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Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

6
Dic
2025

Virgen María, permanente encuentro con Jesús

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inmaculada2025

La vida de la Virgen María fue un permanente encuentro con Jesús. Para todas las madres, el primer encuentro con su hijo ocurre en el momento mismo de la concepción. Allí se produce un encuentro único, personal, íntimo, irrepetible, que seguramente marcará la relación entre madre e hijo durante toda la vida. El encuentro primero de María con Jesús fue con Jesús hecho embrión. Este encuentro tuvo un momento emotivo y culminante cuando el niño salió del seno de María y pudieron tener su primera relación cara a cara, mirándose a los ojos.

Los encuentros de María con Jesús a lo largo de su vida fueron constantes. Siendo Jesús adolescente, peregrinaron a Jerusalén y allí el joven no regresó con sus padres. Estos fueron a buscarle y le encontraron en el templo de Jerusalén. Allí María le hizo un cariñoso reproche: “¿por qué nos has tratado así a tu padre y a mi?”, ¿por qué nos has dejado sin decirnos nada? En este encuentro, María empezó a darse cuenta de que los hijos tienen que hacer su propia vida, su propio recorrido, y que los padres deben dejarles libres, eso sí, acompañando en la distancia y comprendiendo. Son muchos más los encuentros que ocurren entre María y su hijo Jesús a lo largo de la vida de este último, y en bastantes de esos encuentros Jesús vuelve a marcar distancias con las pretensiones de su madre (cf. Mc 3,20-21.31-35; Jn 2,3-4), pero son distancias que no separan, sino que van educando a María y haciéndole comprender el destino de su hijo.

Los encuentros de María con Jesús, durante su vida terrena, terminan al pie de la cruz. Pero se continúan con Cristo resucitado, pues el Resucitado se hace presente en la comunidad, en el grupo de los creyentes, en los que siguen su camino. Y allí, en este grupo, estaba María, acompañada de otras mujeres seguidoras de Jesús, tal como dice explícitamente el libro de los Hechos (1,14). María estaba perfectamente integrada en el grupo de los creyentes.

Como Jesús nunca separa ni acapara, María tiene encuentros con muchos otros que necesitan su ayuda y su consuelo, empezando por su encuentro con su parienta Isabel, recién embarazada, y acabando con su encuentro con el discípulo amado de Jesús, al pie de la cruz. Los encuentros con Jesús siempre nos conducen a los hermanos.

Si María es la mujer del encuentro con Jesús, eso solo es posible en una mujer sin pecado, sin macula. Inmaculada. Pues el pecado siempre separa de Dios y separa de los hermanos. Todos los encuentros son momentos de gracia, pues en todo verdadero encuentro está presente el Espíritu de Dios, a veces de forma inconsciente y otras de forma consciente. El pecado nos hace menos humanos y, por eso, menos amigos. En el mal no es posible la amistad, solo la complicidad.

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