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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

4
Jun
2008

Sobre credibilidades

3 comentarios

En el interior de la Iglesia hay grupos de creyentes que no consideran creíbles a otros grupos. Incluso no consideran creíbles determinadas actuaciones de sus propios prelados. Como no es fácil que los otros cambien, este no considerar a otros creíbles sólo se supera elevando el propio nivel cultural y la propia madurez en la fe. Pues para el cristiano, la credibilidad brota de la persona, la palabra y la obra de Jesús y no de la respuesta que unos u otros damos a Jesucristo. En este sentido Tomás de Aquino dejó dicho, a propósito del escándalo dentro de la Iglesia, que las personas maduras en la fe “se encuentran firmemente afianzadas en Dios, cuya bondad es inmutable, y aunque están unidas a sus superiores eclesiásticos, lo están solamente en la medida en que éstos lo están con Cristo”. Así el escándalo queda superado, pues “por más que vean que los otros se comportan desordenadamente, ellas no declinan de su rectitud” (Suma, II-II,43,5).

Con los alejados, la credibilidad depende de la imagen que damos los creyentes. De ahí la importancia de que los discursos más oficiales y las actuaciones de los cristianos más representativos dejen claro el compromiso de la Iglesia con los pobres y oprimidos, por mucho que esto indisponga a los poderosos. Ahí nos jugamos la credibilidad de la Iglesia. Sin duda también es verdad que la imagen de la Iglesia depende de quién mira. Pero a la postre el problema de la credibilidad siempre repercute en los creyentes.

Parece oportuna esta distinción entre credibilidad para creyentes, que se fijan fundamentalmente en Jesucristo, y credibilidad para no cristianos, que se fijan en los cristianos. Los pecados de la Iglesia o su mala imagen (incluida la que pueden dar sus propios medios de comunicación) no produce el mismo efecto en unos que en otros. A los creyentes les apena, pero pueden superar el escándalo mirando a Jesucristo. A los no cristianos les ofrece nuevos motivos de crítica y de alejamiento, ya que su mirada no se fija en Jesús, sino en la visibilidad de su cuerpo terrestre, que es la Iglesia.

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marcelino
6 de junio de 2008 a las 11:20

mi comentario sera solo frases de Jesus:"Padre que sean uno como tu y yo somos uno" y "En eso conoceran que sois mis discipulos en que os amais unos a otros", no creo que nada lo exprese mejor. Que lejos estamos de eso.

Carmentxu
6 de junio de 2008 a las 12:13

Es tan acertado y tan sublime el trabajo en este blog del día 4-VI que, no tengo nada que añadir ni restar,solamente decirte,P.Martin que,me parecen muy acertados y oportunos todos los puntos a que te refieres,dadas las circunstancias que estamos viviendo en todos los ambientes.Gracias una vez mas.

Oscar P.
6 de junio de 2008 a las 20:02

Le felicito por el modo como dice las cosas. Hago notar que los cristianos, además de superar el escándalo mirando a Cristo, también estamos llamados a ser profetas. Eso no rompe la unidad. El que todos sean uno, como lo son el Padre y el Hijo, se refiere, a mi entender, a la unidad que brota del amor. El amor es lo que une al Padre y al Hijo y lo que debe unir a los cristianos. Yendo a lo concreto: nuestros obispos seguro que están en comunión, decir lo contrario sería muy grave, pero a propósito de algunas cosas, por ejemplo de la Cope, no dicen lo mismo los Cardenales de Barcelona y Sevilla que el de Madrid. Y hay cosas en las que está en juego la credibilidad de la Iglesia.

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