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Una Iglesia de especialistas (II)
2 comentariosHay otra acepción, más común, de especialista. Del sustantivo species se forma el adjetivo specialis y de ahí viene la palabra specialitas con el significado de cualidad distintiva. Especial entonces es lo extraordinario, lo que está fuera de lo común. En este sentido también la Iglesia es una comunidad de especialistas, porque en ella unos están más preparados que otros para realizar algunas tareas. En la Iglesia hay especialistas en pastoral, en teología, en catequesis, en música, en arte, ¡en tantas cosas! Hubo un tiempo (¡qué tiempos aquellos!) en que había sacerdotes obreros y cristianos en el mundo del trabajo (¿se acuerdan de la JOC?). Claro que hoy tampoco podemos quejarnos: hay cristianos especialistas en acoger a los inmigrantes.
En la Iglesia todos somos necesarios. No todos podemos hacerlo todo, pero sí sentirnos solidarios con todos. También aquí es posible corromper las funciones de los especialistas. Cuando no se respeta la legítima autonomía o la competencia de los que saben, se niega la especialización. Cuando se critica o se condena lo que no se entiende, cuando se emiten juicios precipitados, cuando no se respeta el legítimo derecho a expresarse conforme a las modalidades de la conciencia de cada uno, se niega la especialización.
Acabo estas reflexiones con otras dos referencias semánticas. De la misma familia que species es speculum, que significa espejo. El especialista es como un espejo, en el que podemos mirarnos, para así mejorar nuestra imagen. Cuando un catequista lee buena teología, la teología es el espejo para mejorar su catequesis. Espejo necesario porque una pastoral o catequesis sin teología es una pastoral vacía y, lo que es peor, desorientadora. Speculum coincide, aunque en diferente género, con spécula, diminutivo de spes, que significa pequeña esperanza. La especialización nos lleva hasta la esperanza. Esperanza que brota del hecho de que todos los cristianos somos especialistas en Jesucristo y en Sagrada Escritura. De lo contrario no somos buenos cristianos. Y esperanza que brota de que, entre los cristianos, hay algunos que se dedican con más intensidad y de forma prioritaria a una serie de tareas necesarias, importantes para la vida de la Iglesia. Sin estos especialistas, incomprendidos en ocasiones, la Iglesia se empobrecería.