Oct
Mujeres africanas y árabes
7 comentariosLa concesión del premio Nobel de la paz a tres mujeres africanas y árabes añade un interés suplementario a la noticia. Desgraciadamente. Pues eso significa que lo noticiable no es tanto la paz, cuanto el sexo, la raza o la etnia. Puedo decir, desde la humildad y el temor a haberme equivocado muchas veces, que a mi eso de la discriminación de la mujer me ha sonado muy mal desde pequeño, seguramente porque he vivido en mi familia la maravilla de mujeres trabajadoras y emancipadas, capaces de tomar decisiones y de sacar adelante a los suyos. Siempre he conocido a mi madre y a todas sus hermanas (hijas de unos labradores) trabajando no como amas de casa, sino en sus respectivas profesiones, en un plano de igualdad con ellos, ganando tanto o más que ellos, en trabajos tanto o más dignos que los de los varones de la casa. Por eso, a mí, cuando me hablan de emancipación de la mujer, la cosa me parece una obviedad. Porque desdichadamente todavía no lo es, se necesitan cuotas y asociaciones propias (de teólogas por ejemplo); si las cosas fueran normales lo de las cuotas y las asociaciones sería incomprensible, porque a unas y otros nos valorarían por lo que hacemos, decimos, pensamos y somos, sin necesidad de atender al sexo.
Todo esto viene a propósito de la concesión del Nobel de la paz a tres mujeres africanas y árabes. Hace tiempo escuché a un mujer africana lo siguiente: “hay algo peor que ser pobre; es ser una mujer pobre; y hay algo peor que ser una mujer pobre, es ser una mujer pobre y negra”. Y escuché a un varón latinoamericano: “la mujer latinoamericana, cuanto más le pegas, más te quiere”. Supongo que en muchos sitios no estamos ahí. O mejor, no estamos del todo ahí. Porque, por no ir más lejos y quedarnos en la Iglesia, todavía en muchos monasterios femeninos los varones siguen pretendiendo controlar, por ejemplo las cuentas o las elecciones. O sigue siendo difícil apuntarse a buenos cursos de formación teológica. Y eso que yo creo que la vida religiosa femenina ha sido el espacio eclesial en dónde las mujeres ha podido organizarse por sí mismas. Vuelvo a las mujeres Nobel. El eterno femenino es irreal. Sólo existen las mujeres concretas, con sus problemas y necesidades. Esas Nobel han trabajado por la paz, la democracia, la promoción y la igualdad de la mujer. Premiarlas a ellas también dignifica a los varones y al conjunto de la humanidad. Gracias, pero ¡qué pena que haya todavía que trabajar por eso!