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Te amo porque no me necesitas
6 comentariosSolo cuando uno puede decir: “no te amo por lo que me puedes dar o por lo que te puedo sacar, te amo porque deseo lo mejor para ti”, solo entonces estamos ante un amor gratuito, en el que se vive la alegría del don. Eso no significa que aquellos a los que amo de esta manera no puedan darme grandes satisfacciones e incluso serme muy útiles. Lo que significa es que mi amor no está determinado por la utilidad ni por la satisfacción.
Según la versión latina de la biblia conocida como “Vulgata”, el salmo 15 dice así: “Deus meus es tu, quia bonorum meorum non ages”. Dicho en castellano: “tú eres mi Dios porque no necesitas de mis bienes”. Un Dios que necesita de mis bienes es un aprovechado. Y un pobre indigente. Precisamente porque no necesita nada mío, su amor es puro y seguro. Porque si necesitase algo mío, si me pudiera sacar algo, siempre se podría sospechar que me ama por interés. Pero no, Dios no quiere quitarme nada porque no necesita ninguno de mis bienes. Si me ama, eso significa que su amor es totalmente gratuito. Un Dios que ama así es seguro y siempre fiel. Porque su fidelidad no depende de la mía: aunque nosotros le seamos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo, dice San Pablo. O sea, si dejase de ser fiel, dejaría de ser Dios.
La fidelidad de Dios hacia mí depende sólo de la fidelidad de Dios. No depende de mi respuesta. Por no necesitar, ese Dios amante no necesita ni siquiera de mi agradecimiento, aunque lo busca y lo quiere, pero no lo necesita. Eso es amar gratis. El amor es tanto más auténtico cuanto más gratuito es. Por eso el amor de Dios es de una pureza total. Nuestros amores siempre son imperfectos y necesitan purificarse día tras día. En la medida en que vivimos la gratuidad como la más auténtica dimensión de lo humano, en esa medida nos asemejamos a Dios. Y en esa medida crecemos en humanidad y contribuimos al crecimiento de todas aquellas personas que son beneficiarias de nuestra gratuidad.