Nov
Preservativo, mal menor
14 comentariosLo que Benedicto XVI ha declarado sobre el uso del preservativo en algunos casos, posiblemente represente una pequeña novedad en su enseñanza. Sin duda, la declaración no es un acto del Magisterio de la Iglesia. Aunque, ciertamente, es propia de una persona competente. Lo sorprendente es que, una vez que el Papa lo ha dicho, se han acallado muchas bocas que seguramente, si eso mismo lo hubiera dicho cualquier teólogo o catequista, se hubieran manifestado negativamente. No sería correcta esta postura: si lo dice el Papa está bien o, al menos, es respetable, y si lo dice otro está mal o, al menos, es discutible. Las cosas no son ni buenas ni malas en función de quién las dice, sino de la verdad intrínseca del asunto. Lo que hay que discutir es el asunto por sí mismo, sin prejuicios y con argumentos.
Estoy convencido de que lo dicho por el Papa no aporta ninguna novedad en materia moral. Es simplemente una aplicación de la doctrina del mal menor, aceptada por todos los moralistas y que bastantes confesores han recomendado alguna vez: "Es lícito persuadir a uno que haga un mal menor si ya está determinado a cometer un mal mayor. Y la razón es que, quien tal aconseja no pretende un mal sino un bien, es decir, que se elija un mal menor", decía San Alfonso María de Ligorio. Y citaba a San Agustín: "Si de todas maneras lo tiene que hacer, mejor que cometa un adulterio que no un homicidio, o mejor una simple fornicación que un adulterio". En materia moral hay que tener en cuenta siempre a la persona y sus circunstancias.
Me contaron un caso: una mujer casada, con hijos, buena cristiana, precisamente por ser cristiana aguanta y cuida a un marido drogadicto. Por estar convencida del valor del sacramento, no quiere abandonarlo, a pesar del sufrimiento que eso le supone. Hay momentos en que el marido pide tener relaciones sexuales, cosa que a su mujer, dada la situación, más bien le repugna. Además, es consciente de que es una irresponsabilidad quedar embarazada en las actuales circunstancias. Si no acepta la propuesta de relación sexual, el marido se pone muy violento. Ella acepta con una condición: que use el preservativo. Hay quien le dice que, en una católica, esto es inaceptable. ¿Cuál la buena respuesta? ¿Estamos ante un caso con un tratamiento similar al que se refiere el Papa?