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Sorpresas episcopales
3 comentariosLa noticia saltó a la prensa y provocó un gran revuelo porque el obispo de Olinda y Recife se apresuró a declarar que, según el derecho canónico, estaban excomulgados la madre y los médicos que ayudaron a abortar a una niña de 9 años, embarazada de mellizos de cuatro meses, tras haber sido violada desde la edad de seis años por su padrastro. Parece chocante: no hay pena canónica contra el violador.
El obispo de Nanterre es el primero en reaccionar, enviando una carta pública a su colega brasileño, en la que manifiesta su desacuerdo con la declaración de excomunión. Otros obispos se han manifestado después en línea similar, entre ellos el conocido teólogo y obispo auxiliar de Roma, Rino Fisichella.
El obispo de Nanterre manifiesta desde el principio su oposición al aborto como supresión de una vida; lo que no comparte es la excomunión como forma de condena pública, pues añade dolor al dolor, provoca sufrimiento y escándalo en muchas personas, y no contribuye a la curación y conversión, sobre todo del primero que necesita convertirse que es el violador al que, como he dicho, la excomunión no le afecta. El obispo francés insinúa que estamos ante un caso límite, un embarazo de alto riesgo que pone en peligro tres vidas, puesto que un útero de nueve años no se dilata indefinidamente.
Traigo a colación la postura del obispo de Nanterre porque es importante qus se sepa que la Iglesia es plural y que, en ella, no todo es intransigencia; y que hay casos límite, en los que el pronunciamiento episcopal, caso de ser necesario, debe ser expresado con mucha delicadeza. Estando, por principio, a favor de la vida y de la dignidad humana. Pero se puede estar a favor sin condenar, sin posturas viscerales. Y se puede estar en desacuerdo desde la comprensión y el perdón.