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Oct
2007Oct
Pastoral de la inteligencia
2 comentariosBenedicto XVI, en un texto poco conocido, hablando de la educación de la fe a las nuevas generaciones, dijo a los educadores y sacerdotes: “no dudéis en promover una auténtica pastoral de la inteligencia y, más ampliamente de la persona, que tome en serio los interrogantes de los jóvenes, tanto los existenciales como los que brotan de la confrontación con las formas de racionalidad hoy generalizadas, para ayudarles a encontrar las respuestas cristianas válidas y pertinentes, y finalmente para hacer suya la respuesta decisiva que es Cristo nuestro Señor”.
El teólogo se siente interpelado ante esta llamada a promover una pastoral de la inteligencia que tome en serio estos dos grandes desafíos: los interrogantes que surgen de toda existencia; y los que brotan de la confrontación con las formas de racionalidad que inspiran la cultura actual. Más allá de las cosas que hay que hacer, de las estrategias o técnicas que hay que utilizar, la teología debe ocuparse de iluminar la inteligencia de los creyentes para que miren la realidad del modo adecuado, vivan el sentido genuino de la revelación y así estén en condiciones de superar todo complejo de inferioridad desde el punto de vista intelectual.
La teología siempre debe enfrentarse con nuevos desafíos e interrogantes. Hoy los progresos de la ciencia son muy rápidos y a menudo se presentan como contrapuestos a las afirmaciones de la fe, provocando confusión y haciendo más difícil la aceptación de la verdad cristiana. Por otra parte, en nuestro mundo hay un extraño olvido de Dios del que nace mucho ruido efímero, muchas discusiones inútiles, y también una gran insatisfacción y un sentido de vacío. De ahí la necesidad de promover esta pastoral de la inteligencia para formar creyentes maduros, adultos, convencidos y convincentes. Creyentes que vivan la alegría de la fe, mujeres y varones que al creer lo hagan convencidos de que realizan el acto más digno y más conforme con su naturaleza humana.
El teólogo se siente interpelado ante esta llamada a promover una pastoral de la inteligencia que tome en serio estos dos grandes desafíos: los interrogantes que surgen de toda existencia; y los que brotan de la confrontación con las formas de racionalidad que inspiran la cultura actual. Más allá de las cosas que hay que hacer, de las estrategias o técnicas que hay que utilizar, la teología debe ocuparse de iluminar la inteligencia de los creyentes para que miren la realidad del modo adecuado, vivan el sentido genuino de la revelación y así estén en condiciones de superar todo complejo de inferioridad desde el punto de vista intelectual.
La teología siempre debe enfrentarse con nuevos desafíos e interrogantes. Hoy los progresos de la ciencia son muy rápidos y a menudo se presentan como contrapuestos a las afirmaciones de la fe, provocando confusión y haciendo más difícil la aceptación de la verdad cristiana. Por otra parte, en nuestro mundo hay un extraño olvido de Dios del que nace mucho ruido efímero, muchas discusiones inútiles, y también una gran insatisfacción y un sentido de vacío. De ahí la necesidad de promover esta pastoral de la inteligencia para formar creyentes maduros, adultos, convencidos y convincentes. Creyentes que vivan la alegría de la fe, mujeres y varones que al creer lo hagan convencidos de que realizan el acto más digno y más conforme con su naturaleza humana.