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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

29
Ene
2016

La reciprocidad es importante, y la libertad aún más

8 comentarios

Dos hechos recientes, muy distintos, me han hecho pensar. El primero ha sido el gesto del estado italiano de ocultar determinadas esculturas para que el presidente de Irán y su séquito se sintieran más cómodos durante su estancia en Roma. El segundo es la noticia de que tres monjas mercedarias del convento de Santiago de Compostela estarían allí retenidas contra su voluntad. Esta segunda noticia ha sido posteriormente matizada y, en parte, desmentida. Comparto una reflexión, que va más allá de los hechos y no se ciñe a ellos, aunque haya sido por ellos provocada.

Me parece muy bien que, ante la visita de un huésped, el anfitrión haga todo lo posible para que se sienta a gusto y su visita resulte cómoda, incluso si detrás de este deseo de quedar bien hay intereses por parte del anfitrión, como es el caso de los contratos que Italia iba a firmar con Irán. Ahora bien, en estos asuntos en los que subyace un choque de culturas y, a veces, un choque de religiones, es importante que la recíproca sea siempre verdad. Solo esforzándonos en la reciprocidad y buscando tender siempre a ella, pueden desenterrarse para siempre los peligros de violencia entre las religiones. La reciprocidad construye una paz duradera y plena. El criterio de la reciprocidad tiene múltiples aplicaciones: en los matrimonios interreligiosos, en las presidencias de los coloquios, en la oraciones comunes, en la construcción de templos, en la búsqueda de ayudas estatales, en apoyar al otro en aquello mismo que me gustaría que él me apoyara a mi.

En asuntos religiosos la reciprocidad es importante cuando se trata de dialogar con el distinto. Pero cuando se trata de asuntos que conciernen a la situación de uno dentro de la propia religión, la libertad es un principio fundamental. Porque sin ella no hay religión que pueda vivirse en la verdad. Hay una diferencia fundamental entre una cárcel y un convento clausura. En la cárcel, los que están allí quieren abandonarla cuanto antes, pero no pueden hacerlo; han ido allí contra su voluntad, y están allí retenidos mediante la fuerza. En los conventos llamados de clausura, los y las que están allí pueden abandonarlo cuando quieran; ocurre que no quieren abandonarlo, precisamente porque están allí libremente.

La puerta de los conventos debe estar siempre abierta. Un buen signo de esta apertura sería que cada uno de los residentes tuviera llave de la puerta que da a la calle. La clausura está al servicio de la vida. Pero la vida es libre. Las puertas cerradas son siempre una mala señal. Y tanto en la cárcel como en los conventos, la sensación de puertas cerradas o de sentirse permanentemente vigilados, en muchos casos, perturba la mente y destruye a las personas.

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El interesado
29 de enero de 2016 a las 14:15

Considero acertadas sus palabras fr. Martín.

Angel Plaza-Martin
29 de enero de 2016 a las 20:05

Siento en el alma escribir un comentario tan negativo, porque en verdad creo que la vida religiosa y la vida espiritual tienen su parte positive y pueden hacer una contribucion notable a la vida de las personas y a la sociedad en general... PERO la forma en la que se materializa la vida espiritual (ejercicios, seguimiento personal, votos, negacion de la sexualidad, negacion de la afectividad, proselitismo, control, imposicion, invasion de la intimidad, menosprecio de la dignidad de las personas...) hace que la vida espiritual "en muchos casos, perturba la mente y destruye a las personas".
Saludos.
Angel

JM Valderas
29 de enero de 2016 a las 20:49

No entro nunca, fray mMrtín, en sus escritos pastorales. No me parece oportuno y, de paso, me ahorro el improperio de algún desconocido, pero la cuestión de la reciprocidad me incita a dar cuenta de cierta experiencia. No existe reciprocidad con los países musulmanes, por la sencilla razón de que para ellos eso significaría negación de su fe. Sólo las exigencias del derecho internacional o las relaciones bilaterales entre países pueden exigir esa reciprocidad religiosa. A un policía árabe de fronnteras puedes sobornarle si llevas alcohol (whisky) en tu maleta y eres árabe (con medicinas occidentales, por ejemplo). Cierto colega de profesión contaba ançécdotas sabrosísimas a este respecto durante los años de la guerra del golfo y la invasión de Kuwait. Menos divertida es la suerte de los cristianos de Mosul y otras ciudades. Mártires unos, huidos otros. O las comunidades y templos arrasados de Siria. Pese a que fueron cristianos de esa procedencia los que crearon la cultura árabe en la Casa de la Sabiduría.El derecho internacional y su fuerza coercitiva es, por desgracia, la única vía de momento. Una de las debilidades de Occidente ha sido no exigir esa reciprocidad.

Elih
30 de enero de 2016 a las 00:08

La historia nos recuerda que durante siglos no fuimos, los católicos, precisamente ejemplo de tolerancia, respeto y libertad religiosa. De perseguidos por la fe pasamos a ser perseguidores, incluso dentro de la propia Iglesia. Mucho de lo que ciertos cristianos viven en zonas de mayoría musulmana no es más que un recordatorio de lo que otros creyentes tuvieron que vivir en países de tradición cristiana

No es verdad, Elih
30 de enero de 2016 a las 14:41

No existe ninguna similitud en toda la historia de lo que están haciendo muchos musulmanes. Nunca. Es falso, FALSO, decir que hubo una época en que los católicos (o cristianos), hicieron algo similar a otras religiones. FALSO. Nunca se han matado niños de 3 o 5 años como se está viendo en las noticias. El desprecio al "enemigo" y el modo de matarle. Nunca se ha matado ni asesinado como hace el ISIS en sus formas y de tales maneras, denigrando a la persona, humillándola y tratándola como animales. En muchas guerras a veces un grupo de imbéciles mataban al enemigo, un soldado del otro bando, con ultrajes, pero ese hecho, conocido por oficiales o por miembros de alto rango suponía un castigo y una llamada de atención a los soldados que lo cometían. El ISIS en sus altos mandos no se comporta de ese modo, es más, promueve esas formas inhumanas de matar y asesinar. Lo que estamos viendo por parte de ese mundo musulmán jamás se ha visto antes, NUNCA, en la historia de la humanidad. Voy a citar un ejemplo entre cristianos, como ejemplo, y de los más terribles: se trata de una salvajada entre católicos y hugonotes franceses en la matanza de San Bartolomé. Y ni ahí se usó la violencia tan desproporcionada contra todo tipo de personas, mujeres y niños, y eso que fue un baño de sangre. Estudiemos un poco, por favor. Vale ya de equiparar la violencia que todos los días escuchamos con un sincretismo-irenista absurdo y falaz.

Miro-Andrio Sánchez G.
30 de enero de 2016 a las 18:10

Lamentablemente, aunque "no debería ser",hay en muchas casas religiosas y en conventos de clausura, más "clausura mental y de corazón", que es patológica, de la que cabría esperar. Cuando abunda en los dirigentes (llamados "superiores")la superioridad en lugar de la actitud de "servicio", suele faltar "sabiduría y sensatez",y a partir de ahí las aberraciones y las transgresiones hasta de los derechos básicos de las personas son más frecuentes de lo que muchos saben o se imaginan. Es bueno que salgan estos casos a la luz para que se pueda alertar y reflexionar en voz alta. Esto nos enriquece a todos al ponernos sobre aviso y recordar que no todo lo que brilla es oro, ni todo lo que se dice "religioso" es santo.

Juan
30 de enero de 2016 a las 23:41

Las Mercedarias de Santiago salen en su defensa en una carta que publican hoy en La Voz de Galicia. ¿Qué hay de verdad en todo esto? Según el informe, una de las tres monjas fue vicaria durante seis años y tornera y tenía todas las llaves del monasterio y libre contacto con el mundo exterior… ¿cómo podía estar privada de libertad siendo la segunda en autoridad después de la madre priora?

Elih
31 de enero de 2016 a las 02:02

Por única vez voy a escribir algo a alguien que parece dirigirse a mí. El blog es de Fr. Martín y no creo que sea correcto polemizar sobre el comentario de otro participante, mucho menos sutilmente tratarlo como ignorante o falto de estudio....y eso que hablamos de libertad, de respeto, de tolerancia. Para ejemplo, un botón.

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