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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

3
Jul
2011

Universitarios no ven conflicto entre ciencia y religión

5 comentarios

Un estudio reciente realizado entre universitarios norteamericanos revela que el 70% de los 10.000 encuestados no ven conflicto entre ciencia y religión. Las posibles respuestas eran: 1) están en conflicto (y me considero partidario de la ciencia); 2) están en conflicto (y me considero partidario de la religión), 3) son independientes entre sí (la ciencia y la religión se centran en aspectos distintos de la realidad), y 4) colaboran una con otra (respaldándose mutuamente). El 70 % de los encuestados se inclinaron por las respuestas 3 y 4. Tengo mis dudas de que un estudio similar realizado entre universitarios españoles diera unos resultados tan “alentadores” para la religión.

Me gustaría matizar las dos respuestas por las que se inclinaron los estudiantes. La respuesta “son independientes porque se centran en aspectos distintos de la realidad” se podría matizar así: en algunas ocasiones se centran en aspectos distintos; y en otras se ocupan de la misma realidad aunque consideraba bajo diferente perspectiva. La ciencia y la religión se ocupan del origen del universo y del ser humano, pero mientras la ciencia busca entender el mundo natural, las condiciones y modos de su evolución y desarrollo, la religión busca dilucidar la relación que este mundo tiene con Dios. Sin duda, algunas de las aportaciones de la ciencia pueden ayudar a comprender mejor la relación que busca la religión, en la medida en que la ciencia descubre la gramática de la que se ha servido Dios al crear este mundo. Pero la finalidad de la búsqueda es distinta.

La “colaboración” de la que habla la cuarta respuesta, más que en términos de “apoyo mutuo” habría que entenderla en términos de un contacto que invita a la teología, a ofrecer una imagen de Dios que sea coherente con los datos más seguros de las ciencias. Por ejemplo: la visión judeo-cristiana tradicional sostenía que los primeros seres humanos, Adán y Eva, fueron creados en el Jardín del Edén. Pero la teoría evolutiva mina la idea de que hubiera un paraíso sin conflicto, muerte, y sufrimiento, y afirma que nosotros somos los descendientes de seres prehumanos anteriores. Así que la doctrina tradicional del pecado necesita ser reinterpretada. Esta reinterpretación de algunas presentaciones religiosas es necesaria porque, como ya decía Tomás de Aquino, “el error sobre las criaturas redunda en una opinión falsa sobre Dios y aparta las mentes humanas de Dios”.

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Juanjo
4 de julio de 2011 a las 10:35

Creo que de dicha encuesta se podrían extraer varias conclusiones;
La primera es que poco a poco se van superando los recelos entre ciencia y religión.
La segunda es que esa superación va ligada justamente a la formación. Solo quien posea una adecuada formación sabrá situar convenientemente cada una en el lugar de conocimiento que le corresponde, conociendo tanto su alcance como sus justos limites.
Una tercera sería considerar que cualquier hombre debe estar abierto a un conocimiento integral del mundo y para ello no es suficiente con “su parcela” de saber. Ni la ciencia para el científico, ni la religión para el religioso. Y ahí siempre tendrá que haber una recíproca escucha. El error siempre está en querer tratar con una disciplina temas que corresponden a otro tipo de conocimiento, invadiendo terrenos que no me corresponden.

javier langarita
4 de julio de 2011 a las 10:38

Yo también pienso que quizás el resultado entre universitarios españoles pudieran diferir. En el libro "Lo que yo creo" de Hans Kung, decía que dudaba tanto de los fanáticos biblistas (muchos de ellos americanos) que se cerraban a cualquier influencia empirísta, y también de los científicos que siendo conscientes de que, en la mayoría de las ciencias sólo conocemos una mínima parte del saber, rehusan con desprecio cualquier alianza con la religión.
Pienso que es bueno la cooperación interdisciplinar. Pero creo que hace falta más formación. No digo que todos frailes sean físicos, ni los biólogos sean teólogos, pero los cristianos también necesitamos interesarnos y formarnos, empezando por los laicos, más en los saberes científicos. Elevar nuestra formación y confianza en diálogo razón y fe.

Oscar
4 de julio de 2011 a las 19:06

Veo un peligro en la cuarta respuesta (= respaldándose mutuamente) cuando algunos quieren encontrar en la ciencia supuestas pruebas de la fe. Por ejemplo, cuando se dice que la sábana santa es una prueba de la resurrección de Cristo; o cuando se dice que está probado que en algunas profanaciones de la forma del pan de la eucaristía ha salido sangre. Personalmente creo que no hay aquí ningún apoyo de la ciencia a la fe, pero sí que hay un peligro de ridiculizar la fe por buscar tales apoyos.

Joaquín
4 de julio de 2011 a las 23:52

Tema interesante, muy tomista. Los conflictos entre ciencia y religión son perpetuos, e irresolubles. Ya lo eran entre los griegos, o más adelante, con Maimonides, Averroes o Santo Tomás.

Respondería que la realidad es única (entendiendo por realidad "todo lo que hay"), y lo que cambia son las lentes o modos de aproximación (teologal, empírico) en cada caso. Es una limitación de nuestro conocimiento (lo mismo que tampoco tenemos ojos en el cogote, para ver lo que tenemos a la espalda). Si nos ponemos las gafas ciéntificas, sólo captamos algo de la realidad (su modo de ser empírico). Etc.

Anónimo
5 de julio de 2011 a las 21:28

Yo creo que en puridad, la teología nunca debiera entrar en conflicto con la ciencia. Cuando lo hace, creo que la razón es que los teólogos han ido demasiado lejos en sus afirmaciones, intentando justificar desde Dios hechos que no necesariamente deben ser justificados desde Él. El teólogo, en lo que no sea teología, debe ser prudente y asumir sus limitaciones, y acudir a la ciencia cuando corresponda. ¿No es esto algo que desde el contexto religioso pedimos a los científicos, que no se extralimiten y se salgan de su parcela como científicos? Por otro lado, qué duda cabe que la investigación interdisciplinar es cada vez más necesaria. ¡Qué maravilla esas mentes prodigiosas de antaño, capaces de abarcar grandes espacios del saber! Se me ocurre, por ejemplo, nombrar a Leibniz, que fue capaz de plasmar su visión de la realidad en la matemática. Los avances de los conocimientos hoy en día hacen imposible esto, pero quizá la manera de suplirlo sean efectivamente el estudio interdisciplinar, la mente abierta, la colaboración y el diálogo, no perder la curiosidad por aprender,... y sobre todo humildad. Y esto, en ambos sentidos, desde la teología hacia la ciencia y viceversa.

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