May
Legislar y moralizar desde la experiencia
6 comentariosA veces parece que cuando se trata de la inmoralidad del aborto, la manipulación de embriones, las píldoras y métodos anticonceptivos, no se distinguen suficientemente los diversos grados de gravedad, se mete todo en el mismo saco y siempre se pronuncia un “no” sin matices. Al respecto me viene a la mente que Pablo VI, en su encíclica Humanae Vitae, tras rechazar los métodos “no naturales”, consciente de que la debilidad humana no siempre es acorde con el ideal de perfección cristiana, terminó recomendando a los esposos acudir al sacramento de la penitencia. Sería bueno que también hoy se recordase esta posibilidad de acogerse a la misericordia divina, significada en el sacramento. Precisamente en el sacramento no se juzga a tenor de la letra de la ley, sino a tenor de las circunstancias del penitente. Y eso obliga a distinguir los distintos grados de pecado y a considerar las distintas circunstancias personales.
Una profesional sanitaria me hace notar lo importante que es la experiencia a la hora de legislar o de ofrecer orientaciones morales. Esa persona pregunta: ¿su hija ha quedado embarazada con 16 años? ¿Ha tenido relaciones sexuales sin protección y por eso reclama la píldora del día después? ¿Ha estado con pacientes terminales a pie de cama, no quince minutos de visita, sino día tras día? ¿Conoce por experiencia el sufrimiento de la gente, unas veces físico, otras psíquico, otras espiritual o religioso? Porque quien ha pasado por esas situaciones legisla de forma distinta de quien no ha pasado por ellas. Y pone como ejemplo de legislación por haber pasado por una determinada experiencia a la socialista valenciana Clementina Ródenas: al tener a su hijo en silla de ruedas, parapléjico, logró que las aceras de la ciudad no fueran una barrera arquitectónica. Valencia fue de las primeras provincias que pusieron autobuses con plataforma para subir en silla de ruedas y un servicio de transporte especial para gente con problemas de accesibilidad.