Oct
Un Papa avergonzado y con el oído abierto
8 comentariosNo pensaba volver sobre la reunión del Papa en Asís con los representantes de las distintas religiones y del humanismo contemporáneo. Pero he leído algunas cosas que no me han gustado y que han provocado mi reflexión. Para empezar lo que ha hecho el Papa es muy claro, muy comprensible, muy católico y muy necesario. Lo primero que hay que destacar de la reunión habida en Asís es que el Papa ha dado ejemplo de saber escuchar a los no católicos y a los no cristianos. Porque de ellos tenemos cosas que aprender, ya que en ellos hay destellos de verdad y de gracia, y sus modos de presentar y vivir la verdad y la gracia nos pueden recordar aspectos olvidados de nuestra propia tradición. Y porque con ellos podemos caminar en la búsqueda de verdad y sentido para la vida. Los católicos no poseemos la verdad; estamos, como muchos otros, en camino hacia ella.
Hay dos cosas del discurso del Papa que merecen ser destacadas. Una, su preocupación por la violencia que se ha provocado y se sigue provocando en nombre de la religión. Añade el Papa: “de una forma más sutil, pero siempre cruel, vemos la religión como causa de violencia allí donde se practica la violencia por parte de defensores de una religión contra los otros”. Vamos, por parte de esos que en el mundo católico y fuera de él, piensan que no hay mejor defensa que un buen (mal) ataque y una buena (mala) descalificación de los demás. Tras la denuncia, el reconocimiento de culpas: “en nombre de la fe cristiana se ha recurrido a la violencia en la historia. Lo reconocemos llenos de vergüenza”.
Otro aspecto importante que quiero destacar (y que me parece que de alguna manera enlaza con lo dicho en mi post anterior): hay un agnosticismo, reconoce el Papa, que sufre a causa de la ausencia de Dios y, buscando lo auténtico y lo bueno, está en camino hacia Dios. Estas personas pueden ayudar a los creyentes, porque nos plantean preguntas legítimas y nos recuerdan que Dios no es propiedad de las religiones. En ocasiones incluso estos agnósticos tienen dificultades en encontrar a Dios a causa de la imagen deformada e incoherente que de él damos los creyentes. De modo que ellos son una llamada para que los creyentes purifiquemos nuestra fe. Por tanto, debemos estarles agradecidos.