May
También tú fuiste extranjero
1 comentariosAhora que el Presidente de la Generalitat valenciana se pregunta si sería bueno que los extranjeros (aclaro: los extranjeros no comunitarios, o sea, los pobres) firmasen el contrato de integración que el Sr. Rajoy propuso en campaña electoral, oigo decir que hace unos 60 años el 20 por ciento de la población de la Provincia de Alicante había emigrado. Y que hoy el 21 por ciento de la población de Alicante son inmigrantes. Se me ocurre pensar que bastantes de los actuales inmigrantes son nietos más o menos lejanos de los que emigraron hace 60 años.
Entretenido con estos pensamientos leo en el libro del Levítico: “Al forastero que reside entre vosotros lo amarás como a ti mismo, pues también vosotros fuisteis forasteros en la tierra de Egipto”. En este texto y otros parecidos el motivo del amor al extranjero no tiene sólo una connotación filantrópica, compasiva; algo así como: “también ellos están en la condición en que has estado tú”. O aplicado a los tiempos actuales: ¿no ves en los sudamericanos que llegan a tu tierra a tus propios abuelos que un día la dejaron? Es buena la razón compasiva, pero hay más, pues en el “también vosotros fuisteis forasteros en Egipto” hay una razón teologal: como Yahvé intervino para librarte, así te llama a ti para que liberes a quién está oprimido. De modo que en el Levítico la valoración del extranjero depende de la concepción que se tiene de Dios. Dicho de otro modo: dime como tratas al inmigrante y te diré quién es tu Dios.
Por lo demás, eso de un contrato de integración para asumir las costumbres de los nacionales tiene su gracia. ¿De qué costumbres se trata? ¿De comer paella, ser fallero, llevarle flores a la Virgen? Porque muchos que han nacido y viven en la ciudad de Valencia cuando llegan las fallas se marchan porque no aguantan el ruido. ¿Tendremos que considerar a esos valencianos poco integrados y hacerles firmar el contrato de integración? Es de esperar que no se trate de la paella o de las fallas, sino de cumplir las leyes. Pero para eso ya tenemos el código civil, el penal y si fuera menester el canónico. Y no digamos el militar.