Jun
Veraneo solidario
4 comentariosUna cosa es el verano y otra el veraneo. Veranear es pasar el verano en un lugar distinto del que habitualmente se reside, pero no por motivos de trabajo, sino buscando alejarse precisamente del trabajo. El verano es igual para todos. El veraneo es cosa de privilegiados. Y más en estos tiempos en que la crisis impide a muchos viajar o residir fuera de su casa, aunque tengan un tiempo libre de trabajo, precisamente porque su trabajo está peor remunerado.
Todos necesitamos descansar. Pero en estos tiempos, los que tenemos trabajo y derecho a un tiempo de vacaciones, y posibilidades de disfrutarlas con una cierta holgura, convendría que fuésemos conscientes de que bastantes personas no tienen trabajo y lo están pasando mal. No para quedarnos sin el merecido y necesario descanso, sino para vivirlo con moderación, sin lujos innecesarios, sin viajes costosos. Incluso sería bueno plantearse si el posible ahorro de la moderación no convendría emplearlo de forma solidaria. De este modo el verano sería para vivir. Para vivir los que descansamos y para vivir los receptores de nuestra solidaridad.
En los sindicatos españoles se está hablando de “huelga solidaria”. La idea es: si no haces huelga, reparte un kilo de comida entre los necesitados. Es una extraña huelga, pero es un modo de ser solidarios. En línea similar podríamos hablar de veraneo solidario. No te quedes sin vacaciones, pero emplea ese tiempo en vivir y ayudar a vivir. Activa tu imaginación solidaria. Por ejemplo, hay jóvenes que dedican su tiempo de vacaciones a tareas misionales o a ayudar a personas necesitadas. En esta ayuda ellos dan vida y encuentran vida. Porque el que da amor, en el mismo hecho de darlo, recibe amor.
Yo no pretendo que nadie que tenga posibilidad de tomarse un tiempo de descanso y vacaciones deje de hacerlo. Más aún, mucha gente trabaja durante el verano para poder vivir durante el invierno. Bastantes personas que trabajan en la hostelería tienen contratos temporales. En este sentido hay que favorecer el turismo, porque el trabajo de unas personas y, por tanto, su vida, depende de los viajes y el ocio de otras. Este asunto del veraneo tiene muchas aristas. Una de ellas es que hay gente que vive de la buena vida que otros se pueden permitir.
Los evangelios cuentan que Jesús, en ocasiones, se sentía cansado. Y necesitaba descansar. Incluso dejan entrever que había una casa en la que Jesús era muy bien acogido, por sus amigos Lázaro, Marta y María. Allí debía sentirse tranquilo, relajado, cuidado y mimado. Allí tenía ese lugar que todos necesitamos, ese lugar al que se puede ir sin avisar, porque siempre eres esperado y bien venido. Ese lugar puede ser un signo del domingo sin ocaso en el que la humanidad entera entrará en el descanso de Dios, ese cielo en el que Dios nos espera a todos para ofrecernos las mejores vacaciones, el veraneo sin fin, la fiesta de la fraternidad, donde el amor del Padre y el amor entre los hermanos será la fuente de vida siempre renovada.