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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

9
Oct
2008

Palabra humana y divina

2 comentarios

Aprovechando que el Sínodo está reunido para tratar de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia, resulta oportuno recordar la dimensión humana de la Palabra de Dios escrita, o sea, de los escritos reunidos en la Biblia que leemos en nuestras celebraciones litúrgicas. Cuando decimos “palabra de Dios” solemos pensar en la Sagrada Escritura, aunque ciertamente cabría hacer algunas matizaciones: en primer lugar, la Palabra de Dios en sentido pleno es Jesucristo; y luego hay más palabra de Dios de la recogida en la Escritura. Dios habla de muchas maneras y en muchos lugares: en los pobres, en los libros sagrados de las religiones, en la conciencia personal, por poner algunos ejemplos.

Pero hoy me gustaría notar algo importante para evitar fundamentalismos y entender la necesidad que tiene la Escritura de ser interpretada y actualizada. Un ejemplo puede ayudar a comprender lo que quiero decir. Cuando leemos el texto bíblico en la liturgia, el lector comienza por decir: lectura del profeta Isaías, o del apóstol Pablo, o del evangelista Marcos. O sea: vamos a leer un texto escrito por Isaías, por Pablo, por Marcos. Por un autor humano, con unas limitaciones y posibilidades, distintas a las de otros autores humanos, con un estilo, facultades y talento propio. Al terminar la lectura, el lector dice: “Palabra de Dios”. Es importante decirlo bien, porque algunos, no sé si con un poco de ingenuidad, dicen: “esto es Palabra de Dios”. No, “esto es” materialmente palabra de un autor humano. Por tanto lo que hay que decir es: “palabra de Dios”, que significa: en esta asamblea, para los corazones bien dispuestos, a través de la palabra de Isaías, de Pablo o de Marcos, ha resonado la palabra de Dios en lenguaje humano. Porque Dios se sirve de autores humanos para decir su palabra. Por eso, su palabra se expresa en lenguas humanas, se hace semejante al lenguaje humano, del mismo modo que la Palabra del eterno Padre, o sea, Jesucristo, asumiendo nuestra débil condición humana, se hizo semejante a los hombres. ¡Maravillosa pedagogía divina!

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marcelino
9 de octubre de 2008 a las 22:58

Siempre habia creído que la Palabra de Dios estaba inspirada por e Espiritu Santo.
Como dice el Concilio Vaticano II, en la Constitucion dogmatica sobre la divina revelacion. En su capitulo III, habla e la inspiracion divina de la Sagrada Escritura y su interpretacion. "La Iglesia considera inspirados por >Dios todos los libros canonicos, que , aun estando escritos por hombres, enseñan con certeza y sin error las verdades que Dios quiso revelarnospara nuestra salvacion". A ver si al final nos quedamos sin nada, o resulta todo una mentira

Martín Gelabert
10 de octubre de 2008 a las 14:04

Lo digo para aclaración de los lectores y por si interesa conocer lo que, a mi humilde parecer, es el pensamiento más oficial de la Iglesia: para un católico no hay duda de que la Escritura es un libro inspirado por el Espíritu Santo. Pero el Espíritu se sirve de autores humanos. Es eso lo que dice la "Dei Verbum". Y si conviene insistir en lo de los autores humanos es porque se suele olvidar o desconocer. Lo humano, cuando se trata de cosas divinas, siempre parece estorbar. Y Dios actúa en lo humano y a través de lo humano. Interesa leer los números 11, 12 y 13 de "Dei Verbum". Allí se habla de “verdaderos autores humanos que usaban de todas sus facultades y talentos”; incluso el número 15 reconoce “elementos imperfectos y pasajeros” en algunos de esos libros. Importa también leer el número 84 de "Fides et Ratio" de Juan Pablo II. Y el discurso que hizo a la Pontificia Comisión Bíblica: “Cuando Dios se expresa en lenguaje humano acepta también sus limitaciones”. Como dice la Pontificia Comisión Bíblica “La Sagrada Escritura, en cuanto Palabra de Dios en lenguaje humano, ha sido compuesta por autores humanos en todas sus partes y todas sus fuentes”

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