May
No temas, pequeño rebaño
2 comentariosMe pregunto si detrás de algunas voces que denuncian la ofensiva laicista y contraria a la Iglesia católica por parte del Gobierno de la nación, hay la convicción, más o menos difusa, de que si esta sociedad fuera de otro modo sería más fácil evangelizar. Ante esto yo respondo: No, este es el mundo que Dios ama, este es el mundo al que el Señor nos envía, este es el mundo en el que tenemos que dar testimonio de nuestra fe, este es el mundo en el que tenemos que vivir y encarnar el Evangelio. Porque no hay otro. Nunca ha sido fácil ser cristiano. Ya en los escritos del Nuevo Testamento se refleja la dificultad de ser cristianos en aquella sociedad de entonces y en todas las sociedades. Ante la grandiosidad del templo (“Maestro, mira qué piedras y qué construcciones” Mc 13,1), símbolo de una sociedad poderosa que se opone al Evangelio y a la que Jesús envía a sus discípulos, que no son más que un “pequeño rebaño”, lleno de temores (Lc 12,23), Jesús declara: “No quedará piedra sobre piedra”. Todo lo que se opone al evangelio no tiene ningún futuro. Sólo “la Palabra no pasará”. Esta es nuestra esperanza, que nos da fuerzas para vivir en un presente que parece desmentirla. Mientras tanto, los cristianos nos enfrentamos a un mundo hostil. A este mundo hemos sido enviados. De ahí la necesidad de ser reconfortados con palabras de ánimo para no desfallecer: “bienaventurados seréis cuando os insulten y os persigan”. No olvidemos el motivo: “por mi causa”. Entonces “alegraos y regocijaos” (Mt 5,11-12).
Sólo desde el desconocimiento del contexto histórico en el que se escribieron palabras como estas: “dichosos cuando os persigan”, es posible pensar que se pueden aplicar a la situación española. Porque ni la persecución, de haberla, es equiparable a la que sufrían los cristianos que las escucharon por primera vez, ni parece que asumamos la persecución, de haberla, con mucha alegría.