10
Dic
2006Dic
Un sí matizado
8 comentariosEs fundamental que los padres se preocupen de la enseñanza que sus hijos reciben en el Centro docente. Y es posible ejercer acciones legales y utilizar medios pacíficos de presión cuando se está en desacuerdo con explicaciones que tocan puntos fundamentales de la moral.
Ahora bien, para hacerlo habrá que conocer primero el programa de la asignatura, luego la metodología y, sobre todo, el profesor que la imparte. El que los padres estén en desacuerdo con determinadas realidades no es motivo suficiente para que un profesor no pueda hablar o informar de ellas. El que yo no considere bueno el robo, no es motivo para que en mi clase de religión, de ética o de filosofía no pueda y deba hablar de las nuevas modalidades de robo que acontecen en nuestra sociedad con sus inmensas posibilidades técnicas. El que yo no esté de acuerdo con determinadas posibilidades de la biología, no es motivo para que, en su momento, mis alumnos no deban estar informados de estas posibilidades. Cosa distinta es que los padres en primer lugar y los profesores en segundo lugar (y más si imparten determinadas asignaturas) puedan y deben dejar muy claro que no todo lo posible es moral.
La pregunta: ¿qué le está permitido a la técnica?, durante mucho tiempo se respondió así: le está permitido aquello de lo que es capaz. Con este fundamento justificamos las armas de destrucción masivas y tantas atrocidades de las que somos espectadores atónitos. En el modo de impartir las asignaturas es dónde me parece que hay que poner el acento, porque las tinieblas, si las hay, no desaparecen cuando se las ataca, sino cuando se las ilumina. Me pregunto si a propósito de la proyectada materia “Educación para la Ciudadanía” no estamos diciendo un no demasiado deprisa donde antes habría que decir un sí, aunque desde luego matizado y distintivo.
Ahora bien, para hacerlo habrá que conocer primero el programa de la asignatura, luego la metodología y, sobre todo, el profesor que la imparte. El que los padres estén en desacuerdo con determinadas realidades no es motivo suficiente para que un profesor no pueda hablar o informar de ellas. El que yo no considere bueno el robo, no es motivo para que en mi clase de religión, de ética o de filosofía no pueda y deba hablar de las nuevas modalidades de robo que acontecen en nuestra sociedad con sus inmensas posibilidades técnicas. El que yo no esté de acuerdo con determinadas posibilidades de la biología, no es motivo para que, en su momento, mis alumnos no deban estar informados de estas posibilidades. Cosa distinta es que los padres en primer lugar y los profesores en segundo lugar (y más si imparten determinadas asignaturas) puedan y deben dejar muy claro que no todo lo posible es moral.
La pregunta: ¿qué le está permitido a la técnica?, durante mucho tiempo se respondió así: le está permitido aquello de lo que es capaz. Con este fundamento justificamos las armas de destrucción masivas y tantas atrocidades de las que somos espectadores atónitos. En el modo de impartir las asignaturas es dónde me parece que hay que poner el acento, porque las tinieblas, si las hay, no desaparecen cuando se las ataca, sino cuando se las ilumina. Me pregunto si a propósito de la proyectada materia “Educación para la Ciudadanía” no estamos diciendo un no demasiado deprisa donde antes habría que decir un sí, aunque desde luego matizado y distintivo.