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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

28
Sep
2016

Los "peros" de la misericordia

5 comentarios

Buscando cuestionar el discurso del Papa sobre la misericordia hay quienes dicen: “misericordia, claro que sí, y mucha; pero no olvidemos la justicia”. “Dios es misericordioso, dicen, pero es también justo”. Este “pero”, como la mayoría de los “peros” es un intento sibilino de descalificar lo primero que se afirma, ya que no se atreven a negarlo de plano. Lo mismo valdría para la proposición inversa.

El problema de la relación entre justicia y misericordia se ha debatido con frecuencia en teología. En general se ha planteado como si se tratase de delimitar dos campos rivales, el de la justicia y el de la misericordia, preguntándose hasta dónde llegaba cada uno de estos campos, y dando por supuesto que lo que se condecía a uno había que quitárselo al otro. Dios, dirán algunos (mejor no cito a nadie) manifiesta su misericordia con los que se salvan y su justicia con los que se condenan. Peor aún: como “todos” merecemos la condenación (porque la humanidad, debido al pecado original, se ha apartado de Dios), si salvación hay es por pura gracia: Dios elige a los que quiere salvar y condena a los que quiere condenar. Hay incluso textos bíblicos que parecen ir en esta línea: “Dios usa de misericordia con quien quiere y endurece a quien quiere… ¿O es que el alfarero no es dueño de hacer de una misma masa vasijas para usos nobles y otras para usos despreciables?” (Rm 9,18.21). La aplicación teológica era: Dios salva a unos para mostrar su gracia y condena a otros para manifestar su justicia.

El fallo, a mi entender, de este tipo de planteamientos, está en considerar como rivales o como incompatibles esos dos atributos de Dios. Hay que afirmar los dos al mismo tiempo e intentar comprender como pueden darse ambos en Dios sin que el uno anule al otro, sino reforzándose mutuamente. ¿Valdría una formulación como esta: Dios es justo en su misericordia y misericordioso en su justicia? Justo porque toma en serio el pecado y lo condena, hasta el punto de morir por nuestros pecados; y misericordioso porque ama al pecador y resucita para nuestra justificación.

Ya en el Antiguo Testamento encontramos afirmaciones de este tipo: la justicia de Dios es su misericordia. San Pablo, en su carta a los romanos, dice que la justicia de Dios se manifiesta en la justificación del pecador, de modo que el Dios justo es justificador. Podemos concluir, pues, que la justicia de Dios es su misericordia. Dice el Papa Francisco: “La misericordia no excluye la justicia y la verdad, pero ante todo tenemos que decir que la misericordia es la plenitud de la justicia y la manifestación más luminosa de la verdad de Dios”.

Dios quiere todos se salven. Es de esperar, por tanto, que la voluntad de Dios, se cumpla. Cierto, en este asunto de la salvación interviene también la libertad humana, porque salvación es acogida del Dios que es Amor, y no hay amor sin recíproca acogida.

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JMValderas
29 de septiembre de 2016 a las 10:55

Recuerdo, mediados los setenta, cierto diálogo con el P.Marceliano Llamera, profesor de teología moral y puntal de lo que sería andando el tiempo la facultad donde usted P. Martín enseña. Explicaba la virtud de la caridad. Terminada la clase, se le abordó en el claustro al que daba el aula sobre la conexión entre las virtudes --tesis genuinamente tomista-- y en particular sobre la relación entre justicia y caridad. El alumno defendía una complementariedad inextricable entre ambas. La caridad no era la escueta beneficiencia, sino el nudo de la vida cristiana, que persiste incluso en la otra vida. No viene al caso detallar cómo acabó el "diálogo".

Parece como si la misericordia fuera una suerte de supravirtud. Tal es el énfasis que hoy se le da. Quizá porque no atendemos a su fuente, que es la caridad, es por lo que el desenfoque puede provocar la contestación, rechazo incluso, de determinados enunciados que vienen de muy alto.

Cómo se echa de menos hoy en la Iglesia una exposición clara de la doctrina, sin tener que salir al paso constantemente de hermenéuticas ad hoc para cohonestar determinados pronunciamientos.

Juan
29 de septiembre de 2016 a las 13:29

Considerando el tema desde otro ángulo, fray Martín, ¿puede Dios deshacer con la izquierda lo que hace con la derecha? Gracias, fray Martín y comentaristas.

Juanjo
29 de septiembre de 2016 a las 19:15

Yo creo, que quien pone el "pero" en el fondo no quiere un Dios "justo", sino justiciero. Un Dios que "dé su merecido".
Como en casi todo, en teología, creo que los conceptos que se manejan tienen su interés. Consultando el DRAE define justicia como "Principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece". En cierto sentido hasta se puede decir que Dios entonces no es justo; ¡gracias a Dios! "no nos trata como merecen nuestras obras".
Hay una parábola, que me parece que define perfectamente el tema. la del propietario del campo que sale a buscar a distintas horas trabajadores para su viña. Y todos reciben un denario (lo acordado). El "pero" señala en el fondo que quien trabaja una hora debe cobrar una hora, el quien trabaja cuatro horas cobre cuatro, y quien trabaje trabaje ocho horas cobre ocho horas. Pues resulta que sin perjudicar a nadie ese propietario, quiere ser bueno. ¿será así Dios?

Anónimo
2 de octubre de 2016 a las 20:07

Que la Luz de Rosh Hashaná, el Nuevo Año judío 5777 que comienza al aterdecer de este dos de octubre, ilumine a nuestros hermanos judíos, y al resto de la humanidad.
Buen y dulce año. Unidos en oración.

Shana Tova

Shalom

Antonio López Sernández
20 de octubre de 2016 a las 09:21

En Dios no hay pluralidad. Los atributos divinos se distinguen sólo con distinción virtual menor (distinción de razón, pero cada atributo incluye y supone los demás). Esto donde se ve con claridad es en los atributos de la misericordia y justicia de Dios. En el repudio y condena del pecado Dios es inmensamente justo: exige el pago total. Pero ¿quién pagó nuestra culpa? El mismo Dios, hecho hombre: Jesucristo. El Padre exigió hasta la última gota de sangre de su Hijo para pagar el pecado del hombre. Si grande fue la culpa, mayor ha sido su reparación. "Feliz culpa que nos dio tal Salvador", canta el himno de Semana Santa. ¿Hay algo más grande que esto? El acto de suprema justicia se identifica con la suprema misericordia. DIOS ES PADRE BUENO, MISERICORDIOSO: quiere que todos nos salvemos. Como Padre solícito, paciente, está esperando siempre al hijo pródigo.

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