Abr
Una vida ázima
2 comentariosBenedicto XVI es un Papa-teólogo que enamora con sus palabras… a veces. Nos da pinceladas útiles para estos momentos de crisis. Su hermosa homilía del día de Pascua fue un comentario a una afirmación de San Pablo que posiblemente muchos no entendieron: “sois panes ázimos”. Por eso hay que agradecer al Papa esta homilía que nos ilustra sobre el sentido de la afirmación paulina. Un pan ázimo es un pan sin levadura. Los judíos celebran la Pascua con pan ázimo recordando la apresurada salida de Egipto, en la que llevaron consigo solamente panes sin levadura. Pero los ázimos, recuerda el Papa, eran un símbolo de purificación: eliminar lo viejo para dejar espacio a lo nuevo. A la luz de la resurrección de Cristo, donde acontece la verdadera novedad, pues allí aparece la vida que no muere más, el sentido purificatorio de los ázimos adquiere un nuevo sentido: nosotros, sus discípulos podemos y debemos ser “masa nueva”, “ázimos”, liberados de todo residuo del viejo fermento del pecado; ya no más malicia y perversidad en nuestro corazón.
Este año han coincidido las fechas de la Pascua judía y de la Pascua cristiana, fiestas ambas de liberación y de vida. Precisamente porque estamos ante una fiesta de la vida, las palabras con las que Benedicto XVI termina su homilía resultan alentadoras y reconfortantes. Son una invitación a propagar el anuncio de la Pascua con la boca, pero sobre todo con el corazón y con la vida, con un estilo de vida “ázimo”, simple, humilde y fecundo en buenas obras. El Resucitado nos aguarda en Galilea, o sea, en los caminos del mundo, para que seamos portadores de paz, y hagamos de este mundo no un camino de cruces, un via crucis, sino un camino de luces, un via lucis, pues como dice un poeta palestino, Mahmoud Darwish, tenemos bastantes ayeres, necesitamos un mañana (para los puristas el original está en primera persona: I had enough yesterdays / what i need is a tomorrow).