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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

1
Jun
2013

La fe y la conciencia

7 comentarios

La fe cristiana y la conciencia son dos realidades distintas, aunque están relacionadas. Un ejemplo típico de confusión de la fe con la conciencia lo tenemos en una expresión como esta: “Debe ser una buena persona porque es cristiano”. Cuando pensamos así cometemos un doble error y una injusticia. Un error porque se puede ser cristiano y pecador. El otro error, al que se añade una injusticia, es el de suponer que un no cristiano es una mala persona. Ser buena o mala persona no es una cuestión de fe o de religión. Es una cuestión de conciencia, aunque la fe puede añadir una carga de responsabilidad al ser o no ser buena persona.

La conciencia es esta voz interior, que resuena en el corazón de todo ser humano, que dice: haz el bien, evita el mal. La fe es la respuesta del ser humano a la llamada de Dios, más en concreto, es un encuentro con Dios que se nos da a conocer por medio de Jesucristo. Mientras todo ser humano oye la voz de su conciencia, no todos los seres humanos conocen a Cristo. Pero el que no conoce a Cristo está tan obligado como el que lo conoce a seguir los dictámenes de su conciencia.

Ahora bien, la fe cristiana puede ser un motivo más para seguir la conciencia. Ya que la fe nos descubre que todo ser humano es imagen de Dios. Ahí tiene el cristiano una luz que le ayuda a ser más solidario y más justo con todas las personas, ya que reconoce en ellas la imagen de Dios y sabe, que son hijas e hijos de Dios y, por tanto, hermanos suyos. La fe cristiana, además, amplia los estrictos dictámenes de la conciencia. La conciencia nos dice que hay que dar a cada uno lo suyo. Eso es lo justo y lo que se espera de todos y cada uno de los hombres. Pero la fe nos llama a ir más allá de la justicia, nos invita al perdón y a la misericordia. La fe no sólo ilumina la conciencia (al ofrecernos la verdadera razón del respeto que todos merecen: son hijas e hijos de Dios), sino que también impregna de amor a la conciencia.

La fe cristiana no añade nuevos preceptos a los derechos y deberes que cabe exigir a todo ser humano. Pero la fe les da un nuevo color y un nuevo alcance. El samaritano misericordioso de la parábola evangélica hace cosas inauditas, que van más allá de la justicia e incluso más allá de la simple humanidad. Pues no sólo se ocupa de un herido que, en circunstancias normales le hubiera despreciado, sino que lo lleva al hospital y carga con los gastos de hospitalización. Lo que estrictamente se le podía pedir era que avisara a las autoridades para que se hicieran cargo del herido. Pero el samaritano va mucho más allá, se pasó de bueno con uno que era su enemigo. En este “pasarse de bueno” la fe muestra su grandeza, la dimensión divina que hay en el creyente, abriendo la vida la vida humana al perdón y a la misericordia.

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Maria Rosa
2 de junio de 2013 a las 00:22

¡Gracias Martin¡ por tu claridad de exposición

Jose Enrique
2 de junio de 2013 a las 19:40

Excelente comentario sobre que es La Fe y la Conciencia aclara dudas e malas interpretaciones

Martin Ellingham
2 de junio de 2013 a las 22:24

"La fe cristiana no añade nuevos preceptos a los derechos y deberes que cabe exigir a todo ser humano." Una afirmación que habría que matizar. Ya que por ley divino-positiva, a la que accedemos a la luz de la fe, conocemos deberes-derechos específicamente cristianos.
Saludos.

Juan
3 de junio de 2013 a las 19:43

La muerte de los mártires de Uganda nos recuerda esa "dimensión divina", que la fe añade a la conciencia. Esa voz interior, que llamamos conciencia, parece mandarnos mensajes diferentes a cada uno de nosotros: el bien y el mal no se entienden de la misma manera, y lo que es bueno para uno puede ser malo para otro. Se nos dice que debemos seguir la voz de la conciencia: a quién seguir, a Lwanga y compañeros o a los que le quitaron la vida? Gracias, fray Martín, por este excelente blog.

Joaquin Gorreta
15 de septiembre de 2013 a las 15:28

COMO DE SARROLLAR INTELIGENCA ESPIRITUAL
EN LA CONDUCCION DIARIA

Cada señalización luminosa es un acto de conciencia.

Ejemplo:

Ceder el paso a un peatón.

Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

Poner un intermitente.

Cada vez que cedes el paso a un peatón

o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.

Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.

Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.

Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años

Dr. Juan Manuel Romero Maldonado
17 de junio de 2019 a las 18:33

Afortunadamente ya están pasando los tiempos que nos afligieron por siglos, en los que la única era la fe cristiana; creer que la fe cristiana y la conciencia son dos realidades distintas, como dice don Martín, fue un concepto enseñado por la Iglesia de Moda en nuestra región occidental del mundo , permitió por tanto tiempo de poder y represión eclesial católica, que los clérigos dominicos apodados "los perros de dios" entre otros, de esta "santa religión" se entregaran a la oración ferviente por la mañana y por la tarde masacraran, torturaran y asesinaran "en el nombre de dios" a miles de desafortunados "infieles" que como única falta cometida era disentir de su forma de ver la fe.

Espero que nuestro comentario no incomode, y que pueda ser publicado sin la obstrucción del fanatismo católico.

Juana Alayo
11 de agosto de 2023 a las 05:58

La fe y la conciencia tienen que estar alineados a la palabra de Dios para que el espíritu santo obre mediante la fe, la conciencia es un elemento que tiene que estar verdaderamente libre

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