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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

12
Mar
2009

Males y bienes de la crisis

8 comentarios

El P. Guillermo Santomé ha ofrecido una atinada y oportuna reflexión en el “Con acento” de esta semana sobre esta crisis nuestra de cada día, que provoca que muchas personas se queden sin trabajo. Con todo lo que eso conlleva, no solo en lo económico, sino también como peligro de otra crisis que puede afectar a lo humano y familiar.

Ayer recibí dos correos que hablan de la crisis en primera persona. Uno de Santiago de Chile abunda en los males; el otro, de Valencia, ofrece una reflexión más positiva. Mi comunicante chileno me cuenta que en el norte del país varias compañías mineras, controladas por accionistas extranjeros, pudiendo seguir operando con menos ganancia, han preferido cerrar y despedir a todos sus trabajadores, para volver a sacar el mineral cuando el precio suba. Se puede mantener la empresa, aunque sea ganando menos, pero la avaricia mueve a profundizar en la crisis y dejar a la gente sin trabajo.

Desde Valencia me comentan un aspecto positivo de la crisis. Los hábitos están cambiando, me dicen. Una gran superficie ha renovado sus expositores, dando prioridad a marcas “blancas”, o sea, a producto genéricos, igual de buenos, pero sin marca. También ofrece frutas y verduras a granel, sin envases, eliminando lo superfluo, abaratando costes. La gente va dejando atrás la “marquitis” y volviendo a un consumo razonable. En algunos establecimientos están sustituyendo las bolsas de plástico por otras de papel.

El dato chileno es una invitación a vivir en la verdad, a no decir que no tenemos cuando tenemos; a no aprovechar la crisis para enriquecerse y explotar mejor a los demás. El dato valenciano invita a dejar lo superficial, a volver a la sencillez, a los productos básicos, a vivir desde lo profundo, para ser así solidarios, cercanos. Más plenamente humanos.

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marcelino
12 de marzo de 2009 a las 11:16

Pienso que es al contrario, esta crisis antes ha sido humana, y despues economica. El deseo que enriquecerse, la burbuja inmoviliaria, los derroches de todos, nos ha llevado a esto, que solo acaba de comenzar. Hemos de aprender a dar, y no solo bienes economicos, sino tiempo para estar con el otro. Estar pendoientes de las necesidades del otro, eso evitaria muchos males, fisicos y psiquicos

Bernhar
12 de marzo de 2009 a las 23:07

Creo que hay una confusión de base entre las necesidades (etimológicamente lo que no puede eludirse, raíz idoeuropea "Kerd")y las preferencias (de "fero" y con la misma raíz que "ofrenda" y "feraz", lo que puede darse porque es excesivo). La sociedad capitalista está basada en las "preferencias" de los consumidores y no en la satisfacción de las necesidades de los seres humanos, eso le lleva a la búsqueda del crecimiento exponencial que acaba, irremediablemente, en las burbjas de todo tipo, y por fin en las largas depresiones para recomponer el capital. Pueden verse las ondas de Kondratief.
Una economía de corte humano sería aquella que se limitara a la satisfacción de todas las necesidades humanas, tomando estas en un sentido elástico: necesidades bio-fisiológicas, psico-afectivas y tecnico-sociales. Si esto se hiciera acabaríamos de un plumazo con la pobreza y con la riqueza, causa y origen de aquella. Deberíamos caminar hacia una economía del don, no hacia el socialismo de ricos en que nos han instalado los anarco-capitalistas y liberal-coministas actuales. Hablo de la socialización de la producción y distribución. Es la única solución real.

Bernardo Pérez Andreo

andres
12 de marzo de 2009 a las 23:24

Ayer leía una noticia en un períodico bastante objetivo de Chile y decía que este país es el segundo mejor preparado para afrontar la "crisis económica", debido a las reservas de dinero y la buena administración; cuando tuvieron la venta del Cobre bastante alta generando muy buenos beneficios ( Chile es el productor de cobre más grande del mundo). Esto debido a los valores sociales y solidarios que este país tiene, viviendo en una austeridad responsable y ejemplar para mucuho países "ricos", sin mal gastar dinero. Pensando en la gente, las familias y el bienestar común. La austeridad siempre puede ayudarnos a no perder el sentido de la felicidad y a no perder la cabeza porque las burbujas sin buenos cimientos, se rompen.El cambio que estamos viviendo nos revela una vez más la finitud del hombre, pero también puede ayudarnos a buscar realmente y con seriedad lo profundo.
Andrés

Desiderio
13 de marzo de 2009 a las 18:35

Estoy de acuerdo en que dentro de la dureza de la crisis, no nos ha venido tan mal en el sentido de que nos ha puesto en el sitio que nos correspondía, y que a lo mejor no deberíamos haber abandonado nunca. Como han dicho Marcelino y Andrés, la austeridad es un valor que nunca deberíamos haber abandonado, y lo hemos hecho. Y nos hemos creído “los reyes del mambo”, en esa línea ascendente que llevamos para llegar a ser esos nuevos dioses que queremos ser, y no sólo en el terreno económico, sino también en el ético, en el espiritual,… Y como dice Bernardo, ¡cuántas necesidades ficticias nos hemos creado! Si pudiéramos filtrar todas “nuestras necesidades” y dejar estrictamente las reales, y ofrecer lo que nos sobra —que no es poco— a terceros, no estaríamos como estamos.
No acabo de estar de acuerdo, Bernardo, con lo de la socialización. Y no creas que defiendo el capitalismo. Pienso que cualquier sistema económico es en esencia malo cuando no se vive desde el corazón. Todos hemos visto el fracaso del socialismo y del comunismo, y también estamos viendo la mentira del capitalismo. Entiendo que la propiedad privada es un derecho de cada uno, ahora bien, también depende de cada uno, libremente, si la quiere vivir en comunidad o no. Obvia decir cuál es la opción que libera al ser humano, que le da la felicidad, pero creo que es una opción que cada uno debe descubrir libremente. No sé si estaré acertado o equivocado, pero yo lo veo así.

Bernhar
13 de marzo de 2009 a las 20:20

Estoy en consonancia contigo, Desiderio, pero yo no hablo de estatalización, sino de Socialización, que no socialismo y mucho menos socialismo real o sovietismo. Cuando digo socialización me estoy refiriendo a que la sociedad, por los medios que sean más adecuados, sea la que ejerza el control de qué se produce y a quién se le asigna. De lo contrario nos vemos llevados a esta absoluta irracionalidad capitalista que sólo piensa en la producción a cualquier precio ecológico y humano. Juan Luis Vives en "El socorro de los pobres. La comunicación de bienes" nos enseña que la propiedad privada sólo se justifica cuando se ejerce en vistas del bien común, porque todo lo que yo pueda poseer es fruto de un modelo social que me lo ha permitido o impedido. En realidad, nada nos pertenece excepto aquello que me es imprescindible para segui siendo quien soy, diría Santo Tomás. Que socialmente se controle la producción y distribución es una exigencia "natural" y hasta divina. Si no se hace así, serán los más fuertes los que controlen a la sociedad, Hobbes tendrá razón y el cristianismo habrá perdido su fundamento. Un cordial saludos. Benardo

Desiderio
14 de marzo de 2009 a las 14:18

Creo que ya capto tu idea, Bernardo, y como dices me parece que vamos en la misma línea. Efectivamente, la propiedad privada pierde su sentido cuando la enfoco para mi propio enriquecimiento a costa de los demás, y lo encuentra cuando la ofrezco a la comunidad. Se trata de vivir con cierta austeridad y apertura a los demás, de manera que cuando no se tiene en cuenta al otro implica ya un punto de partida desviado. Lo que me parece muy complicado —y lo digo desde mi ignorancia—, es cómo controlar esa "puesta en común" de los bienes desde la autoridad estatal. Y me surgen dos dudas básicamente (no sé si me voy a enrollar demasiado).
La primera es la siguiente. Partimos de que hay una necesidad básica de los bienes indispensables en ciertas personas —las más, por desgracia—, y lo que hay que hacer es cubrirlos como sea. Pero mi duda es desde nuestro punto de vista ético: cuando alguien comparta lo que pueda tener, y lo haga de manera un tanto forzada, obligada por la comunidad, ¿tiene verdadero sentido?, ¿qué valor ético puede tener el hecho de compartir si no lo hago desde mi corazón, sino más o menos forzado por la situación? ¡Qué duda cabe de que terceras personas se van a ver beneficiadas, y eso es bueno! Pero ya digo, desde el lado de acá, creo que hay un matiz ético importante. Espero haberme explicado.
Y la segunda se deriva de la anterior. Y se trata de cómo conjugar esa “necesidad moral” de poner a disposición de la comunidad, con la visión que tenga cada uno de la propiedad privada y su libertad para compartir. ¿Cómo hacer, ya no que vayan todas las conciencias en el mismo sentido, sino aunar los criterios de los que ya van en ese sentido? Llevar eso a la práctica, institucionalizarlo de alguna manera, me parece muy difícil. Entiendo que esa es la línea, pero ya digo, ¿cómo? ¿Cómo hacer para, respetando la opción individual, conseguir que la sociedad en conjunto vaya en una línea?
Un saludo afectuoso.

Bernhar
14 de marzo de 2009 a las 23:45

Estimado Desiderio, creo que comparto tus posiciones éticas, porque es algo que está ahí, pero entiendo que la política es anterior a la ética, como la comunidad es anterior al individuo y los progenitores son anteriores al retoño. Desde mi perspectiva, la propiedad es un hecho social, no individual. Se trata de un "factum" que nos es dado y por ello no llegamos a pensarlo. La propiedad es comunal en esencia: la materia de que estamos hechos no nos pertenece, el agua, el aire, la tierra. Nada de lo existente es mío particular, pero no somos educados en ello, en que todo lo que somos es puro don, ya sea de otros o de lo otro. Si hubiera una educación en este sentido, la ética sería más sencilla. Pero, preguntas, cómo conseguir que se comparta de buen grado para que tenga valor autónomo y no mera imposición heterónoma. En principio no es fácil, es cuestión de educar, pero debemos empazar siendo conscientes de que tendremos que compartir por las buenas o por las malas, la huella ecológica, (tema del que trato en el último post de mi blog, http://bernardoperezandreo.blogspot.com/, pérdoname Martín por la publicidad)nos obligará a ser más humanos y compartir por obligación hasta que lleguemos a hacerlo por amor.
Socializar no es más que humanizar, privatizar es pervertir lo humano. De la misma manera que Dios es una comunidad de amor perfecta en la que cada cual tiene lo que da y da lo que recibe, la humanidad debe tender a eso (1 Cor 15, 28). Saludos cordiales. Bernardo

Desiderio
16 de marzo de 2009 a las 13:47

Gracias por la respuesta, Bernardo. En un principio hay algo que me da cierta "pelusilla" en lo que dices, aunque por otro lado lo veo muy coherente. Voy a reflexionar sobre lo que dices.

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