Jun
Te adoro con devoción, Dios escondido
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Nos disponemos a celebrar la fiesta del “santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo”, conocida como la fiesta del “Corpus”. El Santísimo sacramento es el centro de gravitación de la liturgia católica. Otros años he ofrecido a mis amables lectores alguna reflexión teológica. Este año ofrezco la traducción de un texto poético de Santo Tomás de Aquino, uno de los teólogos que mejores reflexiones nos ha dejado sobre la eucaristía:
Te adoro con devoción, Dios escondido,
oculto verdaderamente bajo estas apariencias.
A ti se somete mi corazón por completo,
porque al contemplarte todo falla.
Vista, tacto y gusto engañan;
porque sólo se cree por el oído;
Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios:
nada es más cierto que esta Palabra de verdad.
En la Cruz se escondía sólo la Divinidad,
pero aquí se esconde también la humanidad.
Creo y confieso ambas cosas,
y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido.
No veo las llagas como las vio Tomás
pero confieso que eres mi Dios.
Haz que yo crea más y más en ti,
que en ti espere y que te ame.
Oh memorial de la muerte del Señor,
Pan vivo que das vida al hombre,
concede a mi alma que de ti viva
y que siempre saboree tu dulzura.
Señor Jesús, Pelícano piadoso,
límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre,
de la que una sola gota puede liberar
de todos los crímenes al mundo entero.
Jesús, a quien ahora veo oculto,
te ruego que se cumpla lo que tanto ansío:
que al contemplar tu rostro cara a cara,
sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.