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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

19
Sep
2009

Mil millones son muchos millones

12 comentarios

Dato muy reciente de una agencia de la ONU: por primera vez en la historia el número de personas que pasa hambre en el mundo ha superado los 1.000 millones. Al mismo tiempo, las ayudas humanitarias, debido a la crisis, han caído a niveles de hace 20 años. Cuesta creerlo, pero leo que con menos del 1% de lo que los países ricos han gastado para salvar el sistema financiero, se podría solucionar la hambruna; y con una mínima parte de lo que los gobiernos gastan en armas de guerra se podrían cultivar inmensas zonas destinadas a producir alimentos para los pobres. ¡A ver si se enteran los mandamases, y corren en ayuda de Guatemala! Y de tantos otros sitios. Aunque lo veo difícil, ya que para ayudar a los pobres hay que hacerse previamente pobre. Pues sólo el semejante reconoce y comprende al semejante.

Se oyen tambores que anuncian dos manifestaciones, precisamente el mismo día 17 octubre: una con el lema “pobreza cero” y otra contra la nueva ley sobre el aborto. No sé si los promotores de esta última manifestación (publicitada por medios episcopales) fueron conscientes de que el 17 de octubre era el día internacional para la erradicación de la pobreza. Sea como sea, resultaría esperanzador que los de una manifestación se uniesen a los de la otra, con un único lema a favor de la dignidad humana. Ya sé que lo que digo es un sueño, pero ¡soñemos imposibles para hacerlos realidad! En todo caso la vida de los más de mil millones de seres humanos que padecen hambre es tan valiosa y digna que bien merece todos los apoyos. Los cristianos somos más creíbles cuando no seleccionamos nuestros apoyos.

Me parece que no hay duda: las causas del hambre en el mundo son históricas y tienen solución. Falta voluntad política. ¡Ah!, y eso que dice Jesús de que pobres siempre los tendremos es una triste constatación hecha desde el conocimiento del corazón humano, que no nos exime de ninguna responsabilidad. Al contrario, nos estimula a ser su mano repartidora de pan y promotora de Vida.

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FRAY BENITO,OP
19 de septiembre de 2009 a las 15:10

Durante el siglo que ha terminado,los cristianos nos hemos ido haciendo progresivamente conscientes de nuestras obligaciones respecto a los pobres (los que no tienen que comer,los que estan solos,los que estan marginados,los que marginamos,....)Ante los millones de pobres que hemos generado,las Iglesias han oido la voz de Cristo que nos indica a los cristianos "dadles vosotros de comer" (Mc 6,37).Posiblemente durante estos decenios,los cristianos nos hemos preguntado,cómo los discípulos,de que maneras concretas, podemos conseguir pan para dar de comer a las multitudes (Mc6,37).Posiblemente,el siglo XXI sea el tiempo en que tenemos que escuchar la voz del Señor que nos pregunta, a nosotros mismos,cuántos panes tenemos para compartir. Desde ABAJO surgen gritos contra las estructuras injustas. fray Benito,op

Bernardo
19 de septiembre de 2009 a las 22:38

Qué razón tienes, Martín. Yo siempre digo aquello del 68: "seamos realistas, pidamos lo imposible", porque sólo lo imposible en un mundo donde sucede esa aberración que cuentas, es lo real, lo otro es un verdadero mal sueño del que deberíamos despertar cuanto antes, pero no despertaremos hasta que no seamos capaces de ver como real lo que parece imposible.
Sí es cierto que el 1% de lo regalado a los bancos bastaría para solucionar el hambre y eso nos hace cómplices de esa situación si no culpables, pero vivimos inmersos en un mundo que nos impide, como en la película Matrix, ver la realidad. El gran programa informático que ha formateado nuestras mentes (en lenguaje clasico ideología) se llama capitalismo y es voraz y asesino hasta el exterminio. Se trata de tomarnos esto en serio y acabar con la Bestia, de lo contrario seguiremos los cristianos alimentando hambrientos toda la vida porque creemos que eso es la caridad. La verdadera caridad, parafraseando a Lenin, sería poner ante un pelotón de fusilamiento a cuantos son culpables de esto, sin rencocores y con mucho amor, porque hace falta mucho amor para acabar con esta situación, de lo contrario no habrá lugar ni para la esperanza, ni para la fe.
Saludos fraternos

Keynes
19 de septiembre de 2009 a las 23:07

"Los pobres los tendréis siempre con vosotros". Siempre me ha aterrado esta frase del Evangelio es como un determinismo catastrofista. ¿será verdad? no lo sé pero el mundo tiene unas relaciones de poder económico y político tan férreas que no anima a la esperanza."¿En dónde están los profetas que en otros tiempos nos dieron las esperanzas y fuerzas para andar?", gritaba y cantaba en un LP Ricardo Cantalapiedra en los años de la transición en España, y eso mismo repito yo ahora...Saludos, keynes.

lola
20 de septiembre de 2009 a las 01:15

pienso que algo hemos de hacer de manera individual, ya que colectivamente parece imposible. Si cada uno se quitase un poco de comida y la compartiese, estoy segura que se podria solucionar. Asi que manos a la obra. Muchas gotas forman un oceano.
Ademasa estariamos mas sanos, estyamos todos muy muy gordos

Keynes
20 de septiembre de 2009 a las 16:19

Tienes razón Lola, y es que las mujeres son extraordinarias... a ver cuando tomáis el mando y ponéis un poco de razón en este mundo de hombres. Keynes

Bernardo
20 de septiembre de 2009 a las 20:15

Ya quisiéramos que la cuestión del hambre en el mundo fuera una cosa de ética. Se trata de una cuestión política en grado sumo. Aunque yo me quitara de mi boca la comida no podría hacerla llegar a los que pasan hambre, es más, aunque todos dejáramos de comer el modelo de producción mundial de alimentos, como he explicado en el blog, está organizado para que esos mil millones, y serán más dentro de poco, sigan pasando hambre mientras nosotros tiramos a la basura toneladas de alimentos. No es una decisión ética, como erróneamente piensan algunas ONGs, sino política, de modelo social y económico. De ahí que la verdadera caridad, como sabía Pablo, es cambiar el mundo.

Makarios
21 de septiembre de 2009 a las 13:07

Pues sí: pobres siempre los tendremos entre nosotros. El problema es que estos hambrientos no los tenemos siempre entre nosotros, pues se mueren y son sustituidos por otros, y, además, están muy lejos. Tal vez viven al lado, pero los desconocemos, no son próximos. Y si están en África, América o Asía, pues más lejos aún. Han dejado de ser hombres, mujeres, niños, con hambre para ser una estadística, como mucho una foto dramática. Creo, efectivamente, que la solución es política, pero estoy más seguro aún de que ningún político va a poner un ladrillo en el inmenso edificio de eliminar el hambre. Como mucho crearán un organismo con más funcionarios para consumir recursos y hacer nada.
¿Sirve de algo tratar de ayudar a través de algunas organizaciones oficiales? NO. Desgraciadamente en los paises en los que el hambre es protagonista, la corrupción suele ser también el primer actor de la comedia.
¿Podremos hacer algo?. Pues claro: tenemos a Selvas Amazónicas en casa, que no eliminarán el hambre del mundo, pero si de esa pequeña parcela que Dios nos ha puesto en las manos y nos ha dicho: "DADLES VOSOTROS DE COMER"
No hablemos mucho; hagamos más.
Un abrazo

Desiderio
22 de septiembre de 2009 a las 00:54

¿Sabéis? Este es un tema que me cuestiono con cierta frecuencia —si se sigue el blog de Bernardo es materialmente imposible no hacerlo—, y me cuesta darle forma. Lo digo en el sentido de que no acabo de ver clara la solución cuando se desciende al terreno práctico. Me planteo, por ejemplo, hasta qué punto la inadmisible situación actual es únicamente debido al sistema económico capitalista, o hay algo más detrás; me planteo si bajo otra forma de gobierno se podrían obtener resultados mejores que con éste; me planteo, en definitiva, si la solución al problema consiste en encontrar la forma de gobierno adecuada, o hace falta algo más. Personalmente dudo que exista una forma de gobierno talismán, mediante la cual todo sería bueno, o por lo menos mejor que ahora. ¿Por qué lo digo? Pues porque pienso que el problema no es tanto la forma de gobierno —obviamente con ello no quiero decir que las considere ni todas válidas ni todas iguales, espero que me entendáis— como las personas que hay detrás, desde el primer gobernante hasta el último de los ciudadanos. ¡Si hasta en las primeras comunidades cristianas habían Ananías y Safiras! La solución al problema pasa por decisiones políticas, claro, pero estas decisiones entiendo que han de estar sustentadas en unos planteamientos éticos adecuados, planteamientos que creo que han de fundamentar en primera instancia a las personas, y en segunda instancia a las instituciones que esas personas constituyan. Creo que este problema es un reto fantástico, reto al que habría que intentar dar una respuesta desde una reflexión serena, sincera y con la suficiente fortaleza como para poder transformar la sociedad, para poder transformar los corazones de todos y cada uno de los ciudadanos. Mientras tanto, me uno a Lola e intentaré hacer lo que esté en mi mano.

Bernardo
22 de septiembre de 2009 a las 12:45

La experiencia muestra hasta la saciedad que una acción ética individual no conduce al cambio de las estructuras hasta que esa acción se convierte en colectiva y pasa a ser acción política. Estoy totalmente contigo, Desiderio, en que no existe una forma de gobierno "talismán", quizá esa sea la macabra herencia del llamado "socialismo real", que nos ha impedido pensar más allá del capitalismo por miedo a caer en aquello que fue un error y un horror. Pero esa realidad no nos exime de: 1º. criticar esto que es injusta en esencia; y 2º. proponer otro modelo social´, político y económico en el que la acción ética sea posible en un marco de relaciones humanas y respetuosas. Yo le llamo economía del don, tomándolo el término tanto de la antropología cultural como de la filosofía de la alteridad. El nombre es lo de menos, lo que importa es que hagamos algo que esté a la altura de las circunstancias.
De nuevo tengo que agraceder a Desiderio sus reflexiones porque me ayudan a precisar las mías, y a Martín por crear el espacio adecuado con su palabra de "dos filos".
Un abrazo

keynes
22 de septiembre de 2009 a las 22:44

no estoy del todo de acuerdo, Bernardo, no podemos fiarlo todo a las institucioens, esa es la fe ciega del siglo XVIII en el progreso, revocada en el XIX por Dostoiesvski, Unamuno, Kierkegraard, y los existencialistas luego, ctreo que además del las estructuras "si no cambias los corazones..."

Bernardo
23 de septiembre de 2009 a las 00:19

Sí Keynes, pero si no cambias las estructuras, el cambio de corazones no podrá llegar. Si el paciente sigue ingiriendo grandes cantidades de grasas y no hace ejercicio, el corazón acabará fallando.

Keynes
23 de septiembre de 2009 a las 15:46

no he dicho que no haya que cambiar las estructuras, he dicho que con eso no bastaba

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