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Woody Allen, los judíos y la resurrección
4 comentariosEn la última película de Woody Allen, “Café Society”, el cineasta pone en boca de uno de sus personajes que los judíos no creen en la resurrección de los muertos. No entro en el fondo del asunto, que sin duda, requiere de muchas matizaciones. Pero aprovecho el dato para recordar algo que suele sorprender, a saber: de la fe en Dios no se sigue que deba darse ninguna resurrección de los muertos. Dicho de otra forma: la fe en Dios no es necesariamente utilitarista. Puede ser hasta gratuita: no te quiero por lo que me das, te quiero porque te quiero. El amor no entiende de intereses; a veces ni siquiera entiende de razones. Hay un soneto anónimo a Cristo crucificado, del siglo XVI, cuyo verso inicial reza así: “No me mueve, mi Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido”.
El evangelio de Mateo nos cuenta que, en tiempo de Jesús, los saduceos, buenos intérpretes de la tradición judía, no creían en la resurrección de los muertos, al contrario de lo que ocurría con los fariseos. Las escuelas judías, en tiempo de Jesús, estaban divididas sobre este asunto. Algunas encuestas actuales ofrecen significativas diferencias entre el porcentaje de quienes dicen creer en Dios y quienes dicen creer en una vida allende la muerte: no pocos que confiesan creer en Dios afirman que no esperan que la vida tenga continuidad alguna más allá de la muerte.
Hay quien afirma que la religión es una falsa salida al deseo de vivir o al rechazo de morir. Para la increencia la esperanza en un Dios que salva de la muerte es ensoñación y proyección de nuestro deseo. Esta respuesta no es aplicable a la religión bíblica. Los patriarcas (Abraham, Isaac, Jacob) eran profundamente religiosos, pero consideraban la muerte como algo natural. La recompensa que esperaban por su fidelidad a Dios se centraba en un larga vida, una numerosa descendencia y la posesión de la tierra. De ahí se deduce una importante lección: no es la esperanza o el deseo el que “crea” a Dios, sino que es Dios quien modula nuestros deseos y suscita nuestra esperanza. La esperanza no es la medida de Dios, sino Dios la medida da la esperanza.
En parte al menos de la revelación bíblica, la existencia de Dios no va unida a la fe en la resurrección. Por tanto, esta fe en Dios no puede de ningún modo considerarse una proyección del deseo del hombre de ser inmortal. Cierto, en el curso de la revelación bíblica aparecerá la fe en la resurrección de los muertos, pero no como proyección del deseo humano de vivir, sino como respuesta de Dios a la fidelidad del ser humano. Poco a poco, el amor de Dios se manifestará más fuerte que la muerte. Con la revelación que Jesús nos hace de Dios, este Amor aparece en todo su poder, esplendor y belleza.