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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

14
Sep
2013

Tiempo de plenitud

3 comentarios

No todos los tiempos son iguales. Una cosa es el tiempo del reloj, el inexorable discurrir de los momentos, todos idénticos; y otra cosa es la vivencia humana del tiempo: hay momentos en que el tiempo se nos hace largo y otros en que se nos hace corto. Más aún, el tiempo puede vivirse como una experiencia opresiva y limitadora o como una experiencia de plenitud. Mis errores, mis pecados, los males que he causado forman parte de mí y me acompañan toda la vida, a veces en forma de fantasmas que me oprimen; mis proyectos e ilusiones de futuro están marcados por la fragilidad y el miedo al fracaso. Este modo de vivir el tiempo influye negativamente en mi vida. Pero yo puedo recordar el pasado de unos padres que me acogieron con amor, me sostuvieron en mi debilidad, y esta vivencia puede acompañarme toda mi vida como una experiencia sanante, que me asegura un futuro prometedor. Las manos amorosas que me crearon pueden llenar de alegría mi presente y mostrarse como promesa de futuro. Cuando vivo el tiempo como una oportunidad de acoger el amor, de abrirme al amor y de ofrecer amor, realizo una experiencia positiva del tiempo.

San Pablo afirma que “cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo” (Gal 4,4). Según este texto, la plenitud llega, o sea, requiere de una preparación. Y cuando llega no se agota en un instante, sino que permanece a lo largo de toda la vida de Cristo, que vivió su tiempo sintonizándolo con la eternidad de Dios. Esta unión con Dios, en el amor, hace que el tiempo sea pleno. También para nosotros el tiempo puede ser de plenitud en la medida en que vivimos unidos a Dios y nos abrimos a los hermanos por el amor. Pues el amor es lo que hace que el tiempo deje de ser aburrido y caduco y se abra a una plenitud que se renueva cada día.

En la Encarnación del Verbo, el tiempo y la eternidad se fecundaron mutuamente. Dios no sólo entró en el tiempo, sino que asumió el tiempo, asumió nuestra realidad efímera para llenarla de eternidad. El motivo de esta asunción solo puede ser el amor. Lo propio del amor es ir hacia el amado, identificarse con el amado. El Verbo se hizo carne, “vino a lo nuestro”, a lo nuestro y no a lo suyo, porque lo nuestro es lo suyo (cf. Jn 1,14). Y viniendo a lo nuestro lo lleno de divinidad. Se produjo un maravilloso intercambio. El tiempo de Cristo alcanzó su perfección en la Pascua. Así el tiempo entró en la eternidad, perdiendo para siempre su carácter caduco.

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FAUSTINA
16 de septiembre de 2013 a las 20:03

Este post que,nos presenta el P.Martin esta semana,lo encuentro sumamente interesante "el tiempo"."No todos los tiempos son iguales nos dice,como el discurrir del reloj y,otra cosa es la vivencia humana del tiempo; podemos vivirlo como opresivo,se nos hace largo y en cambio otro se nos hace corto.Pero, continúa el P.Martin :Cuando vivo el tiempo como una oportunidad de acoger el amor,de abrirme y de ofrecer amor,realizo una experiencia positiva del tiempo".
Para mi, está todo dicho, es sublime. Cómo nos es posible abrirnos cada día a la entrega del amor para ayudar al prójimo, a darle nuestro tiempo en las distintas necesidades,en ir agotando nuestro tiempo,en la entrega amorosa de hacer felíz al que está a nuestro lado ?.Al mismo tiempo esta entrega nos da felicidad y nueva fuerza para comenzar de nuevo. Como nos recuerda el P. Martin " llegó la plenitud de los tiempos y, cuando llega no se agota en un instante,permanece a lo largo de toda la vida de Cristo. Esta unión con Dios, hace que el tiempo sea pleno. Y termino tambien con el Padre"Dios asumió nuestra realidad efímera para llenarla de eternidad.
Pido disculpas al P.Martin por haberme apoyado casi totalmente en la hermosa exposición del tiempo.

Valero
5 de diciembre de 2021 a las 09:03

Maravillosa paradoja: Dios revela su infinitud asumiendo nuestra naturaleza caduca, su eternidad en el límite de nuestros años, su inexplicable e incombustible misericordia invadiendo de amor nuestro pecado y esta amorosa paradoja toma forma en Jesucristo. Gracias Martín por recordármelo.

Valero
27 de diciembre de 2023 a las 08:47

Dice el autor de una de las cartas de san Pedro que para Dios un día es como mil años y mil años como un día y veo que Dios me llama a vivir en un "hoy" permanente de escucha y de acción amorosa. También Jesús me invita a vivir cada día sin apenarme por el pasado pues cada día ya tiene lo suyo como para ir inquietándome por qué comeré mañana y con qué me vestiré. Gracias Martín por tu reflexión que me invita a vivir en ese "Hoy" de Dios que ha fecundado mi vida de vida eterna.

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