuestros místicos. Hace años se viajaba a Japón a beber la esencia del zen.

Muchos a-Theos puede que sean la avanzadilla profético-mística de este milenio. Algunos heterodoxos, con el tiempo fueron declarados maestros espirituales. Incluido Santo Tomás de Aquino. Se decide ir directamente a lo espiritual porque lo dogmático se vive como plomo en las alas: impide volar al aire del Espíritu. Estamos a tiempo de revisarlo. Dios nos habla tambien en los a-theos. ¿ No es la teología a-pofática un reflejo en creyente de quienes saben que Dios no cabe en ninguna cabeza, en ninguna proposición teológica ? Ni esto ni esto-otro. El totalmente Otro. Saludos cordiales.

juan garcia
5 de febrero de 2025 a las 16:02

"Ateos y creyentes imbéciles"es una categoría humanna digna de un gran número de representantes. En la actualidad abundan creyentes y no creyentes, Creyentes que no razonan lo que creen, y no creyentes que no quieren darle a Dios lo que le pertenece.Los que no razonan su fe dejan de ser auténticos creyentes (pues la fe es un mensaje que nos viene del hijo de Dios y aceptamos como cierto). Y los no creyentes se declaran no razonables, por lo tanto todavía no llegaron a ser humanos.
"Ateos y creyentes imbécilis" es un título que se aplica a una multitud de gentes, que no piensan en que consiste la fe verdadera. Tener fe no significa conocer de forma apodítica lo que creemos. O sea, el objecto de fe del creyente supera la capacidad de entendimiento del ser humano. Pero eso no es razón para no creer: tanto el creyenye como el ateo desconocen
la naturaleza y la esencia del fundamento de la fe cristiana, pero el creyente basa su fe en la doctrina de Jesús Nazareno en quien cree con todas sus fuerzas.

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