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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

12
Sep
2016

Woody Allen, los judíos y la resurrección

4 comentarios

En la última película de Woody Allen, “Café Society”, el cineasta pone en boca de uno de sus personajes que los judíos no creen en la resurrección de los muertos. No entro en el fondo del asunto, que sin duda, requiere de muchas matizaciones. Pero aprovecho el dato para recordar algo que suele sorprender, a saber: de la fe en Dios no se sigue que deba darse ninguna resurrección de los muertos. Dicho de otra forma: la fe en Dios no es necesariamente utilitarista. Puede ser hasta gratuita: no te quiero por lo que me das, te quiero porque te quiero. El amor no entiende de intereses; a veces ni siquiera entiende de razones. Hay un soneto anónimo a Cristo crucificado, del siglo XVI, cuyo verso inicial reza así: “No me mueve, mi Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido”.

El evangelio de Mateo nos cuenta que, en tiempo de Jesús, los saduceos, buenos intérpretes de la tradición judía, no creían en la resurrección de los muertos, al contrario de lo que ocurría con los fariseos. Las escuelas judías, en tiempo de Jesús, estaban divididas sobre este asunto. Algunas encuestas actuales ofrecen significativas diferencias entre el porcentaje de quienes dicen creer en Dios y quienes dicen creer en una vida allende la muerte: no pocos que confiesan creer en Dios afirman que no esperan que la vida tenga continuidad alguna más allá de la muerte.

Hay quien afirma que la religión es una falsa salida al deseo de vivir o al rechazo de morir. Para la increencia la esperanza en un Dios que salva de la muerte es ensoñación y proyección de nuestro deseo. Esta respuesta no es aplicable a la religión bíblica. Los patriarcas (Abraham, Isaac, Jacob) eran profundamente religiosos, pero consideraban la muerte como algo natural. La recompensa que esperaban por su fidelidad a Dios se centraba en un larga vida, una numerosa descendencia y la posesión de la tierra. De ahí se deduce una importante lección: no es la esperanza o el deseo el que “crea” a Dios, sino que es Dios quien modula nuestros deseos y suscita nuestra esperanza. La esperanza no es la medida de Dios, sino Dios la medida da la esperanza.

En parte al menos de la revelación bíblica, la existencia de Dios no va unida a la fe en la resurrección. Por tanto, esta fe en Dios no puede de ningún modo considerarse una proyección del deseo del hombre de ser inmortal. Cierto, en el curso de la revelación bíblica aparecerá la fe en la resurrección de los muertos, pero no como proyección del deseo humano de vivir, sino como respuesta de Dios a la fidelidad del ser humano. Poco a poco, el amor de Dios se manifestará más fuerte que la muerte. Con la revelación que Jesús nos hace de Dios, este Amor aparece en todo su poder, esplendor y belleza.

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ivan grillo
13 de septiembre de 2016 a las 03:22

Los que creemos en Dios, esperamos que una vez terminada nuestra existencia en este mundo, con la muerte, ( unica cosa absoluta que nadie ha podido negar ) pasemos al otro, de una dimension desconocida y alli ......... todo lo que se diga de esta vida, de este estado, de esta existencia, es pura especulacion. Nadia ha visto a Dios. Nadie ha regresade del mas alla.
Como dice el poeta: "Desde el principio del mundo, uno viene ... otro va".
Experiencia de la que solo con la muerte cada uno descubrira, para bien o para mal.
La angusta existencial, fue el punto de partida desde donde se comenzo a manipular, la idea de Dios y del mas Alla, sacando un provecho entre sus semejantes.
Nuestra existencia es un accidente. Nadie tiene conciencia de habersele consultado antes si queria hacer parte de este mundo. La partida hacia lo desconocido, no deja de producir cierta incertidumbre y mucha angustia.
ivan

JM
13 de septiembre de 2016 a las 10:48

Woody Allen introduce en sus películas, venga o no venga a cuento, referencias religiosas al judaísmo de sus progenitores. Siempre aparece algún rabino o alusiones a la sinagoga. A menudo para ridulizar su formalismo. No sale mejor parado el cristianismo; de hecho el catolicismo es una de sus bestias negras. En esa misma película que usted comenta el hermano del protagonista es un gángster asesino. Pero peor que serlo es que se ha hecho cristiano en la cárcel. La boutade produce risas en la sala.

Yendo al meollo de la cuestión, mi sugerencia hoy es circunstancial, apoyada en la reflexión sobre el texto del Exodo del domingo pasado, donde Moisés pide clemencia a un Dios airado contra su pueblo entregado a falsos dioses. El pueblo es lo que importa en esa religión. La tierra prometida no es personal. De hecho, muchos no la verán, pero sí el pueblo. Lo que pervive es linaje de Israel, no el individuo.

Anónimo
13 de septiembre de 2016 a las 17:45

Este es un tema aucusiante, verdaderamente muchos creyentes aspiran a esto que llamamos los "bienes eternos", la aspiracion a una eternidad en Dios que con la muerte de Cristo, fue permitida. El encuentro "eterno" con el Padre, el regreso a sus brazos, de donde todos fuimos arrancados por el pecado. Pero en todo este imaginario religioso subsisten una pleyade de arquetipos y lagunas y vacios que solo seran llenados con el amor,cuando nos hacemos discipulos de Cristo. Cristo es el amor, "el amor todo lo espera, todo lo soporta". Cuando nos dejamos envolver en ese amor ya se siente el gozo de la resurreccion aun sin haber muerto a la carne.
Es por esto que no se trata de una religion o de una creencia, el que no viva en el amor, nunca creara en la resurreccion de los muertos.

Jorge O. Baño
14 de septiembre de 2016 a las 03:46

Desearía que el P. Ballester me ayude a reflexionar sobre este tema tan importante.
Le pido desde ya me disculpe si caigo en alguna ingenuidad o error, pero procuro encontrar palabras para un tema difícil, pues como dijo otro comentarista, nadie volvió para contarlo.
Me parece que la esperanza en otra vida después de la muerte está ligada a cómo se la vivió en la tierra. Pero no como premio o castigo, sinó en otro sentido.
Hay personas que tuvieron una vida feliz, rodeados de amor y bienes materiales y pretigio, que están satisfechas con lo que la vida les brindó y que creen que cuando "baje el telón" todo habrá acabado. Pero qué hay con aquellas personas cuyas vidas han sido un permanente sufrimiento, ya sea moral o físico, los muertos inocentes, los abortados, los discapacitados graves, en definitiva, los que en la vida sólo tuvieron sufrimiento y miseria.
Creo que esto es lo que clama, considerando el Amor del Creador por sus creaturas, una compensación de algún tipo más allá de esta vida.
Del mismo modo, se me hace difícil pensar en que todos los que fueron objeto de nuestro amor y toda la belleza de la Creación se diluya en la nada.
Mi esperanza es el reencuentro más allá de esta vida, con todos nuestros seres queridos "alrededor de una mesa" como cuando nos reuníamos en las casas de nuestros abuelos.
Le agradezco su gentileza,y quedo a la espera de sus palabras.

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