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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

24
Abr
2012

La ética de Jesús

2 comentarios

Cuando utilizamos espontáneamente el término “ética” pensamos en el buen comportamiento. De forma un poco más precisa podríamos decir que la ética es una parte de la filosofía que estudia qué es lo moral, o sea, las reglas o normas por las que se rige la conducta de un ser humano; la ética también busca justificar un sistema moral y aplicarlo a los distintos ámbitos de la vida personal y social. Desde esta perspectiva cabe decir que puede haber distintas éticas, en función de los valores en las que pretenden sustentarse, de las conductas que quieren promover y de las razones que tienen para justificar estas conductas. No todas las éticas sin iguales. ¿Es posible pensar en una ética universal o civil, que vendría a ser una ética de mínimos, aceptados por todos? En teoría sí, en la práctica es más complicado por la dificultad que implica obtener consensos universales.

Las religiones, por su parte, promueven una ética, inspirada en sus principios y creencias. En este sentido cabe decir que Jesús de Nazaret promovió una determinada ética. Pues sus palabras y obras orientan hacia un determinado proyecto de vida, válido para toda persona, que pretende estar en consonancia con la voluntad de Dios. Una voluntad que busca la salvación y la felicidad de todos y cada uno de los seres humanos. El valor fundamental que inspira toda la vida de Jesús y que él pretende inculcar a sus seguidores es el del amor. Un amor universal, sin fronteras ni discriminaciones, que alcanza incluso al enemigo. Un amor que busca superar las diferencias entre los seres humanos, pero que también es una instancia crítica para todas aquellas barreras que atentan contra la dignidad humana y contra su bienestar. Porque este amor es universal, tiene un cuidado especial por aquellos más abandonados y necesitados, por los más pobres y marginados. Y cuestiona toda actuación y todo sistema que produce pobres y sólo busca el bienestar de unos pocos a costa de la explotación de muchos.

Con todo, lo más característico de la ética de Jesús es la gratuidad. Pues va más allá de lo que razonablemente se puede esperar. Desborda la justicia (dar a cada uno lo suyo) para entrar en el terreno del perdón y de la misericordia. ¿El motivo? Dios es así: ama a sus enemigos, da al que no lo merece, devuelve bien por mal. El cristiano está llamado a imitar a Dios. Así superamos toda ética de mínimos y pasamos a una ética de máximos: “si vuestra justicia no sobrepasa la de los letrados y fariseos…”

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JM Valderas
26 de abril de 2012 a las 16:22

Qurido Martin, es curioso que una reflexión de tanto alcance no incite comentarios. No diré yo que sea necesario articular un De hominis beatitudine, de Santiago Ramírez, para un breve post que debe partir de la noción intuitiva (espontánea dices tú)de ética y llegar nada menos hasta las alturas de la teología moral, que esa es la Etica de Jesús. La ética de mínimos, difundida sobre todo a través del librito Adela Cortina para Tecnos, es una expresíón o bien utilitarista o bien vergonzante de la ética fundada en la ley natural. Eso que llamas tú ética civil es también ética religiosa. No existe una ética civil, salvo para los utilitaristas y positivistas. La ética es única, sin adjetivos. En otra postilla recordaba el esfuerzo de los discípulos de Aranguren, que no él, al menos en su Etica, por negar toda connotación religiosa a la moral. Admitir esa tesis, sobre error impropio de alguien que conozca a santo Tomás, es darles la razón en las consecuencias que su idea comporta para la vida social: negación de la libertad religiosa en los espacios públicos, en las leyes, en la docencia, etcétera. A veces, querido Martín, una tesis rutilante y atractiva esconde mucha dinamita. No es mío el post y no puedo abusar de lo que me gustaría también abordar: la integración de la ética en la teologñía moral. O de la razón en el mensaje de Cristo.

Bernardo
27 de abril de 2012 a las 17:14

Das en el clavo. La gratuidad como núcleo de la ética de Jesús, es decir, la Gracia. O dicho de otra manera, la entrega incondicionada y absoluta al otro. O más aún: la construcción de la mismidad a partir de la alteridad como constitutivo sustancial de la personeidad.
En fin, ser con, por y para los demás, ese es Jesús, imagen de Dios y proyecto de hermandad universal.

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