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Por los pobres abusando de los pobres
7 comentariosNo tenía ganas de volver a hablar de Fernando Lugo. Pero los hechos son muy serios. Incluso el número de hijos que se le atribuyen ha pasado a segundo plano, porque lo que ahora importa es que el Presidente de Paraguay haya abusado de gente humilde y pobre, en cuyo nombre buscó la poltrona política: “Mi gobierno será socialista y derrotará a la pobreza en todas las casas”. Pero antes, ejerciendo como Obispo en la zona más pobre del país, abusó de jóvenes humildes e ignorantes, haciendo valer su liderazgo religioso. El escándalo ha subido de tono porque, al parecer, la Conferencia Episcopal y la Nunciatura estaban al corriente de las tropelías episcopales. De hecho la Conferencia Episcopal se ha visto obligada a publicar una nota muy matizada, en la que tras las exculpaciones formales, se adivina la cantidad de basura que trata de esconder. Afirman no “haber recibido nunca ninguna denuncia formal” (no se dice si las ha habido no formales), insinúan la posibilidad de que hubiera “denuncia ante la Nunciatura Apostólica” y “rechazan las expresiones de monseñor Rogelio Livieres Plano”, que dio a entender que sí hubo encubrimiento y complicidad. (atención: la Conferencia rechaza las expresiones Mons. Livieres, no lo que las expresiones denuncian). Todo muy penoso. Porque a la gente ya no se le puede engañar a base de artilugios jurídicos o verbales.
Está en juego la Presidencia de la República, puesto al que se aferra Lugo, porque el poder es una delicia tan apetecible que nadie la quiere soltar, aunque ya están los sucesores preparados para ocupar el puesto. A mi me importa la credibilidad de la Iglesia. No se puede estar con los pobres abusando de los pobres o maltratando a las mujeres (tal como se dice que hizo Lugo con alguna de las madres). No se puede ser un buen Pastor desde el ocultamiento y la mentira. Se está perdiendo la decencia. Un futbolista, expulsado recientemente por agredir gravemente a un compañero declaró: “Sin televisión el fútbol era más duro. Ahora hay que tener mucho cuidado con la dureza porque te pillan las cámaras”. Eso digo yo: quizás antes había más pecados en la Iglesia. Pero no había internet, ni prensa libre, y las sotanas daban miedo. Ahora hay que ir con cuidado y, puestos a pecar, no pecar de cualquier modo. ¡Viva la luz y los taquígrafos! Somos hijos de la luz.