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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

21
Jun
2011

La Trinidad es como un matrimonio

3 comentarios

La Trinidad no es comparable con nada ni con nadie. Pero entre las muchas analogías, débiles y pobres comparaciones que dan una idea pequeña de lo que puede ser el Misterio Trinitario, los antiguos autores cristianos de tradición griega, utilizaban la imagen de la Familia: padre, madre e hijo. Es una buena imagen que merece la pena profundizarse.

El Dios cristiano es único, pero no solitario, precisamente porque es un Misterio de Amor. “Un Dios solitario sería un mal estado de cosas. Dios necesita compartir, interactuar, amar y puede hacerlo más perfectamente con iguales” (R. Swinburne). Para hacerse una idea de lo que puede ser una unidad de varias personas que son una única realidad, recordemos esta palabra de Jesús referida a la unión del varón y de la mujer: serán dos en una sola carne. Dos personas en una sola carne. Eso es el misterio trinitario: tres personas en una única naturaleza. Pero hay más, porque el matrimonio, si se queda en el dos, puede convertirse en un amor egoísta. De ahí la importancia de abrirse al tercero, al hijo. Entonces el dos en una sola carne se convierte en tres es una sola familia. Pues bien, eso que en nuestra experiencia humana nunca se logra del todo, porque siempre hay algo que separa a los dos en una sola carne, o a los tres en una sola familia, en Dios se realiza en una unidad sin fisuras, en una perfecta unión de voluntades, en una comunión plena, en una reciprocidad en la que todo se comparte.

Pero hay más: el que Dios sea comunión en relaciones de Amor, y eso es lo que define su ser Dios, es lo que hace que su amor sea un amor que se abre más allá de sí mismo. El “ser” de Dios, explica su apertura a los seres humanos, su darse a conocer en el Hijo y su entrega a todos y cada uno en el Espíritu. El “ser” de Dios es la condición y posibilidad de su relación de amor con todos y cada uno de los seres humanos. Porque el Amor auténtico no es un amor encerrado en sí mismo, sino abierto a lo universal. Ocurre lo mismo en el matrimonio: cuanto mayor sea la unidad del dos en una sola carne, resultado del amor, tanto más se abrirá este matrimonio a la acogida de los pobres y necesitados, y a la hospitalidad de los que llaman a la puerta de su casa. El amor intra divino y el extra divino, y en su estela el amor intra matrimonial y el extra matrimonial, son directamente proporcionales.

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Bernardo
23 de junio de 2011 a las 00:46

Ando estos días con el bello libro de Swinburne que ha traducido tu hermano Sixto Castro, magníficamente, y me encuentro que citas una de sus perlas. Pero creo que yerra cuando "subordina" las personas del Hijo y el Espíritu a las del Padre, como si Éste fuera la sustancia de la divinidad. Creo que la concepción cristiana de Dios, la Trinidad, va mucho más allá del monoteísmo, e incluso del teísmo. La imagen familiar, que propones, es más adecuada para el Dios cristiano que cualquier otra teísta, por la simple razón de que Dios es Amor y Comunión y esto sólo se puede expresar mediante la magnífica imagen de la familia. Los intentos de reducción del Dios cristiano a la fe monoteísta acaban con ese Dios manifestado en carne en Jesús. La celebración del Corpus así nos lo muestra: un Dios atrapado en un trozo de materia. Nada hay más concreto que esto.

vicente
24 de mayo de 2018 a las 21:20

me gusta la imagen de la familia. También la Iglesia es como la familia de los hijos de Dios.

Valero
1 de junio de 2023 a las 08:51

Gracias Martín por expresar de forma tan sencilla, verdades complejas de la fe.

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