Dic
La liturgia erre que erre con la Parusía
1 comentariosMientras las ciudades se llenan de belenes, la liturgia, erre que erre, sigue con su idea. Los que hayan asistido a la Eucaristía de este tercer domingo de adviento habrán escuchado una exhortación a “estar alegres”. No nos confundamos: no se trata de estar alegres porque se acercan unas hermosas fiestas. Si el apóstol Pablo hace una llamada a la alegría es porque el Señor es fiel y cumplirá sus promesas, esas promesas que se realizarán en la Parusía, o sea, en la venida gloriosa del Señor al final de los tiempos. Quien no haya captado todavía este sentido del adviento relea la segunda lectura de la Eucaristía de este domingo. Estos días de adviento no están en función de ninguna otra cosa, ni preparan a recordar ningún acontecimiento pasado. Tienen entidad propia y preparan a una venida futura, la del Señor glorioso que vendrá para juzgar a vivos y muertos. Una venida que los cristianos esperamos con inmensa alegría porque sabemos que el criterio de este juicio será el amor. El amor de Dios hacia nosotros y el amor nuestro hacia el prójimo. De ahí que la Parusía no nos evade de nuestras responsabilidades presentes, de la necesidad de encontrar a Cristo presente en cada persona, sobre todo en las más necesitadas. La espera de la Parusía nos plantea la pregunta por el ahora, por el qué hacemos, cómo vivimos mientras esperamos. Precisamente la colecta de este domingo será destinada a las diversas tareas que realiza Caritas. Posiblemente en estos días estamos más sensibilizados ante las desgracias y la pobreza ajena. No convendría que la colecta de este domingo tercero de adviento sirviera para tranquilizar las conciencias y hacernos olvidar que los pobres siempre están a nuestro lado.