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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

30
Sep
2010

La ley no salva

8 comentarios

Todo grupo humano necesita un mínimo de organización. También la Iglesia y las instituciones religiosas. Pero una cosa es el buen orden en los grupos y en las instituciones y otra hacer de la religión un conjunto de normas y preceptos que, para colmo, se consideran salvíficos. San Pablo, en sus cartas, dejó muy claro que la salvación ofrecida por Dios en la cruz de Cristo reemplazaba definitivamente a la obediencia a la ley como medio de justificación ante él. Por ser oferta de amor, encuentro y reconciliación, la salvación es gratuita. Pretender obtenerla por el cumplimiento de una ley sería desvirtuar totalmente su gratuidad. Si la salvación no depende del cumplimiento de la ley, eso significa que Dios pone la salvación a disposición de todos los hombres, sin condiciones onerosas. Sin ley, la salvación puede ser universal.

Por otra parte, la liberación de la ley abre a la universalidad del cristianismo. Deberíamos recordarlo cada vez que buscamos signos unificadores de la fe en la liturgia, en las costumbres o en la teología. Precisamente lo propio del cristianismo es su capacidad de adaptación a nuevos lenguajes y culturas. Liberados de la ley, podemos ser universales. Una uniformidad impositiva es colonización. No hay un único modo de celebrar, de explicar la fe, de organizar la parroquia, de vivir en comunidad. El pluralismo como principio forma parte de la universalidad del Evangelio, para todos los hombres, de todos los tiempos y culturas.

La ley, dice también san Pablo, encuentra todo su sentido en el único precepto del amor. El mandamiento del amor, que reemplaza a la ley, tiene capacidad primero de relativizar normas, de orientar todo en función del bien de la persona, y luego de adaptarse a distintas circunstancias. Si la ley de Dios es ley de amor, no puede confundirse con el derecho religioso y, mucho menos, con el derecho del más fuerte. Cuando se trata de cuestiones organizativas y, sobre todo, de leyes que afectan sólo a la persona, por ejemplo determinadas leyes sobre alimentos o costumbres piadosas, no convendría vivirlas como un carga que culpabiliza a quien no las cumple. Se trataría más bien de cumplirlas como personas libres bajo la gracia.

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Juanjo
1 de octubre de 2010 a las 11:26

Tengo cada día más clara la urgencia de volver nuestras miradas a Jesús y centrar nuestros esfuerzos en comprender su forma de actuar y vivir.
A todos en la Iglesia nos urge convertirnos al Evangelio.
Todavía con una mentalidad moral heterónoma de actuar como una imposición, en la que se hace o se deja de hacer porque la Iglesia lo manda o lo prohibe, creo que urge eliminar de raíz el esquema infantil de obrar bien por el premio y de evitar el mal por miedo al castigo, que me da la impresión que subyace en muchas personas
También puede ser errónea la reacción popular de una autonomía radical que pretenda eliminar las normas de la Iglesia como definidora, guardiana y sancionadora de las mismas
La ley impuesta será una losa pesada y el cristianismo una “religión mas”. Hoy precisamos saber el por qué de la norma y seguirla porque estemos convencidos de que es buena, y humanizadora. “Cristo es tanto más divino, cuanto más humano”.
Como en otras muchas cosas, a veces la mejor solución se encuentra en “el punto medio”. La teonomía si se comprende bien, puede ser esa mediación
Ser libres de la ley y creer que solo el amor salva, ¿no algo así como comprender que cumplir su proyecto es verdaderamente realizar nuestro ser? Es reconocer que “si hubiese algo que cumplir” es por nuestro bien y nuestra realización. ¿Que cuanto más nos fundamentemos en Dios más nos afirmamos a nosotros mismos?.
¿El criterio no podrá ser si lo que hacemos nos humaniza…..?
Miremos a Jesús.

lola
1 de octubre de 2010 a las 15:46

¿que es el amor? ¿que es la ley?
Nosotros nunca hemos tenido una Ley tan dura, como los judios, donde todo estba prefijado. Aun asi la Ley sirve para mostrar algo el camino, es el Pedagogo, tal vez cuando somos imperfectos necesitamos una ley, unos preceptos. De todas formas vemos que no somos capaces de cumplir la Ley y eso nos desanima, o bien la cumplimos o creemos que la cumplimos y nos hacemos orgullosos. Por eso pienso, que lo mejor sin duda es ver nuestra pequeñez e impotencia y unirnos cada vez mas a Cristo, nuestro Salvador.

Paul T.
1 de octubre de 2010 a las 22:33

La única LEY que Jesús de Nazareth nos "obliga" a vivir para la salvación es la del AMOR. Si pudieramos vivir tan sólo un pequeño porcentaje de este Amor divino hecho hombre y entre los hombres, muchas cosas de nuestra sociedad y de nuestra madre Iglesia cambiarían, o por lo menos serían de otras formas...
Gracias Maestro

Dvqe
2 de octubre de 2010 a las 02:01

¿Pluralismo? Veamos: Diccionario RAE vigésima segunda edición.
1. m. Sistema por el cual se acepta o reconoce la pluralidad de doctrinas o posiciones.
Ignoro de qué va esto. Palabras como Amor, Ley, Orden... ya no significan lo mismo (Nominalismo). No se habla el mismo Idioma. Y si se acepta todo, tal vez - digo que tal vez - seguramente la 'realidad' es indiferente. Bosquejamos distintos mapas, leemos y seguimos muy variados modos de interpretar los 'hechos'. Uno contempla la Cruz y ve en el crucificado al criminal, al indeseable, al anti-sistema. Otro, sin embargo, asiste impasible ante el grotesco cumplimiento de la ley. Y aquel que mira desde lejos, ése, sólamente llora. Se lamenta, no entiende. Pero ACEPTA.
No me queda más que aceptar ese anonadamiento, porque sí hay esperanza, se vislumbra la trascendencia, y el horizonte de repente no parece tan oscuro.
Queda otra cuestión. Voluntad. Esquiva palabra, si apenas dice algo. No sé continuar... Lo siento.

unodetant@s
2 de octubre de 2010 a las 04:38

¿Os suena lo de "no hacer un Dios a nuestra medida", lo de que "los teólogos están para evitar posibles sentimentalismos inmaduros"?

ley cumplimentada
2 de octubre de 2010 a las 15:51

Jesús afirma en los evangelios que no ha venido a abolir la ley, sino a darle cumplimiento. De hecho vivió y murió repetando las leyes judías, dándoles el cumplimiento del Amor, del Espíritu que vivifica la letra. Los cristianos aceptamos las Tablas de la Ley entregadas a Moisés: el Nuevo Testamento hunde sus raices en el Antiguo Testamento. En este tiempo tan "blandi-blup", el ejemplo de nuestros hermanos mayores, el amor a su espiritualidad, su guarda del shabat,nos recuerda que el Dios Amor encarnado en Jesús es exigente. Deberíamos re-encontrarnos con la celebración profunda del acontecimiento- Jesús, en el día del Señor. Los cristianos en Tierra Santa tienen presentes su raices hebreas, y celebran sus fiestas, profundizando en su significada cristiano, como signo de hermanamiento ecuménico.
La universalidad del cristianismo, el crecimiento de las ramas,los frutos maduros debieran provenir de unas raices cada vez más profundas en el Misterio de Dios. ¡Que pasemos un día del Señor lleno de Gozo y Alegría !.

Benardo
2 de octubre de 2010 a las 23:23

La ley no salva, tampoco es su misión, pero algunos lo fían todo a la ley y ahí viene el problema. Ahora bien, la ley nos pone los mínimos necesarios para vivir, pero se necesita superar la ley, superarla asumiéndola, no negándola. De ahí que Mateo pusiera en Jesús la afirmación del cumplimiento hasta la última iota. La ley nos permite andar el camino y saber cuáles son los límites del mismo, pero la ley no nos puede marcar la meta; ahí es donde entra el amor.

Ley-Amor
3 de octubre de 2010 a las 08:44

Da la impresión que el amor sea patrimonio exclusivo del cristianismo.Y la ley, un cumplimiento de mínimos de "otras" religiones. ¿ No estaremos minimizando a las "otras religiones"? ¿ A quienes actúan movidos por un profundo humanismo? A poco que nos descuidemos asociaremos la imagen de Jesús con un icono hippie del peace and love. La práctica del amor y la compasión forma parte de la ley natural.La encontramos en todas las tradiciones religiosas. ¿ De qué hablamos cuando hablamos de Ley?
En el cristianismo se encarna el amor " a la manera de Jesús". Y en Jesucristo amor y ley van intimamente entrañadas. Porque la Ley de Jesús era realizar la voluntad del Padre que le envió. Ley que es Amor. Amor que es Ley

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