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Sin internet, ¿incomunicados?
1 comentariosDurante las últimas 24 horas una persona amiga ha intentado enviarme un correo electrónico sin conseguirlo. Unas veces el sistema se lo devolvía, otras se lo tragaba, pero a mi no me llegaba. Ya todo funciona correctamente y sus correos llegan con normalidad. Son los misterios de la informática, los duendes que interfieren en la comunicación. Cuando fallan esos sistemas inmediatos de comunicación, como el teléfono, el correo electrónico, el Chat o el Messenger, parece como si nos sintiéramos incomunicados. Entonces apreciamos la importancia de podernos comunicar, la importancia de las redes de amigos, la facilidad de poder enviar y recibir documentación, incluso de enviar apuntes a los alumnos por correo electrónico.
Internet es un buen instrumento de comunicación. Nos hace sentir cercanos. Pero puede ser también un sucedáneo: hay mucha gente que es incapaz de decirse cara a cara lo que sí se dicen por teléfono y no digamos por correo electrónico. Más aún, en los chats la gente suplanta su identidad, dice lo que jamás se atrevería a decir si se supiera quién es el autor de lo dicho. Estos medios no son ni buenos ni malos. Depende de como se usen. Bien utilizados facilitan muchas cosas, son vehículo de amistad, favorecen el encuentro y la relación entre quienes no pueden comunicarse de otro modo. Pero mal utilizados pueden incluso degradar.
Y también pueden fomentar un modo de relación en personas que son incapaces de hacerlo por motivos caracteriales, por timidez, porque el cara a cara o el mirar a los ojos del otro y sentirse mirado les resulta incómodo. Esas llamadas redes de amistad, en las que la gente se envía documentos y montajes, algunos de inspiración cristiana, en los que se acaba diciendo algo así: “si eres amigo mío, reenvíame este mismo mensaje”, pueden ser un modo de relacionarse quizás de segundo orden, pero que no debemos menospreciar. Más vale esto que nada. Las personas necesitamos del otro, buscamos la relación. En la amistad encontramos un gozo insuperable. Ya se sabe: muchas veces hay quien paga sexo, pero lo que en realidad busca es poder hablar, sentirse escuchado. Al facilitar la comunicación los medios modernos prestan un impagable servicio a muchas personas, que de otra forma se sentirían más solas.