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La ética de Jesús
2 comentariosCuando utilizamos espontáneamente el término “ética” pensamos en el buen comportamiento. De forma un poco más precisa podríamos decir que la ética es una parte de la filosofía que estudia qué es lo moral, o sea, las reglas o normas por las que se rige la conducta de un ser humano; la ética también busca justificar un sistema moral y aplicarlo a los distintos ámbitos de la vida personal y social. Desde esta perspectiva cabe decir que puede haber distintas éticas, en función de los valores en las que pretenden sustentarse, de las conductas que quieren promover y de las razones que tienen para justificar estas conductas. No todas las éticas sin iguales. ¿Es posible pensar en una ética universal o civil, que vendría a ser una ética de mínimos, aceptados por todos? En teoría sí, en la práctica es más complicado por la dificultad que implica obtener consensos universales.
Las religiones, por su parte, promueven una ética, inspirada en sus principios y creencias. En este sentido cabe decir que Jesús de Nazaret promovió una determinada ética. Pues sus palabras y obras orientan hacia un determinado proyecto de vida, válido para toda persona, que pretende estar en consonancia con la voluntad de Dios. Una voluntad que busca la salvación y la felicidad de todos y cada uno de los seres humanos. El valor fundamental que inspira toda la vida de Jesús y que él pretende inculcar a sus seguidores es el del amor. Un amor universal, sin fronteras ni discriminaciones, que alcanza incluso al enemigo. Un amor que busca superar las diferencias entre los seres humanos, pero que también es una instancia crítica para todas aquellas barreras que atentan contra la dignidad humana y contra su bienestar. Porque este amor es universal, tiene un cuidado especial por aquellos más abandonados y necesitados, por los más pobres y marginados. Y cuestiona toda actuación y todo sistema que produce pobres y sólo busca el bienestar de unos pocos a costa de la explotación de muchos.
Con todo, lo más característico de la ética de Jesús es la gratuidad. Pues va más allá de lo que razonablemente se puede esperar. Desborda la justicia (dar a cada uno lo suyo) para entrar en el terreno del perdón y de la misericordia. ¿El motivo? Dios es así: ama a sus enemigos, da al que no lo merece, devuelve bien por mal. El cristiano está llamado a imitar a Dios. Así superamos toda ética de mínimos y pasamos a una ética de máximos: “si vuestra justicia no sobrepasa la de los letrados y fariseos…”