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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
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2
Feb
2011
Mariachis cubanos para las monjas
8 comentarios

En Cuba hay dos monasterios de vida contemplativa, uno de dominicas. Se fundó en 1688 y ha permanecido ininterrumpidamente hasta hoy. Actualmente hay seis monjas, cinco mejicanas y una cubana. El día del cumpleaños de la priora, mejicana ella, me llevaron al monasterio. Un grupo de seglares, amigos de las monjas, habían preparado una sorpresa para la Priora.

 

Para llegar al monasterio pasamos por delante del antiguo y gran convento de las dominicas, que en 1980 se lo quedó el Obispado para convertirlo en “casa de la Iglesia”. Como compensación entregó a las monjas un convento de redentoristas deshabitado. Luego bordeamos dos cementerios, el chino y el municipal. El municipal fue en un tiempo propiedad del obispado. Allí se conserva una capilla en la que actualmente se celebra la Eucaristía. Más aún, si alguna familia lo solicita, en esta capilla se reza un responso por el difunto. Dejando los cementerios, atravesamos un barrio elegante, en el que vive gente importante. Por fin llegamos al actual Monasterio de las monjas. Cuando ellas se trasladaron allí, en 1980, los domingos iban a Misa 12 personas. Hoy van a la Eucaristía diaria un pequeño grupo de fieles y el domingo se llena la Iglesia. Todos los días celebra un fraile dominico.

 

Entre los amigos de las monjas que habían preparado la fiesta para la Priora, había una mujer frágil, mayor, vestida con sencillez, con una sonrisa permanente y una cara relajada. Una catequista con un famoso apellido. De pronto entraron en el locutorio unos mariachis cantando “estas son las mañanitas”; continuaron con otros cantos mejicanos (Ave María, Méjico lindo y querido, si nos dejan, canta y no llores, y alguno más), para finalizar con el “cumpleaños feliz”. Viendo a aquellos ocho jóvenes profesionales de voz potente, vestidos de mariachis, con guitarrón, violines y trompeta, y viendo la alegría de la gente, de los niños pequeños y de las monjas, me emocioné. Soy un sentimental.

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31
Ene
2011
Relaciones Iglesia-Estado en Cuba
3 comentarios

En el momento de colgar el post que dediqué a la libertad de culto, llegó a mis manos una información publicada por “El País” en la que se decía que la Iglesia y, en concreto, el Cardenal Ortega, se había distanciado de los disidentes políticos debido a que negoció con el Estado la no beligerancia de la Iglesia a cambio de garantizar la libertad de culto y conseguir la devolución de algunos edificios.

 

 Me gustaría hacer tres observaciones a esta información: 1ª) Ha sido la Iglesia la que ha facilitado la liberación de los presos políticos y su posterior acogida por España. Eso del distanciamiento con los disidentes habría que matizarlo mucho. 2ª) La libertad de culto existe desde los años 70. Por tanto, en este terreno lo fundamental ya está logrado. 3ª) La devolución de algunas iglesias y capillas incautadas en su momento plantea más problemas de los que resuelve. Porque no hay suficientes sacerdotes para atenderlas (la media de edad es muy alta y las ordenaciones muy pocas), y porque no hay dinero para emprender las reparaciones y acomodaciones necesarias para que vuelvan a desempeñar su función de lugares de culto.

 

Por cierto, eso de las incautaciones no se debió tanto a una acción directa de fuerza cuanto al abandono, por miedo o por prudencia, de los responsables de esos lugares. Como me dijo un anciano religioso que en el año 1961 se quedó en Cuba, a algunos sacerdotes y religiosos los expulsaron, pero “la mayoría de ellos se fueron sin que los botaran”. Se perdió la propiedad de los conventos porque nadie los habitaba. Algunos lugares nunca fueron decomisados porque hubo quien se quedó en ellos.

 

La situación de la Iglesia en la isla es compleja. En espacios, en los que no es fácil moverse, hay más riesgo de equivocarse. Por lo que yo he visto, con un poco de prudencia y de sentido común, es posible desarrollar una labor evangelizadora sin hipotecas. Como hay muchas cosas por hacer, las posibilidades futuras de la Iglesia son inmensas. Pero no convendría perder, de cara a este futuro, la experiencia de una Iglesia pobre. Porque una Iglesia pobre, en la que no se cobra a la gente ni se reciben prebendas del Estado, es más libre, más creíble y más cercana al pueblo. La tentación de convertirse en una Iglesia “rica para los pobres” siempre está al acecho. Ese no es el futuro que yo deseo para la Iglesia de Cuba. Su presente y su futuro es: ser una Iglesia misionera.

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27
Ene
2011
Centro "Bartolomé de las Casas" en La Habana
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Los dominicos llegaron a Cuba en 1511. Tres años después Bartolomé de las Casas denunció la esclavitud de los indios, pidió perdón por haber sido encomendero y entró en la Orden. A partir de entonces los frailes iniciaron una larga actividad docente e intelectual. Gracias a ellos se fundó la primera Universidad, que estuvo a su cargo durante 114 años, hasta que en 1842 fue secularizada; pusieron en marcha las primeras escuelas, la primera imprenta, la primera biblioteca pública, la escuela de química azucarera en 1909, y en 1919 la Academia de Ciencias Sociales, que logró que el Senado de la República aprobara el Código de Trabajo más avanzado de la época. El actual escudo de la Universidad de la Habana contiene la visión del perro con una antorcha iluminando el mundo, que tuvo la madre de Domingo de Guzmán durante su embarazo.

 

Esta tradición continúa hoy. Todo comenzó con la creación del Aula de Conferencias "Bartolomé de las Casas" (un salón de actos con 200 butacas), que pronto se hizo famoso porque invitaba a conferenciantes de todas las tendencias, extranjeros y nacionales. Hoy, jueves, día 27, para honrar a Sto. Tomás, yo mismo impartiré una conferencia sobre Religión y Ciencia. Se creó luego la biblioteca “Santo Tomás de Aquino”, con sala de lectura, que ofrece espacio para el estudio. Atendida por cuatro bibliotecarios. El año pasado la utilizaron casi 19.000 universitarios.

 

Finalmente ha emergido con mucha fuerza el Centro “Bartolomé de las Casas”. En sus aulas se imparten una serie de masters y diplomaturas reconocidos por distintas universidades de Chile, Argentina y España. La demanda de matrícula supera las posibilidades de las aulas. Algunos de los profesores proceden de la Universidad de La Habana y de las otras que reconocen los títulos. La diplomatura en teología para laicos (30 alumnos), muy apreciada, en la que he sido invitado a dar un curso, está avalada por la Facultad de Teología de San Esteban de Salamanca. Se ofrecen, además, cursos de apoyo y formación para adolescentes: de informática, diseño, lengua española, inglés (1.500 solicitudes de matrícula; desgraciadamente ha habido que seleccionar hasta quedarse con 520 alumnos de inglés; uno de los profesores es presbiteriano), alemán, formación humanística y formación en valores. Una de las niñas del aula de informática aprendía a manejar el Word copiando una página sobre el amor: a la familia, a los amigos, a Dios. Todo gratuito. Eso también es Cuba.

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24
Ene
2011
Libertad de culto en Cuba
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En La Habana hay un convento de dominicos. En 1960 había 25 frailes. Hoy son cinco (cuatro cubanos y un español) y un postulante. Una comunidad parecida a tantas que hay en otros lugares. Llegar y sentirse como en casa es lo mismo. Desde el primer momento reina la confianza y hasta la confidencia. Tienen a su cargo dos parroquias y atienden a otras dos Iglesias situadas en barrios pobres (en las que hay comunidades de religiosas dominicas). En las parroquias, con la vespertina del sábado, se celebran tres Eucaristías dominicales. Me pidieron que presidiera la del domingo por la mañana en la parroquia de San Juan de Letrán. Antes de la celebración, con la Iglesia medio llena, una persona dirigía el rezo del rosario. Cuando empezó la eucaristía estaban prácticamente ocupados todos los bancos. Con gente de todas las edades. Un coro animaba los cantos. La sacristana ayudó a repartir la comunión. No se pasó la bandeja. En el momento del ofertorio los fieles se levantaron y se acercaron al altar depositando lo que buenamente podían. Al acabar la Eucaristía el párroco celebró tres bautizos.

 

La otra parroquia, la del Sagrado Corazón, está cerca del mar. Paseando por el malecón, entré cuando se celebraba la Misa vespertina del sábado. Por la tarde oscurece pronto y acude menos gente que por la mañana: un tercio de bancos ocupados. La Misa tenía acólitos, cantores, y más de la mitad de los asistentes eran adolescentes. En esta parroquia se conservan las partidas de bautismo de un hijo de José Martí y de un hijo de Fidel Castro. Encerradas bajo siete llaves, porque más de un espabilado ha ofrecido bastante dinero por la página original. Las parroquias cuentan con colaboración de los seglares y ofrecen catequesis para niños y adolescentes. Hoy, en Cuba, muchos regresan a la Iglesia que hace tiempo dejaron.

 

El convento es grande. Los frailes viven en el primer piso del edificio. Las habitaciones son humildes, pero espaciosas. Todas dan a una terraza por la que se pasea un perro que da tranquilidad. Hay dificultades con internet. En el año 1994 los religiosos se preguntaron: ¿qué podemos hacer los dominicos en Cuba además de atender a parroquias? Encontraron una respuesta: una oferta de estudio y reconciliación. ¿Para quién? ¡Para todos! Y gracias a la Providencia, traducida en prudencia y paciencia, han creado un centro con futuro. Una maravilla de la que les hablaré en un próximo post.

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20
Ene
2011
Los enredos de los creyentes
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Los lectores del blog saben de mi desacuerdo con el titular que un periódico puso a la reciente catequesis del Papa sobre el purgatorio: “El Papa se enreda con el purgatorio”. El Papa no se enreda. Desgraciadamente, los que a veces nos enredamos con algunas cuestiones doctrinales somos los creyentes. Hay mucha falta de finura en la comprensión de algunas verdades de la fe. Quizás debida a una mala predicación o a una insuficiente catequesis. Tengo la impresión de que bastantes creyentes se hacen una idea excesivamente materialista de las verdades cristianas.

Un buen ejemplo es el tema del infierno y del purgatorio. Nos hacemos problema y preguntas sobre si son lugares de tormento y de fuego, en el caso del infierno un fuego eterno y en el del purgatorio un fuego temporal. Y nos olvidamos de lo fundamental: el infierno es ausencia de Dios y falta de comunión con los hermanos; el purgatorio es un momento de purificación, para así lograr la “pureza de corazón” que nos permitirá gozar del amor de Dios en plenitud. No es un momento triste; es la sorpresa, que deja a uno bastante abochornado y desconcertado, de darnos cuenta de nuestra indignidad y al mismo tiempo de la acogida amorosa de Dios; es, por tanto, un momento de inmensa alegría y de gran esperanza.

Los ejemplos de preguntas materialistas y secundarias que impiden la visión de lo fundamental podrían multiplicarse. ¡Cuánta gente, escuchando el evangelio de la resurrección de Lázaro, en vez de preguntarse qué quiere decir el evangelista, se pregunta si “de verdad estaba muerto o no lo estaba”! (Lázaro es una catequesis bautismal sobre Jesucristo como resurrección y vida) ¡Y cuánta más en vez de buscar el profundo sentido teológico de la encarnación por obra del Espíritu Santo, se pregunta por lo que ocurría en el lecho de los esposos María y José! (La virginidad de María sólo tiene sentido como elemento auxiliar de la cristología). Las preguntas sobre lo accidental olvidan lo fundamental. Pero cuando caemos en la cuenta de lo fundamental, muchas preguntas que nos parecen importantes pasan a segundo plano y dejan de interesar y, por tanto, de hacerse.

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19
Ene
2011
Signos de unidad... "rompedores"
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Llevamos tantos años hablando de ecumenismo y de diálogo interreligioso, que uno se pregunta si podemos dar pasos nuevos. Esta semana está dedicada a la oración por la unidad de los cristianos. La oración es la traducción de la esperanza: el que espera pide y en función de lo que pide se sabe lo que desea y espera. Pero cuando las peticiones no se logran, uno se cansa de pedir. Cierto, Jesús recomienda que oremos sin desfallecer, pero también es cierto que a uno le gustaría ver algún resultado concreto. Si concebimos la unidad como una “vuelta a Roma” por parte de los que se fueron, me parece que lo tenemos muy difícil. Pero si unidad significa ponernos en camino, sin prejuicios, para ver a dónde llegamos, podemos seguir pidiendo la unidad.

Ayer me regalaron un calendario ecuménico, en el que se ofrece la fecha en cinco modalidades de contar los años. Según el calendario gregoriano este post se va a publicar el 19 de enero del año 2011; según el juliano, el 6 de enero del 2011; según el copto, el 11 de Tubah de 1727; según el musulmán el 15 de Egira de 1432; y según el calendario hebreo el 14 de Shvat de 5771. Sueño con que las otras religiones hagan calendarios parecidos, y desde su propia fecha de referencia, ofrezcan la fecha de los demás, para que todos acompasemos el paso. Sueño también con que los líderes de las otras confesiones convoquen reuniones de oración semejantes a la de Asís, y que a estas reuniones asista el Obispo de Roma. Es lógico que en Asís el Papa sea el “centro” de la reunión. En las otras, el centro lo ocupará el anfitrión que se anime a convocarlas.

Las divisiones son cosa de este mundo. Quizás inevitables, pero de este mundo. ¿Por qué no hacer de los acontecimientos del cielo signos de unidad? Allí eso de la santidad no funciona como aquí. Por eso, sería bueno que nos intercambiásemos los santos, y que los católicos pudiéramos apelar un día a la intercesión de Gandhi. Claro que antes habría que dar algún paso interno previo. Por ejemplo, juntar en una misma canonización a Juan Pablo II y a Monseñor Romero. Signo rompedor, sí, pero tan significativo que estoy convencido de que serían más los aplausos que las críticas. Ponernos en camino es hacer gestos concretos. Hay algunos que, si se hicieran, resultarían tan sorprendentes que uno pensaría que hemos acelerado mucho el paso.

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16
Ene
2011
Quince días en La Habana
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Quince días en La Habana podría ser el título de una película. Pero van a ser los días que, a partir del 22 de enero, voy a pasar allí. En un convento de dominicos. Y por motivos de trabajo: un cursillo de diez lecciones, que he titulado: “El ser humano, creado como varón y mujer, a imagen de un Dios que es comunión de personas”. Una conferencia pública el día de Santo Tomás de Aquino en el “Centro Bartolomé de las Casas”. Y dos “conferencias-coloquio” a la Conferencia de Religiosos de Cuba. Me han dicho que la gente asistirá al cursillo con mucho interés y que habrá bastantes jóvenes inscritos.

Voy a cargar con un ordenador. Eso significa que, si las conexiones no fallan, podré colgar algún que otro post. Me llevo dos o tres preparados. A mi regreso quizás sea el momento de contar mis impresiones sobre un mundo que desconozco, pero del que me han hablado muy bien. Conocer gente nueva siempre es una ocasión para abrir horizontes y enriquecerse, para darse cuenta de lo parecidos que somos todos y, al mismo tiempo, de lo mucho que nos necesitamos unos a otros. Uno, a veces, tiene la tentación de pensar que puede aportar algo y, en realidad, lo que ocurre es que recibe mucho de los demás. Recibe incluso sin pretenderlo. Se aprende mucho escuchando las preguntas que otros hacen, o viendo las reacciones que provoca lo que uno dice.

Me voy a trabajar con algo tan humilde como la palabra. En un mundo en el que abundan los ruidos, no es fácil escuchar palabras. No añado palabras con sentido, porque toda palabra auténtica tiene sentido. Por este motivo, los que hemos hecho de la palabra un oficio, tenemos una enorme responsabilidad. La palabra puede dar vida y muerte, de ella procede la bendición y la maldición. Puede ser seductora y aburrida. Una buena palabra no se improvisa. Si es auténtica, está rodeada por el silencio. Del silencio del que primero escucha. Y del silencio del que se calla para volver a escuchar. También la Palabra de Dios procede del silencio y vuelve al silencio. Procede del eterno silencio para hacer accesible en el tiempo el misterio de Dios y regresa al silencio para escuchar con mucha atención nuestra respuesta.

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15
Ene
2011
Boicot a la Misa en la Universidad de Barcelona
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Un grupo de estudiantes, contrarios a que se celebren oficios religiosos en la Capilla de la Facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona han conseguido, mediante acciones de presión inaceptables, que se suspendan cautelarmente las Eucaristías de los miércoles (aquellas a las que asistían más estudiantes y profesores católicos) ante la imposibilidad de asegurar el buen orden en el recinto. Hasta aquí la noticia. Y a partir de aquí algunas reflexiones ingenuas.

En primer lugar me gustaría decir que nunca ha sido fácil ser cristiano. Vivir el evangelio exige “hacerse violencia” e ir a contracorriente. Ya lo dijo Jesús: vosotros no sois del mundo, el mundo os odia. Actualmente, en España y fuera de España, la práctica religiosa no cuenta con apoyo social. Casi deberíamos alegrarnos, porque así quedan claras la libertad del acto de fe y la fuerza de las convicciones de los creyentes. Pero, por otra parte, resulta triste que en una sociedad libre y democrática no se respeten las convicciones de todos y cada uno, siempre que se manifiesten por medios pacíficos y legales.

He escrito y mantengo que a los creyentes nos interesa mucho saber lo que los otros ven y lo que los otros piensan de nosotros. Porque el problema no es el rostro que la Iglesia quiere dar, sino el rostro que en ella se ve. No basta la buena voluntad para dar un testimonio adecuado. No basta con lamentarse porque los otros no nos entienden o nos entienden mal. Es importante saber la imagen que damos, para poder aclarar todo malentendido, y situarnos de forma que los otros vean lo que deben ver. En este sentido sería interesante conocer los motivos, las razones del boicot de la Misa. Para poder ofrecer la adecuada respuesta y aclarar lo que se pueda aclarar.

Si hay motivos, expongámoslos y dialoguemos. Si no hay motivos, entonces estamos ante un acto irracional. Un acto indigno del templo de la razón, del diálogo y de la tolerancia que debe ser la Universidad. La Universidad no puede consentir el triunfo de la sin razón. Ya no por motivos religiosos, sino por motivos académicos.

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13
Ene
2011
El Papa no se enreda con el purgatorio
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El pasado miércoles Benedicto XVI dedicó la catequesis de la audiencia general a santa Catalina de Génova, una santa que dejó escritas unas interesantes reflexiones sobre el purgatorio, que el Papa comentó. Ante mi sorpresa la prensa se ha hecho eco de lo que el Papa dijo, prueba de que el tema interesa. Me ha llamado la atención el titular de un periódico de gran tirada: “El Papa se enreda con el purgatorio”, así como su tratamiento de la noticia: el Papa corrige la doctrina sobre el más allá. El periodista lo mezcla todo y añade que esta catequesis del Papa denota su preocupación por la falta de instrumentos ideológicos con que combatir el pluralismo moral.

Esta sarta de incorrecciones manifiesta dos cosas: una, que el tema interesa; y otra, que hay una visión muy superficial (incluso entre los creyentes) del tema del purgatorio (y también del cielo y del infierno). Lo que ha dicho el Papa no supone ninguna novedad, más bien corrige imágenes inadecuadas del purgatorio como lugar de tormento temporal. En realidad el purgatorio es ya la antesala del cielo, en la que uno entra con gran alegría.  Hay que entenderlo en términos de estado de ánimo o de acontecimiento que embarga la existencia. Y ser sobrios con las imágenes. Por eso la expresión “purificación ultraterrena” es preferible a la de purgatorio.

¿Qué dice Santa Catalina de Génova? La santa habla del purgatorio como un fuego de amor (o una llama de amor viva que diría san Juan de la Cruz): “El fuego del divino amor que ha encendido la gracia en mi corazón”, de modo que “en este horno de amor permanece continuamente unida con el amado”. Por eso “aquella tranquilidad y contento de que gozan los habitantes del cielo pudieran ser también la herencia de las almas del purgatorio, y conciliarse con sus padecimientos”. En suma, Catalina de Génova entiende que el purgatorio es el primer momento purificador de todo encuentro definitivo con el Señor.

Si el primer momento del encuentro con Dios es madurador, purificador y acrisolador, entonces la doctrina del purgatorio es una nueva prueba de que Dios nos ama. El siempre nos ayuda a purificar nuestro amor. Y nos eleva para que nuestro amor responda adecuadamente al suyo, y así podamos sentirnos plenamente en comunión y disfrutar de la siempre renovada e inacabable dicha que es el amor. El purgatorio es el dogma de la esperanza.

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12
Ene
2011
Paradojas del amor cristiano
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Los días 18 y 19 de enero voy a dar un mini-cursillo intensivo en el Centro Arrupe de Valencia. Lo han titulado “paradojas del amor cristiano”. Les adelanto el programa, por si estimula su propia reflexión. Una paradoja es algo así como una idea, frase, expresión llamativa, que choca con lo que se considera verdadero o con la opinión general. Un recurso para llamar la atención sobre alguna situación aparentemente extraña o contradictoria. La paradoja estimula la reflexión y revela la complejidad de la realidad. Me parece que en el amor cristiano aparecen, al menos, estas cuatro paradojas:

1.- Que el amor cristiano sea un mandamiento. Se diría que el amor no se manda, pues brota espontáneamente.

2.- Que el primer mandamiento mande amar a Dios. Se diría que Dios, como soberano señor que es, debe ser adorado, obedecido, temido, respetado. Pero que no es posible amarle, debido a la infinita distancia que hay entre Dios y el ser humano. El amor supone igualdad entre los que se aman. Entre Dios y el hombre reina la máxima desigualdad.

3.- Que el segundo mandamiento, en boca de Jesús, sea semejante al primero. De nuevo topamos con la dificultad anterior. No es posible equiparar a Dios y al ser humano. Suponiendo que sea posible amar a Dios (segunda paradoja) igualar el amor al prójimo con el amor a Dios, parece blasfemo, pues o bien eleva al prójimo al nivel de Dios, o bien rebaja a Dios al nivel del prójimo.

4.- Que se mande amar al enemigo. Eso parece imposible y un atentado contra el sentido común. El enemigo no puede ser amado. Es odiado y temido. En todo caso, el enemigo siempre resulta peligroso y, por tanto, lo mejor es alejarse de él.

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