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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
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25
Mar
2012
La familia desconocida de Jesús
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Tengo la impresión de que, ahora que se acerca la semana santa, encontraremos en los suplementos dominicales de los periódicos noticias más o menos llamativas sobre Jesús. Sospecho que, como en años anteriores, el tema estrella será el lienzo de Turín, sobre el que en otras ocasiones ya he manifestado mis reservas. Para no hablar de futuros, que a lo mejor no ocurren, hablo de presente. El último número de la revista “muy interesante” titula, en su portada: “La familia (desconocida) de Jesús” y dedica cinco páginas a informar sobre esa desconocida familia. La verdad es que los datos que ofrece son sobradamente conocidos. Otra cosa es la interpretación que hacen de esos datos, que también es conocida, aunque en bastantes aspectos no podamos compartirla. Pero no se trata de no compartirla por motivos de fe, sino sencillamente por motivos históricos.

En un artículo breve, como los que ofrezco en este blog, no es posible discutir cada una de las interpretaciones que ofrece la revista, pero sí poner algunos ejemplos. Decir, sin ningún argumento, que el libro de los Hechos de los Apóstoles es un fraude histórico, me parece mucho decir, sobre todo cuando algunos de sus datos están confirmados por otras fuentes no cristianas. Calificar los relatos de la infancia de Lucas y Mateo de “imaginativas historias” es no entender nada de géneros literarios ni de hermenéutica de textos. Eso sí, en un recuadro ofrecen, sin decir de donde lo sacan, el argumento de John P. Meier para (¡oh sorpresa!) decir que Jesús no estuvo casado. El argumento es sencillo: a la vista de los datos abrumadores sobre la parentela y las amistades de Jesús que ofrece el Nuevo Testamento, el silencio sobre su esposa resulta cuando menos extraño.

La mayor parte del artículo de “muy interesante” está dedicado a los “hermanos y hermanas de Jesús”. Es un tema sobre el que se ha escrito mucho. Voy a ofrecer, sin poder entrar a fondo en el asunto, lo último serio (insisto: serio) que he leído: la expresión “hermano” de Jesús no habría que entenderla a partir de los relatos de la infancia, sino a partir del grupo post-pascual, reunido alrededor de la familia de Jesús o dentro del ambiente de las primeras comunidades cristianas. De modo que la expresión “hermano” de Jesús podría ser incluso una especie de título honorífico. Insisto: ni entro ni salgo en esta interpretación que me parece nueva o, al menos, poco conocida, pero les informo de lo último serio que he leído.

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23
Mar
2012
Diversión para escapar del vacío interior
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Los hombres prefieren la caza a la presa, el movimiento a la quietud, la diversión al silencio, porque tienen miedo a pensar. Pensar es la nueva penitencia de hoy. Y nadie quiere hacer penitencia. Lo que hoy está de moda es: “no piense, no hable, tan solo diviértase”. Y su traducción eclesial en algunos ambientes es: “no piense, no hable, tan solo obedezca”. Hoy nadie se plantea preguntas y, menos aún, preguntas de esas que obligan a pensar: ¿de dónde vengo, a dónde voy, qué voy a hacer con mi vida, tiene sentido la enfermedad o la muerte? Y también: ¿qué significa eso que creo, cuál es el sentido de los artículos de mi fe? Para pensar se requiere un espacio de tranquilidad. Pero hoy hay mucho ruido, demasiado movimiento, un activismo desmesurado.

El filósofo francés Blas Pascal analizó “la diversión” como una escapatoria que buscan los seres humanos para no enfrentarse a su vacío interior y al problema de su existencia: “De aquí viene el que sean tan buscados el juego y la conversación con las mujeres, la guerra, los grandes empleos. No es que se sea feliz con ello, ni que la verdadera felicidad consista en tener el dinero que puede ganarse en el juego, sino que se busca el ajetreo que nos divierte y nos impide pensar en nuestra desgraciada condición. Razones por las que se prefiere la caza a la presa”, o sea, pasarnos el día corriendo tras una liebre, porque estando agitados nos olvidamos de la muerte y de las miserias. Así se explica, decía este autor, “que gusten tanto a los hombres el ruido y el jaleo; de aquí viene que el placer de la soledad sea una cosa incomprensible”.

“Toda la desgracia de los seres humanos, afirmó Pascal, proviene de una sola cosa: no saber quedarse tranquilos en una habitación”. Estas reflexiones son un acicate para concienciarnos de la importancia de crear espacios y lugares para el pensamiento y la reflexión, de la necesidad de tener momentos de oración, de encuentros en el Señor, tras cerrar la puerta de la habitación. No para deprimirnos, sino para todo lo contrario: para reconocerle en el silencio y, desde ahí, llenarnos de su presencia para servir mejor a los demás.

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20
Mar
2012
La FIFA (federación internacional de fútbol) es un casino
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Hay cosas que a uno le crean mala conciencia. Confieso que el fútbol me entretiene y que me gusta ver los partidos de algunos equipos. Uno de ellos la selección española, esa que tantas alegrías nos ha dado, incluso a muchos no aficionados al fútbol. Los lectores deben saber que el próximo campeonato mundial se celebrará en Brasil en el 2014. Pues bien, mi hermano de hábito fray Betto (un fraile brasileño conocido por su defensa de los pobres y su compromiso a favor de la paz, famoso por haber publicado un larga entrevista con Fidel Castro) ha denunciado algunos “trasfondos” o bajos fondos que sostienen la organización de la próxima copa del mundo de fútbol, para beneficio de los ricos y sólo de los ricos.

Por ejemplo: las empresas asociadas a la FIFA gozarán de una serie de privilegios, como no pagar impuestos al Estado o tener la exclusiva de venta y comercialización de productos relacionados con el evento. Hay previstas fuertes sanciones para los vendedores ambulantes que hagan “competencia ilegal”. Para mayor gloria del fútbol los municipios se pueden endeudar, más allá de lo que marca la ley, para construir un estadio, pero no para realizar obras de saneamiento; van a sacar de sus casas a casi 170.000 personas, sin garantía alguna de que sean debidamente indemnizadas. Nadie podrá entrar en los estadios con botellines de agua o con bocadillos; habrá que comprarlos dentro a la empresa concesionaria; más aún, durante el campeonato quedará sin vigor la ley brasileña que prohíbe la venta de alcohol en los recintos deportivos, para que una empresa patrocinadora pueda vender su marca de cerveza norteamericana. Las entradas estarán a precios prohibitivos para el ciudadano medio. En una sociedad como la brasileña no se ha previsto ningún tipo de “precios populares”.

La FIFA es un casino, dice fray Betto. En el casino muchos juegan y pocos ganan. Pero el que nunca pierde es el dueño del casino. Una vez más va a ser verdad eso de que no es oro todo lo que reluce; o que la religión-fútbol, además de ser el opio del pueblo, es una trampa para los pobres.

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18
Mar
2012
Vísperas de la visita del Papa a Cuba
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En vísperas de la visita del Papa a Cuba es lógico que aparezcan noticias referidas a la buena relación de la Iglesia con las autoridades cubanas y sus amigos. Destaco dos. Una, el desalojo pacífico por policias desarmados, a petición del Cardenal Ortega, de un grupo de disidentes que habían ocupado un templo en La Habana. Es comprensible que se quieran evitar crispaciones en los días previos a la visita. Hay que recordar que la Iglesia ha ayudado a los disidentes e intercedido por ellos. También es comprensible que las fuerzas opositoras aprovechen todas las oportunidades para hacerse notar, pues algunos opositores temen que la visita papal se convierta en un apoyo al régimen actual.
 

La otra noticia es la carta que el Presidente de Venezuela ha enviado, tras su nueva operación, y antes de dejar Cuba, al Cardenal Jaime Ortega y al nuncio Bruno Musaro, para agradecer la Eucaristía que celebraron para interceder por su salud. Al respecto recuerdo que, tras su primera intervención quirúrgica, el Arzobispo de Caracas presidió una Eucaristía, a la que asistió Hugo Chaves, para dar gracias a Dios por su recuperación. Estos modos de acercamiento a gobernantes que no siempre han favorecido la tarea misionera de la Iglesia, no deberían olvidar que la razón de orar por las autoridades es “para que (los ciudadanos) podamos llevar una vida tranquila y pacífica” (1Tim 2,3).
 

Vivir el día a día en ciertos lugares es complicado. Es la propia gente del país, es la Iglesia local la que mejor conoce la situación y la que sabe qué pasos conviene dar. A mí me merece mucho respeto lo que hacen los creyentes de esos países en los que la Iglesia no siempre lo ha tenido fácil. En Cuba la visita de Juan Pablo II fue beneficiosa para la Iglesia local. Es de esperar que suceda lo mismo con la de Benedicto XVI. Habrá que estar atentos a lo que ocurra “el día después”.
 

Ahora bien, la visita del Papa no es política, sino pastoral. Tengo la impresión de que la visita de Benedicto XVI no ha tenido la misma intensidad en su preparación que la de su antecesor. Quizás porque “la primera vez” moviliza más a las personas. Hablo de preparación pastoral, de sensibilización catequética, de formación religiosa, de animación de lo estrictamente eclesial. Este aspecto es tan importante como el conseguir espacios de libertad para las instituciones eclesiales; espacios que, tras la visita de Juan Pablo II, mejoraron mucho.

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16
Mar
2012
Pergamino catalán en un monasterio gallego del siglo XIV
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Estoy pasando unos días en el monasterio de Valdeflores, en Lugo, acompañando a la comunidad monástica en sus Ejercicios Espirituales. El monasterio data de finales del siglo XIV y desde entonces y sin interrupción (ni siquiera en tiempos de guerra abandonaron la casa) vive, trabaja y reza allí una comunidad de monjas dominicas. Entre las más preciadas joyas del monasterio hay una escultura de Santo Domingo, de los tiempos fundacionales, por lo que se supone que es de las más antiguas, sino es la más antigua que existe sobre el santo fundador. Está colocada en el refectorio de las monjas. Detrás y encima de la escultura, está colgado un cuadro representando la última cena de Jesús con sus discípulos, y debajo de la escena hay una inscripción en letras góticas. Al principio pensé que sería un texto latino y no le presté atención. Pero me llevé una sorpresa mayúscula cuando, después de unos días de ver el cuadro, me acerqué a leer el texto. Está escrito en catalán. Pregunté a las monjas, y las más antiguas del monasterio me dijeron que el cuadro siempre había estado en casa. Y que terminó en el comedor porque era una representación de la santa cena. Pregunté a la archivera por la “edad” del cuadro. No supo qué decirme. Le pregunté luego si sabía en qué lengua estaba el texto. Me dijo que no sabía, que pensaba que era latín. Sin duda, nunca se había preocupado de leer el texto y, por eso, respondió así.
 

Pero se trata de catalán. Ese es el texto literal, con comas y acentos: “Déu i Pare omnipotent q- ens haveu alimentat siau per sempre alabat de tots nosaltres. Amén” (= Dios y Padre omnipotente que nos habéis alimentado, sed alabado por siempre por todos nosotros. Amén). En algunos monasterios se encuentran cosas muy antiguas, algunas de gran valor. El cuadro de la cena, del que les estoy hablando, ni es muy antiguo ni tiene gran valor. Seguramente (es una deducción mía) debe ser un regalo de alguno de los visitantes del monasterio, de alguna persona venida de Cataluña (quizás hace alrededor de unos cien años). Pero lo menos que se puede decir es que es un poco sorprendente. Es un dato curioso, que llama la atención.

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14
Mar
2012
Bendecir
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La palabra castellana “bendecir” proviene del latín: benedicere, literalmente: decir bien. Este “decir bien” va asociado al “desear bien”. El equivalente bíblico, el término hebreo que responde a bendecir es barak (berakah = bendición). Esta palabra une dos realidades: por un lado, expresa la benevolente aprobación de una realidad creada por parte del Creador. Dios bendice, dice cosas buenas de su creación. Por otro lado se refiere a la respuesta agradecida de la criatura así bendecida. Los hombres “dicen bien”, “bendicen” al Creador.
 

Las primeras bendiciones de la historia de la salvación las pronuncia Dios al crear: “Vio Dios que las cosas eran buenas”, que todo estaba bien hecho. El sacerdote propiamente no bendice. Proclama o anuncia que la bendición de Dios se derrama o desciende sobre una persona. Por eso, cuando le decimos a un sacerdote, o a un obispo, o al Papa: “bendígame Padre”, en realidad estamos diciendo: “recuérdeme que Dios me bendice”, o bien: “ayúdeme a enterarme de que Dios me ama”. Según el libro de los Números (6,22-27), esta es la fórmula que los sacerdotes deben emplear para bendecir: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz”.
 

La bendición de Dios significa protección. Pedir la bendición de Dios es cobrar conciencia de que nuestra existencia humana es insegura y está expuesta a riesgos. A pesar de todas las precauciones que tomamos, nunca es posible hallar protección segura para la vida. Por otra parte, pedir la bendición de Dios es un gesto de esperanza, la esperanza de que Dios quiere para nosotros una vida lograda y feliz. Y es también expresión de nuestra confianza en que Dios nos acompaña en todos los caminos de nuestra vida, en los agradables y en los fatigosos.
 

Por lo demás, no debemos confundir la bendición con una fórmula mágica. A este respecto viene bien recordar que una cosa es la desdicha (o sea, la pérdida de una dicha o de un bienestar) y otra la desgracia (la pérdida de la gracia o de la amistad con Dios). Para que la desdicha no llegue a la desgracia, para esto sobre todo actúan la fe, la oración y la bendición.

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12
Mar
2012
Minorías eclesiales
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Si lo pensamos bien, la Iglesia está constituida por “minorías”. Son minoría los que participan activamente en sus comunidades, las animan y tiran de ellas. Minorías de laicos, mujeres y varones comprometidos, con sus grupos y comunidades. Si creemos en la responsabilidad de los laicos, en su “mayoría de edad eclesial”, si los valoramos por su condición de miembros de pleno derecho de la Iglesia, y no porque nos hacen falta, dada la escasez de presbíteros, entonces es fundamental que les confiemos responsabilidades en nuestros grupos y comunidades y que les dejemos asumir plenamente la responsabilidad confiada.

Pero no estaría mal pensar en otras minorías eclesiales que deberían ser motivo de una mejor comprensión e integración. Hoy son cada vez más los que “creen sin pertenecer”. Entre estos cabe pensar en los que se declaran creyentes, pero no están integrados en la Iglesia; si acaso acuden a ella con ocasión de actos sociales, bautismo, matrimonio o exequias. También se puede pensar en los que se declaran creyentes y quisieran vivir más integrados en la comunidad eclesial y parroquial pero, por motivos canónicos o morales, se sienten excluidos. Y finalmente, se puede pensar en los que viven una religiosidad y espiritualidad al margen de dogmas y de la doctrina de la Iglesia, sin conocer adecuadamente el Credo y lo que implica el bautismo. Benedicto XVI ha anunciado un “año de la fe”. Conviene empezar a preguntarse cómo vamos a formar a tantas personas que viven una fe “no formada” y no ven la necesidad de formarse.

Hablando de minorías, no hay que olvidar que el “núcleo duro” de ciudadanos españoles que acuden regularmente a la eucaristía, se sienten parte de la Iglesia y sintonizan con su doctrina moral es una minoría: apenas el 12%. Lo importante no es si somos mayoría o minoría, incluso yo pienso que el cristianismo es para todos, pero finalmente sólo lo acogen minorías. Lo importante es si la minoría que somos vivimos nuestra fe de forma contagiosa y al mismo tiempo respetuosa con los demás. Necesitamos revisar esos dos puntos, el del contagio y el del respeto.

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9
Mar
2012
Los mayores en la Iglesia
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Dios tiene planes para toda persona, independientemente de su edad. No es como estos empresarios que publican anuncios laborales, indicando: “abstenerse mayores de 40 años”. Dios llama a todas horas, como aquel propietario de la parábola, que contrataba obreros para su viña desde la primera a la última hora. Hoy, las personas mayores, si son creyentes, pueden cumplir una misión muy importante: transmitir el Evangelio, con su palabra y su ejemplo. En muchas ocasiones, son ellas quienes anuncian a los nietos la buena noticia del Evangelio y las que les dan ejemplo de vida cristiana.

Por su parte, los responsables de la Iglesia deberían prestar más atención a esas personas mayores. Concentraciones como las de la Jornada Mundial de la Juventud, no deben hacernos perder de vista que los mayores constituyen la mayor clientela de la Iglesia; a la vez son el grupo probablemente más marginado, ya que pastoralmente no se les presta mucha atención. Resulta más gratificante trabajar con jóvenes. Sin duda, hay que hacerlo, porque ellos son el futuro. Pero los mayores son el presente y el cimiento sobre el que se edifica el porvenir. Por eso hay que ofrecerles oportunidad de trabajar en la pastoral, y atenderles mediante una pastoral específica. No se trata de una pastoral de asistencia, sino de una pastoral de aportación y participación activa, si bien teniendo en cuenta cuál es la actividad que mejor pueden desempeñar en su situación.

Hay tres dimensiones importantes de lo humano que la edad va consolidando: la sabiduría, la bondad y la prudencia. Llega un momento en que uno comprende mejor la relatividad de la existencia, descubriendo donde está lo que de verdad importa. En la vejez se manifiesta la verdad más profunda del ser humano, lo que llevamos dentro y había quedado escondido bajo las múltiples caretas con las que disimulamos nuestra ansiedad. De pronto, uno descubre que importa más el amor que el dinero, que la bondad logra más que la fuerza, que dedicar tiempo a los demás y a Dios vale más que el trabajo, que en la vida hemos acumulado muchas cosas inútiles que nos ocupan, pero no nos llenan. Los ancianos son portadores de experiencia, transmisores de tradición, educadores de la fe. Si la transmisión de la fe necesita mujeres y varones dignos de crédito, en los ancianos creyentes y comprometidos los encontramos. Ellos hablan de Dios hablando de sí mismos y así la historia de los hombres se convierte en un relato de Dios.

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7
Mar
2012
Variantes de la tragedia del aborto
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La noticia es horrorosa. De ayer mismo. La resumo sin detalles. Una mujer, después de varios intentos de fecundación in vitro, queda embarazada de gemelos. Embarazo deseado, buscado y querido. Al cabo de 20 semanas uno de los gemelos es clínicamente inviable. Los padres deciden abortarlo y quedarse con el hijo sano. Error médico: se practica el aborto al sano. Lágrimas, dolor, tragedia. Pero claro, son las lágrimas del egoísmo. Queremos hijos sí, pero los queremos guapos, listos, sanos, parecidos a nosotros. Nos proyectamos en ellos. Reaccionamos en función de las gratificaciones que nos dan, en función de su obediencia o de la satisfacción que nos procuran. Y así no hay modo de que nazca el amor. Porque una de las condiciones del amor es mostrarse atento e interesarse por los sentimientos del otro. ¿Cuál era el interés del embarazo de este mujer? ¿El bien del niño o el propio? Evidentemente, no hay amores puros en este mundo. Al amar a los demás, siempre nos amamos, poco o mucho, a nosotros mismos. Pero hay grados y grados de impureza. Hay niveles de egoísmo que terminan en tragedias que van más allá de lo deseado y de lo previsto.

Como contraste voy a contarles otra historia verdadera. Pero no va a salir en los periódicos. Es la de una pareja joven que están esperando un niño. El joven padre cuenta a sus amigos: “faltan dos meses, pero yo ya le hablo de fútbol y de lo guay que se lo va a pasar cuando salga”. Lo mejor es que habla con el niño y le dice: “te amo desde que salió positiva la prueba de embarazo… Te amé más cuando escuché los latidos de tu corazón por primera vez. Te amé desde el mismo minuto que naciste (¡ese padre da por supuesto que nació en la concepción!)… daría mi vida por ti”. El motivo de tanto amor: “cuando tomas la decisión de tener un hijo, le estás dando permiso al corazón para salir de tu cuerpo”.

No sé si el padre me leerá. Puede que sí. Si me lee le pido perdón por contar estas intimidades (pero tranquilo, hombre, nadie que no conozca la noticia por ti, adivinará quién eres). Pero no me resisto a decirles que el amoroso padre no es de los “devotos y practicantes”. El amor no conoce fronteras. Y fuera de las fronteras de la religión también hay mucho amor.

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4
Mar
2012
Lozano y frondoso en la vejez
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Hoy nadie quiere ser llamado viejo. La palabra resulta casi ofensiva, a pesar de que actualmente envejecemos mucho más que antes, gracias a los avances de la medicina. Si convencionalmente la vejez se sitúa a partir de los 65 años, no cabe duda de que hoy la mayoría de los nacidos superan ampliamente esta edad y, entre los que la superan, muchos lo hacen con salud y perspectivas de vida buena. Lejos de considerar que han entrado en una etapa de decadencia, las personas que han cumplido 65 años buscan y encuentran oportunidades para emprender muchas actividades y disfrutarlas más que nunca. Más aún, es precisamente la edad la que permite acumular experiencias que contribuyen a mejorar la calidad de muchos trabajos, sobre todo en el campo de la investigación y la creación (y en consecuencia permite aumentar los ingresos), y la que ofrece mayores oportunidades de conseguir algunos de los puestos sociales más ambicionados (como son aquellos que tienen que ver con el gobierno, desde los niveles empresariales, a los políticos y hasta eclesiales). Aunque no lo dijera en los sentidos que acabo de mencionar, el salmo 91 constaba que en la vejez se puede dar fruto y estar lozano y frondoso.

Cierto, el salmo 91 no se refiere a logros económicos o políticos, sino religiosos. Para el salmista, el que en su vejez sigue dando frutos y está lozano y frondoso es “el justo”, o sea, el que vive de cara a Dios. Y eso con un objetivo: “para proclamar que el Señor es justo, que en mi Roca no existe la maldad”. Si el justo, como dice otro salmo (el 33) es el que bendice al Señor en todo momento, o sea, el que siempre habla bien de Dios, al contrario del impío que sólo habla bien de Dios o de sus equivalentes (la buena suerte, la naturaleza o la vida) cuando los acontecimientos le son favorables, y maldice cuando las cosas le van mal, entonces se comprende que “en la vejez” el justo, tras una larga experiencia de apoyarse en el Señor, de contemplar la vida con amplia perspectiva, sabiendo relativizar muchas cosas, pueda decir: “en mi Roca no existe la maldad”. Después de todo, y a pesar de todo, puedo dar testimonio de que Dios todo lo hace bien y que nunca abandona a los que le son fieles.

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