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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

4
Oct
2007

Silencio del que escucha

7 comentarios
Hace unos meses aparecieron 40 cartas desconocidas de Teresa de Calcuta y hubo quién se preguntó si la beata creía en Dios. “¿Dónde está mi fe? Incluso en lo más profundo, no hay nada, excepto vacío y oscuridad, mi Dios, qué desgarrador es este insospechado dolor, no tengo fe”, decía en una de sus cartas. Textos como este se encuentran en los Diarios o correspondencia privada de otros santos. Por ejemplo, de otra Teresa, la de Lisieux: “Las tinieblas que me rodean se hacen más densas, penetran en mi alma y la envuelven de tal suerte, que me es imposible descubrir en ella la imagen tan dulce de mi patria… Alégrate de la muerte, que te dará, no lo que tu esperas, sino una noche más profunda todavía, la noche de la nada”.

De un modo u otro, el silencio de Dios es una experiencia de todo auténtico creyente, pues la fe es por naturaleza oscura y, como decía Tomás de Aquino, hay en ella un aspecto equiparable a la duda. El tema del silencio de Dios tiene muchas vertientes. Está fundamentalmente relacionado con la pregunta de si resulta coherente y con sentido un “mundo sin Dios”. Es posible comprender racionalmente la realidad del mundo sin Dios. Por otra parte, es una consecuencia inevitable del hecho de que Dios no quiere imponerse, dejando un espacio de libertad para el ser humano.

Hay otro sentido más interesante de este silencio. En realidad se trata de un silencio elocuente. Es el modo como Dios escucha con atención vigilante nuestra palabra. El respeta lo que tenemos que decirle y deja que nos expliquemos hasta el final. Nuestra vida, toda entera, eso es lo que tenemos que decirle y él escucha sin interrumpir, de modo que su silencio facilita nuestra explicación y nuestra palabra. Sin duda, este silencio, en momentos de sufrimiento y dolor, parece más difícil de entender. Sin embargo, esta ausencia es su modo de presencia en el sufrimiento; más aún, su silencio puede adquirir valor expiatorio, al asemejarnos a la situación del Hijo en la cruz, en la que también sintió dolorosamente la ausencia de Dios.
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Anónimo
4 de octubre de 2007 a las 17:09

Sencillamente genial!11

dorota
4 de octubre de 2007 a las 18:16

También en nuestro blog estamos hablando sobre ésto.
Su sitio es: http://dorotatxu.blogia.com
Os esperamos.

anonimo
4 de octubre de 2007 a las 18:26

Llama la atención que no se haya respetado la voluntad de Teresa de Calcuta, quien pidió que sus cartas íntimas, personales fueran destruidas. Por el contrario se van a convertir en un best-seller, que proporcionará pingües beneficios. Por otra parte quien haya leido a los místicos, identifica las noches del espíritu, en el proceso de Teresa de Calcuta. Como en todo camino cristiano desarrollado en profundidad De esto se habló hace cinco años. ¿ A quien interesa volver a sacar a la palestra este tema?. saludos

l'arbre de la Vida
6 de octubre de 2007 a las 01:23

El silencio de Dios lo experimento continuadamente, de igual forma que siento su presencia de manera reiterada. En la agonía y muerte de un ser querido ocurrida recientemente, experimenté a Jesús en un "desdoblamiento" de personalidad: por un lado Cristo aparecía reflejado en el rostro de la persona moribunda, al mismo tiempo Jesús me señalaba que estar al lado de la persona que se está yendo es lo que El hubiera hecho.

bruno
7 de octubre de 2007 a las 09:10

En esta civilizacion occidental ¿ no sobran palabras? El Silencio de Dios interpela a nuestro propio silencio - que no mutismo-. Lenguaje de Silencio, el del Amor cuando surge de un conocimiento profundo. Ser Silencio

frater
7 de octubre de 2007 a las 10:34

El Silencio de Dios,- Silencio- del- que- ES,situa al ser humano cara a cara con su verdadera realidad: el que no es. Su ser viene totalmente de Dios, el que ES. Y ello le enfrenta con la muerte del ego, con su propia muerte, para llegar a Ser con el que ES. En esta cultura del culto al ego, incluso en las religiones, donde prima el activismo el hacer frente al Ser,no se acepta facilmente esta realidad. " Hay mucho por hacer". Hay mucha huida al hacer ante el temor de la muerte del ego. Somos Nada en el Ser de Dios.
¡ Que actuales siguen siendo los místicos del Norte, Tauler, Suso, Eckhart! El gran tabú del miedo a la muerte. Incluso desde lenguaje psicoanalítico se nos afirma que hasta que no se supere el miedo a la muerte, no se vive la vida en plenitud. El Silencio de Dios, un eco de Vida

refranero
7 de octubre de 2007 a las 11:52

ya lo dicen los viejos del lugar : " si tu palabra no puede mejorar tu silencio...

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