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Males y bienes de la crisis
8 comentariosEl P. Guillermo Santomé ha ofrecido una atinada y oportuna reflexión en el “Con acento” de esta semana sobre esta crisis nuestra de cada día, que provoca que muchas personas se queden sin trabajo. Con todo lo que eso conlleva, no solo en lo económico, sino también como peligro de otra crisis que puede afectar a lo humano y familiar.
Ayer recibí dos correos que hablan de la crisis en primera persona. Uno de Santiago de Chile abunda en los males; el otro, de Valencia, ofrece una reflexión más positiva. Mi comunicante chileno me cuenta que en el norte del país varias compañías mineras, controladas por accionistas extranjeros, pudiendo seguir operando con menos ganancia, han preferido cerrar y despedir a todos sus trabajadores, para volver a sacar el mineral cuando el precio suba. Se puede mantener la empresa, aunque sea ganando menos, pero la avaricia mueve a profundizar en la crisis y dejar a la gente sin trabajo.
Desde Valencia me comentan un aspecto positivo de la crisis. Los hábitos están cambiando, me dicen. Una gran superficie ha renovado sus expositores, dando prioridad a marcas “blancas”, o sea, a producto genéricos, igual de buenos, pero sin marca. También ofrece frutas y verduras a granel, sin envases, eliminando lo superfluo, abaratando costes. La gente va dejando atrás la “marquitis” y volviendo a un consumo razonable. En algunos establecimientos están sustituyendo las bolsas de plástico por otras de papel.
El dato chileno es una invitación a vivir en la verdad, a no decir que no tenemos cuando tenemos; a no aprovechar la crisis para enriquecerse y explotar mejor a los demás. El dato valenciano invita a dejar lo superficial, a volver a la sencillez, a los productos básicos, a vivir desde lo profundo, para ser así solidarios, cercanos. Más plenamente humanos.