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José, patrón del buen nacimiento
3 comentariosJesús nace por el poder del cielo, pero toma la carne de María. El esposo de María no es el padre biológico de Jesús. Sin embargo, la figura de José es necesaria para que se cumpla una importante profecía, a saber, que el Hijo de Dios nacería del linaje de David según la carne (Rm 1,3). Gracias a José, Jesús entronca con el linaje de David. Por eso José es el que pone nombre a Jesús (Mt 1,21), porque a él le corresponde la paternidad davídica. José es necesario, no solo como marido y padre custodio, sino como mediador que hace posible el cumplimiento de las profecías y, por tanto, hace posible un elemento fundamental del mesianismo de Jesús. La necesidad de José es teológica.
Cuando Jesús comienza su ministerio público, José nunca aparece. De ahí se ha deducido que José murió antes de que Jesús comenzará su ministerio como predicador del Reino de Dios. ¿Cómo murió José? Una tradición cristiana dice que murió en brazos de Jesús y de María, antes de que ellos dejaran la casa de Nazaret. Por este motivo el pueblo cristiano siempre ha tenido a san José como patrono de la buena muerte; y por eso se le pide auxilio para tener una “buena muerte”. Un dominico lituano, Pavel Syssoev, después de referirse a esta tradición, añade: “el evangelio, por su parte, hace de José el patrón del buen nacimiento, el del Espíritu”.
José se sabe servidor de los caminos de Dios. Y, por eso, bien podemos decir que es padre espiritual de Jesús. Pues ser padre no es sólo engendrar; es cuidar, educar, proteger, alimentar, formar en la libertad. En el rostro de José, Jesús vio reflejado el rostro del buen Padre del cielo que vela por su hijo. Cierto, el nacimiento de Jesús no procede de la fecundidad natural, sino de tres instancias (si se me permite hablar así) necesarias para comprender el misterio de la Encarnación: la paternidad de Dios, la carne de María y la obediencia de José, gracias al cual Jesús pudo ser llamado hijo de David. Renunciando a la paternidad biológica, José es padre por obra del Espíritu Santo.
Mientras los evangelios ponen algunas palabras en boca de María, no ponen ninguna en boca de José. Y, sin embargo, es seguro que pronunció una, el nombre mismo de Jesús, puesto que el ángel le había encomendado que le llamara así. Pero al poner a su hijo este nombre único, José ha dicho lo más decisivo y fundamental, a saber, que “Dios salva”. Porque eso es lo que significa, en hebreo, el nombre de Jesús. José es el primero al que se le revela que el hijo que espera su esposa “salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,21). O sea, de todo lo que nos separa de Dios. Jesús es el que reconcilia a la humanidad con Dios. José fue el primero en escuchar este anuncio y, al pronunciar el nombre de Jesús, dijo todo lo que se podía decir sobre el niño que iba a nacer de María.