Nov
León XIV sobre Nicea: ecumenismo y encarnación
6 comentarios
Seguimos celebrando el 1700 aniversario del Concilio de Nicea. Durante este año se han celebrado numerosos congresos que nos han recordado su importancia. Este concilio fue el primer acontecimiento ecuménico del cristianismo, al que siguen apelando todas las confesiones cristianas para confesar que “Jesucristo es el Hijo único de Dios, que por nuestra salvación bajo del cielo”.
Con fecha del 23 de noviembre, León XIV ha escrito una carta apostólica para recordar este acontecimiento, con el significativo título de: “En la unidad de la fe”. En efecto, en la profesión de fe de Nicea estamos unidos todos los cristianos. El Concilio Vaticano II habló de un orden o jerarquía de verdades que convenía tener presente en cuestiones ecuménicas. Resulta, pues, que en la verdad más importante estamos de acuerdo todas las Iglesias y confesiones cristianas, a saber, que Jesucristo es el Hijo de Dios. Si lo más importante nos une, entonces las diferencias son sobre cuestiones “menos importantes”.
Por eso el Papa afirma que el Concilio de Nicea es actual por su altísimo valor ecuménico. Y aunque la plena unidad con las Iglesias ortodoxas y las comunidades nacidas de la Reforma protestante todavía no ha sido lograda, el diálogo ecuménico, sobre la base del Credo niceno, nos permite considerar a ortodoxos y protestantes como hermanos “y redescubrir la única y universal Comunidad de los discípulos de Cristo en todo el mundo”, pues compartimos la fe en el único y sólo Dios, Padre de todos los hombres, en el único Señor Jesucristo y en el único Espíritu Santo, “que nos inspira y nos impulsa a la plena unidad y al testimonio común del Evangelio”. ¡Realmente lo que nos une, exclama León XIV, es mucho más que lo que nos divide! “De este modo, en un mundo dividido y desgarrado por muchos conflictos, la única Comunidad cristiana universal puede ser signo de paz e instrumento de reconciliación, contribuyendo de modo decisivo a un compromiso mundial por la paz”.
Ahora que nos acercamos a la fiesta de la Navidad vale la pena indicar que el Papa ofrece en su carta una serie de buenas reflexiones sobre el misterio de la Encarnación. “Los Padres de Nicea quisieron reafirmar que el único y verdadero Dios no es inalcanzablemente lejano a nosotros, sino que, por el contrario, se ha hecho cercano y ha salido a nuestro encuentro en Jesucristo”. El Credo niceno no nos habla “de un Dios lejano, inalcanzable, inmóvil, que descansa en sí mismo, sino de un Dios que está cerca de nosotros, que nos acompaña en nuestro camino por las sendas del mundo y en los lugares más oscuros de la tierra. Su inmensidad se manifiesta en el hecho de que se hace pequeño, se despoja de su infinita majestad haciéndose nuestro prójimo en los pequeños y en los pobres”.
Si con su Encarnación, Dios ha manifestado que “nos ama con todo su ser, entonces también nosotros debemos amarnos unos a otros. No podemos amar a Dios, a quien no vemos, sin amar también al hermano y a la hermana que vemos (cf. 1 Jn 4,20). El amor a Dios sin el amor al prójimo es hipocresía”.