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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

27
Jul
2011

"No matarás": según y cómo

5 comentarios

Lo que está en juego con la ley natural es la posibilidad de afirmar la existencia de una verdad accesible a la razón humana que sirva de base para un diálogo que vaya más allá de la búsqueda de consensos estratégicos y que contribuya a definir los contenidos esenciales de una moral universal. Evidentemente esta “moral universal” se originará por la percepción vital e inmediata de bienes fundamentales, como puede ser la inclinación a conservar la vida, común a todos los seres humanos. Ahora bien, cuando de estos grandes principios descendemos a las realidades particulares, puede ocurrir que perdamos no sólo la claridad del principio, sino también el consenso universal que el principio suscita. La ley natural es una fuente de inspiración, no un conjunto de reglas. Las reglas deben buscarse con prudencia y diálogo teniendo en cuenta las circunstancias y respetando las diversas culturas.

El ejemplo que hemos citado puede servir. Un valor fundamental, con el que todos estamos de acuerdo, es la inclinación a conservar la vida. Una aplicación directa y clara de este principio, en lo referente a nuestras relaciones con los demás, sería el mandamiento negativo: “no matarás”. Pero pueden darse circunstancias que, sin negar la validez absoluta del principio, exijan la excepción en alguna de sus aplicaciones más concretas. Este sería el caso de la legítima defensa ante una agresión injusta. El Catecismo de la Iglesia Católica repite doctrina de Tomás de Aquino cuando dice que “el hombre está más obligado a mirar por su propia vida que por la vida ajena”. Las consecuencias que para la vida del agresor se sigan como consecuencia de la propia defensa, no son responsabilidad de quien se defiende, siempre que los medios utilizados sean proporcionados a la agresión.

Si me encuentro con alguien que atenta contra mi vida o la vida de mi familia, y sólo puedo evitarlo matando al agresor, entonces el principio natural que me inclina a conservar la vida, no se traduce en “no matarás”, sino en: defiende tu vida y la de tu familia, aún a costa de la vida del agresor. El modo de esta defensa no niega o anula el principio fundamental de conservar la vida, pero lo aplica prudentemente de maneras distintas según las circunstancias.

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la paz es el camino
27 de julio de 2011 a las 09:22

¿ Cómo romper la espiral de violencia ? La violencia siempre engendra violencia. Es legítima la defensa propia, como indicas Martín. Hay muertes víctimas de la violencia -paradoja-que engendraron mas vida. Jesús de Nazaret. La vida y obras de Gandhi, Luther King, y tantos otros acabaron violentamente. Generaron más vida.

La violencia no soporta verse reflejada en el espejo de la paz, de la mansedumbre. Quizá el único modo de romper la espiral de muerte. Pero hay que asumir que no todos estamos llamados a ser heroes. Y no hay que culpabilizarse por ello.
La respuesta pacifica de la sociedad noruega ante la barbarie de un individuo nos enseña que ante la violencia la paz es el camino.

javier langarita
27 de julio de 2011 a las 10:58

Yo creo, querido Martín, que tanto en ésta entrada como en la anterior, podríamos tener presente la Declaración Universal del II Parlamento de las Religiones, http://www.eticamundial.com.mx/articulo.php?idArticulo=97, aunque habla más de una ética global, integral y aceptada por las religiones mayoritarias. Recuerdo que uno de los principios impulsadores de este Parlamento y del trabajo que desarrollo es la idea de que no habrá paz entre los pueblos sino hay paz entre la religiones. Cuestión que para mi toma relevancia tras los sucesos de Noruega.

Juanjo
27 de julio de 2011 a las 12:02

Creo deducir de post, una intuición que hace ya tiempo capté. A pesar de las dificultades de una correcta interpretación de lo que se expresa con el lenguaje, no se podría afirmar, como muchas veces se dice, que la Vida es un Bien Absoluto, o la "Vida como Valor Absoluto que no ha de ser sacrificada a nada". Sí un valor fundamental pero no Absoluto.
Pensándolo bien, hay quien ha preferido morir, y ha entregado su vida, por valores que ha priorizado al de su Vida propia, y ha sido considerado como heroico o ejemplar. Hay cosas más importantes que la vida……biológica.
Hasta varias mujeres ya canonizadas han superpuesto el valor de su castidad al de su vida. Nunca me gusta resultar polémico, ni transpolar situaciones de una época y situación concreta a este tiempo actual, ni las circunstancias de cada acción,creo que nadie podemos juzgar una situación de tremenda angustia ante un ataque pero ¿vale más la castidad que la vida?.

Bernardo
27 de julio de 2011 a las 16:52

Esta explicación del "no matarás", que comparto completamente, me lleva a aplicarlo de esta manera en el mundo globalizado: "cuando las acciones irresponsables de unos pocos ponen en peligro la vida de la humanidad, estaría legitimado utilizar contra estos tales aquellos instrumentos que nos permitan impedir su agresión, aunque estos instrumentos puedan provocar la muerte de aquellos". Pienso en las decisiones financieras especulativas, en las acciones contra el medio ambiente o las decisiones de las multinacionales que privatizan recursos y material genético.

Desiderio
29 de julio de 2011 a las 00:54

Todos estos posts en referencia a la ley natural me parecen muy interesantes. Yo pienso que efectivamente existe un sustrato común que sirva de guía moral a todo ser humano, sustrato que hemos diluido o desvirtuado según nuestras culturas y normas sociales, e incluso religiones. ¿Por qué pienso que existe ese sustrato común? Pues sencillamente porque todos somos seres humanos, y respondemos a una naturaleza humana. Y ya digo, para mí el problema viene cuando desoímos nuestra naturaleza para escuchar a nuestro propio ego en lo que a la construcción de nosotros mismos y de nuestras sociedades se refiere. Con esto no quiero decir que todos debamos responder a un mismo comportamiento, sino que ante la diversidad propia de las distintas culturas, sí que pueden responder todas ellas -cada una a su manera- a los grandes principios de la ley natural. Otra cosa es que seamos capaces de ponernos de acuerdo. Dices que hace falta prudencia y diálogo; quizá podríamos añadir humildad. Es muy triste que mantengamos tantas posturas antropológicas enfrentadas entre distintas culturas y religiones, la verdad.

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