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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

10
Ago
2011

Infiernos intrahistóricos

3 comentarios

En un escrito cristiano antiguo, la carta de Bernabé, podemos leer a propósito de la creación del ser humano a imagen y semejanza de Dios: “viendo la hermosura de nuestra naturaleza, dijo el Señor: creced, multiplicaos, llenad la tierra”. Esta hermosura ha producido muchas maravillas, pero también grandes desgracias. Dios todo lo hizo bien. Pero el hombre ha hecho muchas cosas mal. A veces se culpabiliza a Dios del mal que hay en el mundo. El cristiano sabe que Dios no hace nada mal ni ningún mal. Por eso, si infierno hay, es creación del hombre. Recientemente un periódico de gran tirada lo reconocía indirectamente al calificar la situación de la deuda y las Bolsas de “descenso a los infiernos”. Aunque puestos a hablar de descenso a los infiernos yo no pienso en la deuda y las bolsas, sino en el hambre y la sed que matan a los somalíes o en los tanques que masacran a los sirios. Estas sí que son situaciones infernales intrahistóricas, cuyo autor directo es el ser humano. Por suerte, la solución está también en manos humanas.
 

Dentro de unos días el Papa vendrá a Madrid para alentar a muchos jóvenes católicos. He leído que algunos piden que continúe su viaje hasta Somalia. La petición, entendida como provocación que obliga a pensar, es oportuna, aunque es dudoso que un viaje papal a Somalia sea posible en las circunstancias actuales y, más dudoso aún, que el simple viaje arreglase lo que requiere infraestructuras y políticas adecuadas. Eso no quita que la visita del Papa a Madrid pueda y deba sensibilizar a los católicos para que se comprometan en todas aquellas causas que contribuyen a un mejor hermoseamiento de la naturaleza humana. Y para ello, lo primero de todo, es plantarle cara al mal para, a continuación, solidarizarse con los que sufren, y acto seguido poner todas nuestras fuerzas al servicio del bien.
 

En Madrid el Papa será bien acogido. Por los jóvenes, por supuesto. Y por los políticos, interesados en salir en la foto. Este ambiente positivo es una buena ocasión para recordar que la alegría cristiana no está para ser guardada, sino para ser trasladada a quienes pasan por tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligros, espada. Si allí llevamos a Cristo resultaremos vencedores cf. Rm 8,35-37). No con recetas mágicas, sino remando en medio de la tempestad y con el viento en contra (cf. Mc 6,48).

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Bernardo
10 de agosto de 2011 a las 14:53

Querido Martín, veo que no has estado de vacaciones, como yo, y veo que te ha cundido estos días de agosto. Intentaré ponerme al día con tu blog.
El tema que tocas es muy actual y tiene muchas vertientes que tocar, pero a mí me interesa subrayar que el infierno lo crea el hombre, pero no todos los hombres. Hay algunos que son responsables directos de su creación, en concreto aquellos que manejan las estructuras de pecado que generan el mal. Lo único bueno de todo esto es que el mal, por ser obra humana, tiene solución humana. Si el mal fuera obra de Dios no habría esperanza, pero Dios sólo es causa del Bien. De ahí que si nos ponemos podemos conseguir que la Creación de Dios sea lo que Dios quiso, un paraíso para el hombre. Dudo mucho que esto se consiga con viajes y multitudinarias reuniones, aunque todo puede aprovecharse. Espero sinceramente que no se utilicen estas reuniones para fines partidistas y sí para concienciar sobre la necesidad de solidaridad mundial.

Oscar
11 de agosto de 2011 a las 14:28

Hace pensar eso de que el infierno lo creamos los hombres. Porque Dios sólo saber hacer cielos. Aunque también debe ser verdad que nos enseña a los hombres a hacer cielos. Cada vez que acogemos al necesitado, que comprendemos al incomprendido, cada vez que perdonamos al ofensor, estamos haciendo ya un cielo en la tierra. Ojalá la visita del Papa nos aliente a todos a hacer cielos, que buena falta nos hace.

José Luis Riveiro
29 de agosto de 2011 a las 04:54

Fray Martín, yo pienso que el peor infierno que vivimos en este tiempo presente, es el causado no por el demonio del medioevo,sino por aquel que causa una muerte prematura premeditada, dejando en el desamparo a niños inocentes y una esposa dependiente, o una invalidéz causada por una bala perdida o dirigida, por no ceder a la extorción, muy de moda en Guatemala, así como la vejez vivida en circunstancias desfavorables en el total abandono de parte de sus seres queridos; o cuando la vida la vivimos no de forma ascética, trascendente y soberana. Entonces nos convertimos en un demonio, creador de circunstancias infernales.-

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