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Lo religioso y lo teologal
1 comentariosLeo una entrevista a la Catedrática Amelia Valcárcel (en páginas dominicales de “Levante-El Mercantil Valenciano” del 2 de marzo, que no he encontrado en Internet). Ofrece una serie de reflexiones razonadas y razonables. “Ni Dios ha muerto, ni tampoco se ve claro que la religión sea el opio del pueblo”, dice Valcárcel. Y ante la pregunta de si la fe religiosa es un sentimiento individual, responde: “la fe no es un sentimiento individual”. A continuación la filósofa hace una serie de consideraciones sobre la fuerza que tienen las estructuras religiosas y afirma: “las religiones no son fe, son sistemas explicativos del mundo y normativos, que te dicen lo que está bien y lo que está mal, lo que tienes que hacer y lo que tienes que evitar”.
Esta distinción entre fe y religión es muy antigua y merece alguna precisión. En el evangelio encontramos una palabra de Jesús sobre el sábado, hecho para el hombre, y no el hombre hecho para el sábado. Y Tomás de Aquino nota que los actos de culto no recaen directamente sobre Dios; la fe sí: cuando creemos establecemos contacto directo con Dios (II-II,81,5). No puede absolutizarse lo religioso. Las prácticas e instituciones religiosas nacen y mueren. Y cuando por su instinto de conservación ya no sirven al ser humano, sino que se sirven de él, existe la obligación de cambiarlas.
Chenu cuenta que entró en la Orden de Predicadores atraído por el clima contemplativo que se respiraba en el convento de noviciado y estudiantado. Y aclara: no me atrajo la liturgia -liturgia pre-conciliar que le parecía pesada y aburrida-, pues la liturgia pertenece al orden de la religión, sino la contemplación, que pertenece al orden de lo teologal. Palabras sabias. Pues lo importante es el encuentro con Dios, el conocimiento de Dios (favorecido según la Dei Verbum por la oración y el estudio, tan inseparables que casi se confunden); las formas sirven en la medida en que nos ayudan a este encuentro. Desgraciadamente solemos hacer problema de las formas religiosas, y olvidamos lo importante, lo teologal.