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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
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29
Feb
2012
Cuerpos resucitados sexuados
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Los cristianos “creemos en la resurrección de los muertos y en la vida del mundo futuro”. Las preguntas que provoca esta fe no son siempre fáciles de responder: ¿cómo serán los cuerpos resucitados? En la vida resucitada cada uno reconocerá su propio cuerpo y el de los demás. Será un cuerpo glorioso, sin las pesadumbres del cuerpo terreno, pero con todas las características propias de nuestro cuerpo actual. Al menos, si lo entiendo bien, es lo que dice Tomás de Aquino. Y eso hasta el punto de que Tomás afirma que la sexualidad, en su diferenciación femenina y masculina, es parte integrante de los cuerpos resucitados, porque ella contribuye a la perfección de lo humano.

Ya hablando de la vida en el Paraíso, antes del pecado, Tomás de Aquino había afirmado la consistencia del placer sexual al engendrar. Un placer, decía Tomás, más intenso incluso que en nuestra actual situación de pecado. Del mismo modo que una persona sobria experimenta mayor placer bebiendo vino que una persona alcoholizada, así en una situación de no pecado, el placer sexual sería más intenso. Podríamos hacer esta aplicación: cuando el sexo es expresión de amor se disfruta más y mejor que cuando es simplemente un desahogo biológico en el que la relación personal con el otro importa poco.

Al hablar de la escatología vuelve Tomás a plantearse este tipo de cuestiones. Cierto, “en la resurrección de los muertos, ni ellos tomarán mujer, ni ellas marido” (Mc 12,25). El matrimonio y la procreación son asuntos de este mundo, no pertenecen al futuro escatológico del ser humano. Y, sin embargo, afirma Tomás de Aquino, en este futuro escatológico permanecerá la distinción sexual, porque esta distinción va más allá de lo utilitario, de las necesidades del engendrar, ya que forma parte de la perfección de lo humano. Antes que otra cosa, la sexualidad tiene un significado personal, marca nuestra sensibilidad, nuestro modo de ser, y está orientada a la relación, en la que lo sensible y afectivo es un componente esencial. A partir de ahí se ilumina mejor la vocación cristiana a la virginidad, que no anula lo sexual, sino que lo orienta directamente hacia su auténtica finalidad: el amor. La vida consagrada anticipa y simboliza lo que ocurrirá en el reino de los cielos, en donde todo lo sensible estará únicamente al servicio del amor y de la contemplación divina.

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27
Feb
2012
Las dos alas de lo humano
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Hay una tendencia en la cultura, la filosofía y la religión a buscar dualidades que separan lo que hoy muchos consideramos inseparable. Un mal precedente del dualismo es una corriente de los primeros siglos de nuestra era llamada encratismo. Se trata de un ascetismo que desprecia lo corporal, lo sexual, el matrimonio, y que ve en lo sexual el origen de todos los males; más aún, atribuye a la mujer la culpa de la seducción sexual. Es bien conocido que Platón es uno de los referentes filosóficos del dualismo, con su separación de alma y cuerpo. En su estela una serie de escritos y autores antiguos (por ejemplo Filón de Alejandría) identifican el cuerpo con lo femenino y el alma con lo masculino. La traducción religiosa de este dualismo suena así: Eva es figura de lo corporal y Adán de lo espiritual. Eva es la parte sexual y Adán la parte intelectual. El varón fuerte y la mujer débil, el varón superior y símbolo de la inteligencia, Eva inferior y símbolo de lo sensible. El dualismo macho y hembra se ha asociado a otros dualismos: celeste y terrestre, espíritu y materia, luz y tinieblas, alma y cuerpo, que se resumen en uno: positivo y negativo. Cuando se oponen se destruyen mutuamente.

Debemos cambiar la mentalidad. Y recuperar las dos alas de lo humano, para que juntas se refuercen y podamos volar lejos: oriente y occidente, norte y sur, razón y fe, varón y mujer. El pan y las rosas, el pan de la justicia y las rosas de la dignidad; el pan fruto del trabajo y las rosas signos de belleza. La voz masculina y la voz femenina. El “Adán” y la “Eva” que hay en cada individuo humano. Individuos con su diferente constitución sexual, pero no constituidos por lo sexual, sino por lo humano, que es a la vez masculino y femenino (aunque quizás habría que encontrar otra terminología y otra manera de expresarse, para evitar malos entendidos y confusiones). Lo humano es a la vez justicia y gratuidad, trabajo y descanso, derecho y deber, servicio y amor, don y tarea, razón y sensibilidad, necesidad y libertad, donación y acogida, actividad y recepción, cuerpo y espíritu, animal y ángel, finito e infinito, terreno y celestial, y ya puestos, humano y divino. Y en cada persona, sea del sexo que sea, estos elementos se encuentran bastante equilibrados.

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24
Feb
2012
Bautismo para "otra cosa"
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Bautismo para “otra cosa”. Para otra distinta de la que debe servir el bautismo, signo de la fe, de conversión, puerta de entrada en la Iglesia. A veces sirve para contentar a los abuelos, otras para cumplir con una costumbre; también se bautiza, y además en un determinado lugar, “porque a mí (a la madre) me bautizaron aquí”. Ofrezco dos motivos nuevos por los que se bautiza “por otras razones” distintas de las verdaderas. Estos dos casos podrían optar a ocupar los primeros puestos de la “sin razón”.

El primer caso se sitúa en Cuba, en el contexto de la santería, religión practicada por los antiguos esclavos africanos y sus descendientes, y extendida por muchos lugares de América. No conozco bien el tema, pero sí puedo decir que, en muchas ocasiones, se requiere para convertirse en santero o santera el estar bautizado por un sacerdote católico. Así se comprende lo que me contaron en Cuba: que algunas personas van a solicitar el bautismo en la parroquia católica, enviados por los santeros, con el único fin de convertirse en santero o practicar determinados ritos santeros. Algunos párrocos, cuando un adulto solicitaba el bautismo, empezaron a no dar nada por supuesto, y preguntaron por los motivos de tal solicitud. La actitud de estos párrocos mereció la desaprobación de instancias superiores, que ordenaron “bautizar de todos modos”. Se ve que estas instancias quieren presentar buenos números para engrosar el anuario pontificio.

El segundo caso ha ocurrido en España, en el contexto de las primeras comuniones que, como es bien sabido, se han convertido, en algunos casos, en una fiesta social, en la que no importa demasiado la fe en la eucaristía. Dado que algunos niños y niñas matriculados en Colegios católicos, que organizan ceremonias de primera comunión, ya no están bautizados, desde hace un tiempo se solicita el certificado de bautismo para admitirlos a la catequesis de primera comunión. Me cuentan el caso de una familia sorprendida de tal petición y empeñada en hacer la fiestecita, para que “su niño” no fuera menos que los otros. Cuando los padres se convencieron de que sin certificado de bautismo no habría fiesta, los catequistas recibieron un certificado de bautismo del niño en cuestión. Pero, ¡oh sorpresa!, la fecha del bautismo era de la semana pasada. O sea, el niño ha sido bautizado con el sólo objetivo de que pueda recibir la primera comunión.

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21
Feb
2012
Miércoles de ceniza: ¿del polvo al polvo?
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El rito de la imposición de la ceniza tiene una estructura sacramental. Consta de un signo y de unas palabras que explican el signo. El signo es la ceniza. El sacerdote puede utilizar una doble fórmula cuando impone la ceniza. La más clásica dice: “recuerda que eres polvo y al polvo volverás”. El polvo es signo de la fragilidad, de la condición mortal de todo ser humano. ¿Significa esto que venimos del polvo y volvemos al polvo? Una cosa es que el polvo sea signo de fragilidad y otra que sea signo de la nada. No venimos de la nada para volver a la nada. En realidad venimos de Dios para volver a Dios. Este polvo, del que está hecho el ser humano, lo ha modelado Dios con gran cuidado y cariño. Y lo modela con una capacidad receptiva: tiene una nariz (Gén 2,7). O sea, capacidad de respirar. Y lo que Dios insufla a través de esta nariz es su propio Espíritu. Dios es como una madre que insufla vida. Para que la vida funcione por sí misma. La vida recibida se convierte en la propia vida del que la recibe. El ser humano respira por sí mismo, tiene su propia autonomía, es dueño de su ser. Al dar vida, Dios independiza y libera.

El Espíritu que Dios ha depositado en nuestra propia vida es prenda de inmortalidad. La vida humana procede de Dios y no del barro, para volver a Dios y no al barro. La creación es el primer momento de una historia de amor por parte de Dios que tiene vocación de eternidad. Porque si todo amor es fuente de vida, el amor de Dios es fuente de vida eterna. Ahí es donde yo veo el sentido de la segunda fórmula de la imposición de la ceniza: “Conviértete y cree en el Evangelio”. El Evangelio nos da a conocer a este Dios madre, del que procede toda vida y quiere acoger toda la vida. Quienes conocen a este Dios, quienes se convierten, o sea, se vuelven hacia él, viven la alegría de saberse en buenas manos.

La ceniza del próximo miércoles no es signo de muerte, es recordatorio del lugar de dónde venimos: de las manos de amorosas de Dios. Estas manos poderosas son la base de nuestra esperanza, porque ellas no sólo nos sostienen, también nos conducen hacia la vida y nos acogerán en el día de nuestra resurrección. Inaugurar el camino hacia la Pascua es vivir de una esperanza cierta, que no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.

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19
Feb
2012
La curia vaticana da que hablar
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Últimamente está apareciendo un goteo de filtraciones desde y sobre la Curia vaticana, unas más creíbles que otras, aunque todas apuntan a lo mismo: maniobras, ambiciones, ánsias de poder. Lo más desagradable es que tales luchas por el poder tienen como trasfondo la suposición de que, por un motivo o por otro, al Papa actual le queda poco tiempo. Estas noticias, sean bulos, suposiciones, deducciones, filtraciones o informaciones serias, hacen daño a los de dentro y escandalizan a los de fuera. Sin duda, un poco de prudencia y de recato vendrían muy bien. Pero lo mejor sería que no hubiera motivos para el recato. En la Iglesia, en sus instituciones y en sus miembros, todo debería ser reflejo de Cristo y, por tanto, la transparencia tendría que ser deseada, querida y buscada. Al imponer el birrete a los nuevos cardenales el Papa les dijo: “renuncien al estilo mundano del poder y la gloria”; y también: “sirvan a la Iglesia con transparencia”. En este sentido viene bien recordar que, casi en cada página del Evangelio, Jesús nos advierte contra las dos amenazas más serias que se oponen al reino de Dios: el afán de dinero y la ambición de poder.

San Pablo decía a los cristianos de sus comunidades: “sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo”. Ante la pregunta de cómo ser un buen discípulo de Cristo, todo cristiano debería responder: “haz como yo”. Sí, eso es lo que decía San Pablo: “Sed imitadores míos”, porque al ser yo imitador de Cristo, en mi vida se refleja de forma concreta lo que es un cristiano. Si no puedo decir: “haz como yo”, es que tengo que revisar seriamente mi vida cristiana y mi compromiso con el Evangelio. Solo si empezamos por convertirnos nosotros, por vivir evangélicamente nosotros, podremos ser una invitación para los demás. Y los que tienen más visibilidad eclesial deberían ser los primeros convertidos. No resulta alentador leer que el periódico de la Santa Sede se refiere al Papa como “un pastor rodeado de lobos”. Como creyente manifiesto mi extrañeza ante situaciones eclesiales poco edificantes, aunque estoy convencido de que el primero que necesita convertirse soy yo. Efectivamente, si el desacuerdo con el escándalo ajeno no se traduce en una llamada a mi propia conversión, es un falso escándalo.

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17
Feb
2012
Mensaje cuaresmal del Papa
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Creo que no se ha notado suficientemente la importancia dada por Benedicto XVI a la vida teologal. Tres de sus más importantes documentos están dedicados a estas virtudes conexas, inseparables e intercambiables: sus encíclicas Deus caritas est (sobre la caridad) y Spe salvi (sobre la virtud de la esperanza); y la carta apostólica Porta fidei, que ofrece interesantes reflexiones sobre el acto de fe. Ahora, en su mensaje para la cuaresma del año 2012, el Santo Padre dice: “el fruto de acoger a Cristo es una vida que se despliega según las tres virtudes teologales”. Y apoya esta afirmación en uno de los muchos textos del Nuevo Testamento que se refieren a esta “santa triada” (así la calificaba Clemente de Alejandría). El texto citado es Heb 10,22-24: se trata de acercarnos al Señor “con corazón sincero y llenos de fe” (v. 22), de mantenernos firmes “en la esperanza que profesamos” (v. 23), con una atención constante para realizar junto con los hermanos “la caridad y las buenas obras” (v. 24).

Una vez que ha quedado clara la importancia de la vida teologal, en la que consiste la santidad del cristiano, el Papa, en su mensaje cuaresmal, insiste en la virtud de la caridad, plenitud de lo teologal, pues en ella confluyen la fe y la esperanza. La caridad “todo lo cree y todo lo espera”, decía Pablo a los corintios. La caridad, ante todo y sobre todo, se dirige a Dios. El es el máximo bien que debe ser amado y que nos hace felices. Pero la caridad tiene una dimensión antropológica, pues el prójimo no sólo es imagen de Dios, sino sacramento y presencia de Dios. El encuentro con el prójimo es un encuentro con el Dios presente en todo ser humano. De ahí que Benedicto XVI insista en la necesidad de ser “guardianes” de nuestros hermanos, porque “el otro me pertenece”, guardianes los unos de los otros, estableciendo relaciones caracterizadas por el cuidado recíproco.

Este cuidado se refiere al bien físico y material de cada ser humano. Pero hay también una responsabilidad espiritual para con los hermanos. En este contexto el Papa recuerda la importancia de la corrección fraterna. Me parece un buen recordatorio, porque esta corrección no va en una sola dirección. Sólo tiene sentido en un clima de fraterna igualdad. Todos debemos aceptar ser corregidos. En este terreno no hay “superiores eclesiásticos”. Incluso ellos deberían ser los primeros en dar ejemplo, aceptando la corrección fraterna.

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14
Feb
2012
El retorno de Adán al Paraíso
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Hay toda una literatura judía y cristiana antigua que ve en el pecado de Adán un pecado de debilidad. Eso le hace digno de compasión y misericordia. En esa literatura encontramos una idea que, poco a poco, se ha ido ocultando con la emergencia de la doctrina del pecado original tal como la formuló San Agustín, a saber, que Adán ha sido reintegrado por Cristo mismo al Paraíso. Hasta el punto de que la Iglesia oriental le coloca, junto con Eva, entre los santos de su calendario litúrgico. Con todo, hay que decir que San Agustín, a pesar de la radicalidad de su doctrina del pecado original, mantiene discretamente la creencia en la salvación de Adán, impresionado como está por una tradición antigua bien establecida. Hay incluso una leyenda, de la que san Jerónimo es testigo, que cuenta que Adán murió en Jerusalén y está enterrado en el lugar mismo donde Cristo fue crucificado, conocido como Calvario o calavera, porque allí estaba el cráneo del primer humano. De este modo las gotas de la sangre de Cristo que caían de la cruz lavaron los pecados del primer Adán.

A este respecto es llamativo que, en varios números del Catecismo de la Iglesia Católica, aparezca el tema de la salvación de Adán. En el número 769, reproduciendo un pasaje del Vaticano II, se dice: “todos los justos descendientes de Adán, desde Abel el justo hasta el último de los elegidos se reunirán con el Padre en la Iglesia universal”. Y en el número 1167, hablando del sentido del domingo, se cita este texto de la liturgia siríaca de Antioquia: “Bendito es el día del domingo porque en él fueron abiertas las puertas del paraíso para que Adán y todos los desterrados entraran en él sin temor”. Finalmente, en el número 635, hablando del descenso de Cristo a los infiernos (=lugar de los muertos) se dice que allí Cristo fue a buscar a nuestro primer padre, “a librar de sus prisiones y de sus dolores a Adán y Eva”, “yo, tú Dios, que por todos los que han de nacer de ti, me he hecho tu Hijo”.

La salvación de Adán es el símbolo de la salvación de toda la humanidad. Como dice Ireneo de Lión, no sería razonable que aquel que ha sido herido por el enemigo (= el Diablo) no fuera salvado por Aquel que ha vencido al enemigo, y sí fueran salvados los hijos que él ha engendrado. Porque Cristo es el salvador de todos, sin excepción.

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12
Feb
2012
¿La manzana de Eva o la viña del diablo?
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Esta historia fantasiosa de que Eva mordió una manzana en el Paraíso proviene probablemente de una confusión en la traducción del latín. Fruta en latín se dice “pomum”; el plural de pomum es poma, de donde viene “poma” en catalán, “pomme” en francés y manzana en castellano; también es posible que la confusión sea debida a un mal juego de palabras entre malus, mal, y malum, manzana. Sea lo que sea, hay que reconocer que esta fantasía de la manzana ha resultado afortunada. En todo caso en la zona donde se supone que estaba el paraíso no había ese tipo de árboles. Más interesante resulta otra historia sobre el árbol del paraíso, que encontramos en un texto apócrifo antiguo, el tercer libro de Baruc. Según este libro, el árbol del que comieron Adán y Eva fue una viña, plantada por el Diablo, que tomó forma de serpiente. Por ser una obra diabólica, el Señor maldijo la viña y prohibió a Adán que la tocara. Este árbol prohibido y, sobre todo su fruto, que es el vino, es el principio del mal.

Según el tercer libro de Baruc, el diluvio destruyó a la humanidad pecadora. Sólo se salvo el justo Noé. ¿Por qué entonces sigue habiendo pecado, si todos los pecadores fueron aniquilados? El diluvio arrancó la cepa de la viña y la sacó del Paraíso. Noé la encontró, y al plantar la viña y sobre todo usar del vino, repitió el pecado del primer hombre. De hecho, el libro del Génesis (9,20) presenta a Noé como el primer vinatero. Dios, por medio de su ángel, advierte a Baruc: “los hombres que hoy beben de manera insaciable el vino que proviene de la viña, cometen una transgresión peor que la de Adán, se alejan de la gloria de Dios, y se entregan ellos mismos al fuego eterno. En efecto, nada bueno viene de él”. Y continúa enumerando todos los males que derivan del exceso de vino.

Se trata evidentemente de un relato mítico y simbólico que trata de presentar el vino como una invención diabólica y alertarnos de sus males. Posiblemente proviene de medios encratitas (=continentes, moderados), unos herejes cristianos de la primera época, que prohibían el uso de la carne, del vino y se oponían al matrimonio. Pero es un relato interesante que tiene su parte de verdad: el alimento y la bebida sostienen la vida; pero su uso inmoderado no da más vida, conduce a la muerte.

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9
Feb
2012
La Eva inferior y el negro Caín
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Los mitos sobre la inferioridad de la mujer provienen de la noche de los tiempos. Uno se pregunta si, al menos en algunos casos, sigue siendo de noche a este respecto. Pero no me interesa ahora el tema por sí mismo, sino para hacer notar algo que me parece significativo y poco conocido.

El libro de los Jubileos (escrito en torno al año 100 a.C. y que tuvo influencias en la primitiva cristiandad), en un relato paralelo al del libro del Génesis sobre la creación y el pecado, subraya la inferioridad de la mujer respecto al varón ya desde los inicios. Eva debe esperar 80 días antes de entrar en el Paraíso, mientras que Adán sólo debe esperar cuarenta. Este relato recuerda los ochenta días que, según el libro del Levítico (12,2-5), la mujer permanece impura después de haber dado a luz a una niña, mientras que, si el que nace es un niño, la mujer permanece impura sólo durante cuarenta días. Cuando leía estos datos recordaba que Aristóteles sostenía que el feto se convierte en “humano” a los 40 días de su concepción si es masculino, y a los 80 si es femenino, lo que llevó a los filósofos medievales a afirmar que el alma se infundía a los cuarenta días en el feto varón y a los ochenta en la hembra.

Completo estos datos con otros de un libro un poco posterior al de los Jubileos, el libro de Henoc, que también influyó en los primeros cristianos. Según este libro, los hombres son representados por toros y las mujeres por becerras. El primer toro es Adán, y es blanco. Su hijo Set se parece a Adán, también es blanco. Su hijo Abel es rubio. Y su hijo Caín es negro. ¿De qué color es Eva? No se dice explícitamente, pero sí se dice que aparte del rubio Abel y del blanco Set, engendró muchos más hijos y todos fueron negros, como Caín. Según algunas tradiciones Caín es presentado como hijo de Satanás, llamado el Negro. Aquí tenemos otro mito primitivo, en el que a la inferioridad de la mujer se junta la maldad y perversidad de lo negro. Es bueno conocer estas historias para saber de donde venimos y para preguntarnos a dónde vamos.

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7
Feb
2012
El culpable no fue Adán, sino Caín
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Para que la afirmación del título sea del todo exacta habría que añadir: el culpable fue Caín según dice el libro de la Sabiduría. A veces leemos los textos bíblicos aislados del conjunto de la Biblia. Ocurre incluso que privilegiamos unos y olvidamos otros. Eso nos impide tener una perspectiva amplia de los problemas. De ahí la importancia de una buena teología, que procura hacer una reflexión teniendo en cuenta todos los datos, no sólo de la Escritura, sino también de la tradición.

El relato del Génesis que cuenta el pecado de Eva y de Adán es de sobra conocido. Quizás ya no son tan conocidos otros textos del Antiguo Testamento que, al hablar del mismo tema, ofrecen matices nuevos y distintos. Voy a ofrecer dos ejemplos. El libro de Ben Sirá o Eclesiástico, que tiene tendencias misóginas, cuando narra el pecado del origen se olvida del varón y sólo habla de la mujer: “por la mujer empezó el pecado, y por su culpa todos morimos” (25,24). Pero lo más sorprendente es que, cuando habla de la creación del ser humano, se refiere a la muerte como algo natural y no como causada por el pecado (17,1.30). En el capítulo 17,1-10 describe la creación en términos optimistas, sin referirse a ningún pecado. ¡Sorprendente silencio!

El libro de la Sabiduría, cuando habla de la creación del ser humano, sí que habla del pecado primordial, pero de forma sorprendente: “La Sabiduría protegió al primer hombre, padre del mundo; creado solo, lo rescató de su caída y le dio poder para dominar todas las cosas” (10,1-2). Se subraya la bondad de Dios, que levanta al hombre, como si su caída se debiera a su debilidad. Es llamativo que responsabilice a Caín de la perversidad de la humanidad: “De la Sabiduría se apartó el criminal iracundo y pereció con su furor fratricida. Cuando la tierra fue inundada por su culpa, la sabiduría la salvó, conduciendo al justo en una humilde tabla” (10,3-4). Lo que parece decir este libro es: la culpa fue de Caín, no de Adán. Y cuando la tierra se lleno de maldad por su culpa, Dios salvó a la humanidad, representada por el justo Noé.

He ofrecido unos sencillos ejemplos para notar que las perspectivas bíblicas son complejas y no se pueden simplificar. De ahí la importancia de una buena teología que tenga en cuenta las perspectivas bíblicas globales, y sepa ofrecer la doctrina de modo apropiado a nuestros contemporáneos. En el caso de la doctrina del pecado original las dos cosas son muy necesarias.

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