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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

31
Jul
2022

Momento de pequeños rebaños

8 comentarios
solsaliento

El libro del Eclesiastés decía que hay un tiempo para cada cosa. Hay momentos poco recomendables: el tiempo de odiar o el tiempo de guerra. Hay otros que son más alegres y recomendables: tiempo de sanar, de edificar, de reír, de abrazarse. Pero vistos los tiempos con mirada larga, lo cierto es que en todos los tiempos hay de todo, bueno y malo. A veces pensamos que el tiempo pasado fue mejor. Precisamente el autor del Eclesiastés opina que no es de sabios decir tales cosas (7,10). Cada tiempo es distinto, ni mejor ni peor.

En la Iglesia hay quienes juzgan la bondad o maldad de los tiempos en función de los números: ¿cuántos novicios tiene la congregación?, ¿cuántos seminaristas tiene la diócesis?, ¿cuántas parejas se casan por la Iglesia?, ¿cuánta gente asiste a las eucaristías dominicales? No está claro que las bajas cifras actuales sean signo de una mala evangelización o de una mala vivencia de la fe, y que los números altos de antaño fueran signo de una fe seria, adulta y profunda. Quizás eran signo de una fe sociológica, superficial, pero no personalizada, ni bien asumida. En todas las instituciones, también en las eclesiales, hay tiempos de expansión y tiempos de concentración.

Jesús era bien consciente de que sus enviados eran un “pequeño rebaño” (Lc 12,32). Por eso, la pregunta evangélicamente adecuada es: y nosotros, pobrecitos, pequeñitos, poquitos, envejecidos, temerosos, cansados, ¿cuánto bien podemos hacer, a cuánta gente podemos llegar?, ¿estamos dispuestos a superar miedos y dificultades para sostener la esperanza de aquellos que nos rodean, estimular la fe de aquellos con los que nos encontremos, vivir el amor allí donde estemos? Esa es la buena pregunta y no la de los números o las edades.

Hace unas semanas tuve ocasión de asistir al traslado de los restos de una venerable fundadora de varios conventos de monjas dominicas, la Madre Inés de Sisternes (1612-1668). Los suyos fueron tiempos de expansión, y ella supo tomar las iniciativas que los tiempos demandaban. Hoy hay que tomar otras iniciativas que, sólo aparentemente, van en sentido contrario de los que tomo la venerable fundadora. Porque lo que importa no son los números, sino la fidelidad al Señor, y el responder con sabiduría a los retos que plantea el presente.

El mejor tiempo, para cada uno, es el presente. En las instituciones pasa como en la vida: nacen, crecen, se desarrollan, envejecen y mueren. Unas duran más y otras menos. Unas sustituyen a otras. Algunas desaparecen y otras surgen con nuevas fuerzas. Es lo propio de la vida. Sin duda, la desaparición plantea alguna pregunta. No es menos cierto que la aparición también las plantea. Aparecer o desaparecer es un hecho. Y los hechos tienen muchas caras. Quizás, más allá del hecho y de las causas inmediatas que lo han provocado, la pregunta de fondo sobre la que hay que detenerse es: ¿cómo se muere y cómo se vive?

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Valero
31 de julio de 2022 a las 08:47

"Si HOY escucháis su voz no endurezcáis el corazón" El verdadero tiempo es ese "hoy" del salmo, porque es el tiempo de Dios. Y también respecto de la aparente "caída en desgracia" social de la iglesia, recuerdo que "los caminos de Dios, no son nuestros caminos" y que el mismo Jesús recorrió el camino del fracaso y del rechazo, pero fue ahí donde Dios actuó resucitándolo. En esa esperanza somos llamados los creyentes a dar testimonio de que Jesucristo vive y ama siempre y a todos sin exclusión. Bendita precariedad que nos llama a no dormirnos y a combatir al mal haciendo el bien, con ayuda del Espíritu Santo que actúa en medio de nuestros miedos y contradicciones.

juan garcia
31 de julio de 2022 a las 10:51

Si, hay un tiempo para cada cosa, y la distribucion del tiempo de que disponemos es de suma importancia por la simple razon de que el tiempo que se va no vuelve, y somos responsables del tiempo mal gastado pues es en nuestro tiempo que tenemos que realizarnos. Y no es vanidad la alegria de los ninos el dia de Navidad y Reyes ante sus regalos, ni el dia de su cumpleanos, ni el dia que se enamoran y empiezan su noviazgo, ni es vanidad el dia de sus bodas, ni la alegria de los hijos..Mi amigo el Cohelet tiene sus momentos de risa y llanto: un momento para cada cosa.

Hormias
1 de agosto de 2022 a las 16:12

Puede que sean pocos... Pero valen mucho y son un ejemplo de vida para pecadores como quie firma. Gracias por todo fray Martín

BRUNO CH C
1 de agosto de 2022 a las 20:50

el Espíritu es Uno y sopla donde quiere

María N
3 de agosto de 2022 a las 00:46

Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, con qué la salarán?...(Mt. 5, 13-18)
No nos dice que tengamos que ser la sopa, sino la sal que da sabor a la sopa.

María Elena
18 de agosto de 2022 a las 12:19

Si nos fijamos bien, en muchas películas se dice : " en estos tiempos difíciles que nos ha tocado vivir....". Y yo me pregunto,  ¿cuándo han sido fáciles?....

Asimismo,  me viene a la memoria la respuesta de alguien a la pregunta de cuándo sería el fin del mundo : " el día que yo me muera", se dijo.

No se debe olvidar que para Dios todo es presente, independientemente de que haya un tiempo para unas cosas o para otras: la esencia es la misma.

En cuanto a los números, lo relevante no es la cantidad, sino la calidad; y en la Iglesia, por lo que he observado, es muy buena, con muchos sacerdotes santos (salvando contadas excepciones), incluso más que en otros tiempos (si a cifras nos referimos), y con gente maravillosa que acude a ella por amor y no por obligación y con espíritude entrega: eso es lo que cuenta.

María Elena
18 de agosto de 2022 a las 13:56

Perdón, olvidé añadir a mi comentario anterior una célebre cita de San Agustín que viene ahora muy al pelo : " Decís vosotros que los tiempos son malos. Sed vosotros mejores y los tiempos serán mejores: vosotros sois el tiempo ".

Alexis G. de León
1 de agosto de 2024 a las 12:18

Hola Martín: me recuerda tu comentario, sobre todo el último párrafo, al texto de 1 Corintios 13, 8-10:  El amor no pasa nunca. Las profecías, por el contrario, se acabarán; las lenguas cesarán; el conocimiento se acabará. 9 Porque conocemos imperfectamente e imperfectamente profetizamos; 10 mas, cuando venga lo perfecto, lo imperfecto se acabará.
Creo que en tu reflexión se plasma un gran realismo, y que este texto paulino nos ha de hacer pensar, todos somos peregrinos en este mundo, y la Iglesia sobre todo es peregrina en busca de su fidelidad a Cristo.

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