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Lo que no suele verse en Silos
1 comentariosLas visitas turísticas suelen ser siempre muy sesgadas. En ellas lo que más importa es el negocio. Por ejemplo, cuando uno visita las cuevas del Drach en Mallorca, los turistas se quedan sin ver la mitad de la cueva. Se trata de que los grupos vayan rápidos para que puedan entrar el mayor número posible. Eso no tiene mayor importancia, porque con lo que se ve y se enseña, el visitante puede hacerse una idea de lo que hay en la cueva. Pero en otros casos, hay cosas que no se dicen por intereses ideológicos, o que no se enseñan, porque el visitante no sabe que existen y, por tanto, no pide verlas.
Cuando se visita el Monasterio de Silos se suele enseñar el claustro con el famoso ciprés y la Iglesia. Y se ofrecen explicaciones sobre los distintos maestros que allí han trabajado y sobre el sentido de las esculturas que, en términos generales, es bastante obvio: escenas de la vida de Cristo fáciles de adivinar. Pero hay detalles que escapan a una simple y rápida mirada y que posiblemente tienen un sentido interesante. Por ejemplo: en algunas escenas esculpidas en el claustro, el apóstol Pablo parece jugar un papel más importante que el apóstol Pedro, no solo por la situación de ambos apóstoles en relación a Cristo, sino por el modo de calificarlos: como “apóstol Pedro” o como “Magnus Sanctus Paulus”.
¿Qué hay detrás de esta aparente prioridad de Pablo sobre Pedro o, si se prefiere, de esta aparente rivalidad? Ya la carta a los Gálatas cuenta que un día Pablo tuvo que reprender a Pedro. En las escenas de Silos es posible que haya una cierta protesta por la introducción de la liturgia romana en detrimento de la mozárabe. Y, por tanto, una reivindicación del papel de la iglesia hispana frente a la romana. Si eso fuera así, estaríamos ante un ejemplo de que las disputas sobre cuál es la mejor liturgia vienen de lejos, si una liturgia adaptada al pueblo o una importada.
Además del claustro, hay en Silos algunos rincones interesantes que, si bien no se ocultan ni se niegan, no suelen ser muy mostrados. En el antiguo coro de los monjes se encuentra un hermoso cuadro de Cristo crucificado. Parece que este cuadro fue el que inspiró a Unamuno su poema al Cristo de Velázquez. Por otro lado en la cripta se encuentran restos de la primitiva Iglesia románica y el lugar exacto donde estaba el sepulcro de Santo Domingo de Silos. Ante este sepulcro, dice la tradición que la beata Juana de Aza, cuando estaba embarazada de su tercer hijo, Domingo, tuvo una visión de un perro con una antorcha que iluminaba el mundo, un presagio de la gran obra de Domingo de Guzmán. A mí esa leyenda me parece interesante, pero más interesante y serio me resulta conocer ese lugar dónde una mujer embarazada rezaba a Dios por el feliz éxito de su embarazo, encomendando ya desde ese momento a su hijo a Dios.