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La Encarnación como conversación
1 comentariosEn la teología de Tomás de Aquino, el término “conversación” resulta de lo más adecuado para explicar el misterio de la Encarnación. La encarnación es una conversación de Dios con el ser humano. Por cierto, también el Vaticano II entiende que la revelación es una conversación de Dios con sus amigos, los seres humanos, y cita Bar 3,38: “Dios apareció en la tierra y conversó con los hombres”. Pero dejo el Concilio y me centro en Tomás de Aquino.
Posiblemente el más conocido de los himnos eucarísticos compuestos por nuestro santo es el Pange lingua. ¿Qué debe cantar la lengua? El misterio del glorioso cuerpo y la preciosa sangre de Cristo que, nacido de una virgen inmaculada, conversó con el mundo (et in mundo conversatus) sembrando la semilla de su palabra. Desgraciadamente las traducciones del término “conversatio” no expresan toda la fuerza que tiene, entre otras cosas, porque buscan sinónimos y olvidan la palabra tan castellana de “conversación”.
En la tercera parte de la Suma de Teología, tratando de la Encarnación, santo Tomás dedica una cuestión al tipo de conversación que Cristo tenía con nosotros. Por “género de vida” han traducido al español la pregunta que el santo formula por el tipo conversación que Cristo tenía con nosotros: de modo conversationis Christi. Y lo primero que plantea es si Cristo debía conversar con los hombres o vivir en soledad. La dificultad estaría en que, si Cristo era Dios, no es adecuado para Dios conversar con los hombres. Sin embargo, dice el santo, la conversación es lo que más conviene al fin de la encarnación, pues conversando familiarmente con los hombres nos dio confianza y nos acercó a él. “Cristo quiso manifestar su divinidad por medio de su humanidad. Y por eso, conversando con los hombres, lo que es una actitud propia del hombre, manifestó a todos su divinidad, predicando y haciendo milagros, y llevando entre los mismos una vida inocente y justa”. El texto bíblico de referencia que utiliza Tomás es el mismo que utiliza el Vaticano II, a saber, Baruc 3,38: “Dios se dejó ver en la tierra y conversó con los hombres”.
En sus comentarios bíblicos Tomás de Aquino utiliza con frecuencia el término conversación. Me limito a traducir lo que escribe al final de su comentario a Jn 1,14. El evangelista dice que la Palabra habitó entre nosotros “para mostrar la admirable conformidad de la Palabra respecto de los hombres, con los que ha conversado de tal modo que parecía uno de ellos. Pues no solo en la naturaleza quiso asimilarse a los hombres, sino también en la convivencia y en la conversación familiar, cuando quiso estar con ellos para atraer a Sí a los hombres por la dulzura de su conversación”.
Conversar implica atención, cercanía, interés por los problemas y necesidades del otro, familiaridad, intimidad. Conversar es dialogar, entrar en relación. No imponer desde arriba, sino buscar una relación horizontal entre amigos. Así es como Cristo quiso estar entre nosotros. Ese es el misterio de la Encarnación según Tomás de Aquino.