Sep
Pan con sabor especial
4 comentariosI.D.I. es un boletín de Informaciones Dominicanas Internacionales, que se puede encontrar en internet, aunque hay que buscarlo un poco. En el último número, el 473, se entrevista a un dominico que desde Hong Kong viajaba a China para encontrarse con cristianos. Lo importante, dice, no era predicar, cosa además complicada por el control que ejerce el gobierno. Lo importante era acompañar, estar con ellos. En este contexto cuenta el encuentro con un “obispo viejito”, en una zona muy pobre, acompañado por un oficial del “Oficio religioso de China”. Tuvo oportunidad de comer con el obispo, el oficial, dos sacerdotes, una hermana y algunos cristianos. En el centro de la mesa había un típico pan chino. En un momento dado el “viejito con la manos sucias” le ofreció un trozo de este pan y se lo cambió por el que tenía el dominico, dando como razón que el trozo que le ofrecía era mejor. Los comensales regañaron al obispo, porque todo el pan era igual. Pero ante la insistencia y la mirada del obispo, el dominico comprendió, tomó el pan y respondió: “Tiene razón, tiene un sabor muy especial, sí, es un poco diferente del mío”. Luego, él mismo lo dio a probar a algunos de los otros comensales. ¿Qué había ocurrido ante los ojos de un policia que no se enteró de nada?
Y mientras tanto, aquí en España, hace unos números la revista Vida Nueva se preguntaba si había crecido el número de celebraciones “tradicionales” de la Misa. Pues sí, claro que ha crecido, lo que suscita la pregunta de si ha vuelto la nostalgia (algunos lo llaman lo retro) o si nunca se fue. Evidentemente la concelebración del obispo y el dominico en China no fue una Misa tridentina, de esas que gustan a los nostálgicos. Pero sí fue una Eucaristía auténtica y verdadera, parecida a la que celebraban los primeros cristianos. Porque lo que importa no es el ritual, sino los dos o tres reunidos en nombre de Jesús para compartir el amor y la fe. A veces me asalta la pregunta de si algunas celebraciones nuestras se convierten en ritos piadosos en los que no se comparte, porque ni conoces al que tienes al lado ni te importa.