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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

2
Jun
2025

La gloria presupone la naturaleza

3 comentarios
florgloria

El principio tomista de que la gracia presupone la naturaleza y la perfecciona es bastante conocido y citado. Ya es menos citado y conocido otro principio que prolonga el anterior “gloria non tollet naturam”, la gloria no destruye la naturaleza, sino que la realza. Porque la gloria no es más que la plenitud de la gracia.

Si la gloria presupone la naturaleza eso significa que en el mundo de la resurrección nuestra naturaleza (a la vez corporal y espiritual o, si se prefiere, somática y psicológica) no solo no desaparecerá, sino que alcanzará su más alta perfección. Al respecto, el Concilio Vaticano II dejó claro que “los bienes de la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad; en una palabra, todos los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo, después de haberlos propagado por la tierra en el Espíritu del Señor y de acuerdo con su mandato, volveremos a encontrarlos, limpios de toda mancha, iluminados y trasfigurados, cuando Cristo entregue al Padre el reino eterno y universal”.

No es extraño que Tomás de Aquino dijera que en el cielo nuestros cuerpos seguirán siendo sexuados, pues la sexualidad forma parte de nuestra integridad humana. A mucha gente le cuesta creer en la resurrección de la carne. Los doctos filósofos atenienses se burlaron de Pablo cuando, en el Areópago, habló de resurrección. Si hubiera hablado de inmortalidad del alma seguramente no se habrían reído de él. De hecho, en su primera carta a los corintios tiene que responder precisamente a la pregunta de con qué cuerpo resucitan los muertos, pues la resurrección de los cuerpos suponía una gran dificultad para la gente de mentalidad griega.

Cuando Pablo responde que los muertos resucitan con un “cuerpo espiritual”, no está diciendo que resuciten con un cuerpo etéreo o energético, o sea, sin cuerpo, sino con un cuerpo invadido por el Espíritu Santo, un cuerpo en el que lo somático estará determinado por el espíritu divino y no a la inversa, como sucede ahora en esta vida terrena, en la que nuestra dimensión psíquica está muchas veces determinada por las pasiones de la carne. Mientras que la filosofía griega esperaba una supervivencia inmortal de solo el alma, liberada finalmente del cuerpo, el cristianismo concibe la inmortalidad como restauración íntegra del ser humano por el Espíritu de Dios.

En estos asuntos lo mejor es quedarse con los principios y las ideas generales. Porque cuando se trata de concretar detalles podemos resultar un poco ridículos, aunque si sabemos presentar esos detalles como hipótesis y no los absolutizamos, entonces también pueden ayudar a orientarnos. Pienso, por ejemplo, en eso que dice Tomás de Aquino sobre la edad de los resucitados: “resucitarán alrededor de los treinta años”, la edad perfecta, según nuestro santo. Estas explicaciones, a veces necesarias para la gente sencilla, no hay que tomarlas literalmente, sino como una manera de decir que el cuerpo resucitado alcanzará su perfección. Por cierto, su perfección a imagen de Cristo, “el Hombre perfecto”.

Posterior


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juan garcia
2 de junio de 2025 a las 16:36

Santo Tomás de Aquino supone que el cuerpo humano en la resurrección será como fue en sus años treinta, o sea que seremos conocidos en nuestros mejores añosñ. (cuando resucitó el Señor estaba en los treinta y astaba desapercebido por los de Emaus. Si el Señor no fue reconoocido por sus discípulos, ¿puede ocurrir que no seamos reconocidos tampoco nosotros, no importa si resucittamos como de treinta o sesenta? Santo Tomás tiene una forma bella de exponer sus dotrinas). Los filósofos griegos tenían dificutad en comprender cómo un cuerpo una vez hecho cenizas tiene la posibiidad de volver a ser el mismo cuerpo en la resurreción de los muertos.
Los espíritus, por el ccontrario, son inmortales y tienen la oportunidad de reencarnarse en otros cuerpos nuevos. La resurreción de los muetos es materia de fe para los cristianos, o sea que no se puede probar racionalmente. Por tanto es un regalo de cielo para los llamados a creer en nuestro redentor y sakvador.

Carmen Zamora
2 de junio de 2025 a las 17:01

Padre, una pregunta. Hoy conversaba con protestante que citaba Isaías 5 cómo prueba de que Cristo vino a restituir nuestro cuerpo. Yo le repliqué que el cuerpo nuestro seguirá sufriendo enfermedad y dolor hasta la muerte porque todavía está corrupto por el pecado y que cuando llegue la muerte los que aceptamos a Cristo, tendremos ese cuerpo glorioso del que habla Pablo. Estoy equivocada?

Martín Gelabert
2 de junio de 2025 a las 17:36

Para Carmen Zamora: gracias por su participación. Nuestra vida y nuestro cuerpo, son limitados y finitos. Por tanto, están sometidas al desgaste, al cansancio, a la enfermedad y a la muerte. En el cielo no habrá desgaste, ni cansancio, ni enfermedad, ni muerte.

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