May
Igualdad... para algunas
2 comentariosEn primera página del periódico con más tirada de este país se informa hoy de que, por primera vez, el Tribunal Supremo ha reconocido, con efecto retroactivo, la igualdad entre mujeres y varones en la sucesión de títulos nobiliarios. Una gran conquista, sí señor. Sobre todo para algunas. Para las ricas con tiempo y dinero para dedicarlo a esas batallas. Es de esperar que ahora que su tiempo quedará más libre, lo dediquen a nuevas batallas en pro de la igualdad, por ejemplo de las mujeres africanas que tienen en el matrimonio (incluido el católico) el mayor factor de riesgo de contagiarse del virus del sida. Porque los maridos son infieles. ¿Quién lo hubiera dicho, el sida convertido en problema de género? Pues sí.
Dicho sea también en pro de la igualdad. Una agencia católica de noticias ha ilustrado la información del reciente documento vaticano sobre la obediencia de los religiosos con una foto con monjas. Alguien que ha entrado en la página de esta agencia me escribe: “¿Por qué siempre cuando se habla de la obediencia, incluyen la susodicha foto de monjas de clausura? El artículo está escrito por varón. Hay mucho acatamiento a regañadientes y con murmureo, detrás de rejas y velos”.
Eso de la igualdad está sobre todo en el corazón. Las leyes y los signos, aunque sean los de la nobleza, pueden ayudar. Pero sin nobleza de corazón y, sobre todo, sin ese Cristo que transforma las vidas de quienes le acogen porque en él ya no hay ni varón ni mujer (diferencias sexuales), ni esclavo ni libre (diferencias sociales), ni circunciso ni incircunciso (diferencias religiosas), ni judío ni griego (diferencias nacionales), ni bárbaro ni escita (diferencias culturales y raciales), sin él digo, todo puede quedarse en apariencia. Y eso de que no hay ni varón ni mujer, ni judío ni griego, se traduce en relaciones de fraternidad, de solidariedad, de ayuda, de perdón, de comprensión. Y también en políticas de igualdad para todos, y en una llamada a nobles y ricos para que dejen sus pedestales y se pongan al nivel de los plebeyos y necesitados. Así habrá igualdad. Lo demás son cuentos.