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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

9
Ago
2017

María, esperanza nuestra

1 comentarios
virgenermitamanacor

El misterio de la Asunción de María está directamente relacionado con la esperanza cristiana en la resurrección de los muertos. María aparece, en su misterio de la Asunción, como la que ha entrado en esa vida eterna que Dios prepara para todos los que le aman. Ella es signo y estímulo para nuestra esperanza. ¿No nos quedamos cortos al decir que María es signo y estímulo? ¿Hay que ir más lejos y decir que ella es “esperanza nuestra”, tal como reza la antífona más conocida sobre María, la Salve?

Evidentemente nuestra esperanza es Jesús (1 Tim 1,1) y el Dios que Jesús revela. Por Cristo, “nuestra fe y nuestra esperanza están en Dios” (1 Pe 1,21). Dios es el contenido y el motivo de nuestra esperanza. Esperamos gozar de la bienaventuranza eterna (contenido de la esperanza); y esperamos porque confiamos en el amor de Dios que nunca falla y en su poder que todo lo puede (motivo de la esperanza). Desde el punto de vista del contenido, no podemos decir que María es esperanza nuestra, a no ser que consideremos que el encuentro con Dios es también encuentro con los santos, con los salvados, con los hermanos que están ya gozando de la vida de Dios. Algo parecido hay que decir sobre María como motivo de nuestra esperanza: de algún modo, ella participa del motivo fundamental de la esperanza, que es Dios mismo. ¿En qué sentido?

María participa del “motivo” de la esperanza en un sentido similar por el que podemos decir que ella es “mediadora” de la gracia de Dios. De nuevo hay que dejar claro “que hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús” (1 Tim 2,5). Una vez que esto ha quedado claro podemos afirmar una mediación “participada” por parte de María, del mismo modo que el sacerdocio de Cristo es participado de formas diversas tanto por los ministros sagrados como por el pueblo fiel, o del mismo modo que la bondad de Dios se difunde de distintas maneras sobre las criaturas. La plegaria eucarística número dos deja bien claro que “sólo Dios es santo”, pero añade que es también fuente de toda santidad. La santidad de Dios es participada por aquellos que le son fieles y se adhieren a él. Igualmente podríamos decir que al poner toda nuestra esperanza en Dios, contamos con la intercesión de los santos y de María para reafirmar el motivo de nuestra esperanza.

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Luciana
12 de agosto de 2017 a las 11:19

María es el sujeto principal de la Redención por medio de Jesús.La Virgen no se
adelanta en su mediación hacia los hombres,siempre cuenta antes con el Hijo.En
las bodas de Caná.fue a decirle a Jesús " No tienen vino",la respuesta del Hijo fué:"Qué nos va a ti y a mi?.A María,la respuesta del Hijo le dio la seguridad de
un permiso y ordenó a los criados llenaran las vasijas de agua para convertirla en vino.La Virgen nos da ejemplo de humildad y de confianza admirable,actúa en segundo plano con la esperanza plena en Dios.
Siempre al recurrir a la Virgen,contamos con su intercesión,mediadora de la Gracia motivo de nuestra esperanza-

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