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Jóvenes indignados y jóvenes encantados
4 comentariosEn agosto se celebrará la Jornada Mundial de la Juventud, con la presencia de Benedicto XVI. Allí habrá muchos jóvenes, acompañados de otras personas no tan jóvenes, del mismo modo que hubo muchos jóvenes acompañados de personas no tan jóvenes en las acampadas del mes de mayo. No sería justo contraponer estos dos movimientos y menos aún decir que en mayo estaban acampados jóvenes indignados y en agosto estarán aplaudiendo jóvenes encantados. Entre otras cosas porque posiblemente algunos de los acampados en mayo se encontrarán en Madrid en agosto. No muchos quizás, pero alguno sí. Las personas tenemos muchas vertientes y pertenencias. Cuando se nos encasilla en una sola, no se nos hace justicia. Es posible que en Madrid los actos estén capitalizados por grupos que busquen, ante todo, manifestar su fidelidad al Papa y las acampadas de mayo estuvieran capitalizadas por grupos que querían que quedase claro su rechazo a una manera de hacer política. En todo caso, y más allá de la Jornada Mundial de la Juventud que, como es comprensible, requiere cauces y programa, sería bueno que dentro de la Iglesia se buscase no sólo el aplauso, sino la voz espontánea, libre y no programada de los católicos, jóvenes y no jóvenes,
¿Significa eso que en política es posible ser contestatario y en la Iglesia se pide sumisión? De ninguna manera. Hay en política jóvenes conservadores, con poco espíritu crítico, que se dedican a aplaudir a los líderes en los que ven representada su ideología, y a rechazar, a veces con malos modos, a aquellos con los que no simpatizan. Entre los cristianos hay jóvenes más callados y conformistas, y otros más inquietos y críticos. Todos caben en la Iglesia. Hay que dejar claro que ser cristiano no se identifica con un determinado talante, o una ideología política. Más aún: que en la Iglesia se favorece el mutuo respeto, la mutua escucha y la mutua comprensión. También hay que dejar claro que el evangelio se puede vivir de forma tranquila y con un talante conservador, pero no se puede vivir a base de ignorar las muchas injusticias de nuestro mundo. Hay muchas maneras de reaccionar ante la injusticia, pero la pasividad, el conformismo, la resignación, y no digamos la justificación de la injusticia, sí son incompatibles con el evangelio. Jesús nos llama a tomar partido a favor del bien y a luchar con todas nuestras fuerzas contra el mal. La acogida del Evangelio no nos hace sumisos, sino lúcidos.