Sep
Los "peros" de la misericordia
5 comentariosBuscando cuestionar el discurso del Papa sobre la misericordia hay quienes dicen: “misericordia, claro que sí, y mucha; pero no olvidemos la justicia”. “Dios es misericordioso, dicen, pero es también justo”. Este “pero”, como la mayoría de los “peros” es un intento sibilino de descalificar lo primero que se afirma, ya que no se atreven a negarlo de plano. Lo mismo valdría para la proposición inversa.
El problema de la relación entre justicia y misericordia se ha debatido con frecuencia en teología. En general se ha planteado como si se tratase de delimitar dos campos rivales, el de la justicia y el de la misericordia, preguntándose hasta dónde llegaba cada uno de estos campos, y dando por supuesto que lo que se condecía a uno había que quitárselo al otro. Dios, dirán algunos (mejor no cito a nadie) manifiesta su misericordia con los que se salvan y su justicia con los que se condenan. Peor aún: como “todos” merecemos la condenación (porque la humanidad, debido al pecado original, se ha apartado de Dios), si salvación hay es por pura gracia: Dios elige a los que quiere salvar y condena a los que quiere condenar. Hay incluso textos bíblicos que parecen ir en esta línea: “Dios usa de misericordia con quien quiere y endurece a quien quiere… ¿O es que el alfarero no es dueño de hacer de una misma masa vasijas para usos nobles y otras para usos despreciables?” (Rm 9,18.21). La aplicación teológica era: Dios salva a unos para mostrar su gracia y condena a otros para manifestar su justicia.
El fallo, a mi entender, de este tipo de planteamientos, está en considerar como rivales o como incompatibles esos dos atributos de Dios. Hay que afirmar los dos al mismo tiempo e intentar comprender como pueden darse ambos en Dios sin que el uno anule al otro, sino reforzándose mutuamente. ¿Valdría una formulación como esta: Dios es justo en su misericordia y misericordioso en su justicia? Justo porque toma en serio el pecado y lo condena, hasta el punto de morir por nuestros pecados; y misericordioso porque ama al pecador y resucita para nuestra justificación.
Ya en el Antiguo Testamento encontramos afirmaciones de este tipo: la justicia de Dios es su misericordia. San Pablo, en su carta a los romanos, dice que la justicia de Dios se manifiesta en la justificación del pecador, de modo que el Dios justo es justificador. Podemos concluir, pues, que la justicia de Dios es su misericordia. Dice el Papa Francisco: “La misericordia no excluye la justicia y la verdad, pero ante todo tenemos que decir que la misericordia es la plenitud de la justicia y la manifestación más luminosa de la verdad de Dios”.
Dios quiere todos se salven. Es de esperar, por tanto, que la voluntad de Dios, se cumpla. Cierto, en este asunto de la salvación interviene también la libertad humana, porque salvación es acogida del Dios que es Amor, y no hay amor sin recíproca acogida.