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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

12
Nov
2010

Iglesia diocesana

8 comentarios

14 de noviembre, día de la Iglesia diocesana. ¿Es oportuno destacar ese día cuando hay tantos “días de”? Pienso que sí, porque si la Iglesia somos todos, no cabe duda de que nos sentimos más Iglesia cuando conocemos de cerca a otros cristianos, cuando vemos su rostro, cuando sabemos de sus necesidades. Y eso solo puede ocurrir a nivel local. De ahí la importancia de unas parroquias en las que la fe y el amor, junto con la alabanza a Dios, se conviertan en solidaridad para con todos y en testimonio para los no creyentes.

En la diócesis de Valencia, el Arzobispo está presentando por las diversas parroquias un “Itinerario diocesano de renovación”, para los años 2010 al 2014. Es realmente significativo que sea el propio Arzobispo el que asuma esta tarea de presentarlo, pues así puede escuchar más de cerca a los sacerdotes y fieles cristianos. El Prelado ha definido este Itinerario como “un tiempo de renovación, para que juntos tomemos conciencia de nuestra identidad cristiana y del valor de nuestra fe, y así podamos ofrecer a nuestros hermanos el tesoro que llevamos”. Entiendo que estos hermanos a los que ofrecemos nuestro tesoro, nuestra fe, son los no practicantes, los no cristianos y los no creyentes. Un Itinerario de cuatro años puede resultar un poco largo y corre el riesgo de enfriarse a medida que pasa el tiempo. Sería bueno que el plan fuera realista, con metas concretas y un calendario bien definido.

Más allá de las metas y del calendario hay un aspecto que puede relacionarse con la celebración del día de la Iglesia diocesana, pues esa celebración no puede ser un mirarnos a nosotros mismos, un sentirnos satisfechos con lo que somos y tenemos, un motivo de aplauso fácil a los responsables de las distintas actividades de la Iglesia. La Iglesia está en función de los demás, sobre todo de los más pobres y necesitados. Ella está para servir. Celebrar el día de la Iglesia diocesana es recordar su misión de servicio más allá de las fronteras de la propia institución. El Itinerario de renovación de la diócesis de Valencia parece dirigido hacia fuera, al ofrecimiento del tesoro de la fe a los de fuera. Por eso no puede olvidar las implicaciones sociales de la fe, y el compromiso de la Iglesia con los necesitados.

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Isabel.
12 de noviembre de 2010 a las 07:56

Me entusiasma la idea que propones.
Sería bueno que "el plan realista,con metas concretas y un calendario bien definido"...Exacto.Se le podrían dar ideas al Arzobispo y ayudarle a ponerlas en práctica.Tambien pienso que,cuatro años es un tiempo largo,pero,periódicamente,sacrificando nuestro tiempo,vosotros,los predicadores,dar conferencias,charlas,mover a los católicos y voluntarios a visitar pueblos,dar testimonio de vuestra fe a los increyentes y como dices"el compromiso de la Iglesia con los necesitados,compartir.No es fácil escuchar la Palabra con el estómago vacío"La fe sin obras es muerta.¿Seguro que lo que tenemos nos es imprescindible?

lola
12 de noviembre de 2010 a las 09:49

es verdad, siempre me ha sorprendido que hoy como ayer: yo soy de pablo, yo soy de pedro...jeje, nada nuevo bajo el sol...cuando debemos ser universales...
pienso que cualquier miembro de la Iglesia deberia sentirse amado y amar a todos, ¿porque nos perseguimos? algo esta fallando aqui...¿no eramos la reunion de los santos? solo sera en la medida que estemos unidos a la vid, solo asi seremos capazces de liberarnos de nuestro orgullo y egoismo y servir a los otros, que es lo unico que realmente hemos de haCer.

josemaría esteve i pallarés,op
12 de noviembre de 2010 a las 18:27

Por muchas raices del árbol de la iglesia diocesana,corre poca savia.Tampoco es que corra mucha por los centenarios árboles de la ordenes religiosas. El Arzobispo Carlos, en poco tiempo se ha dado cuenta y se ha puesto en movimiento. Conduce personalmente el "Itinerario diocesano de renovación" como un todo terreno.Lo mismo esta presente,enmedio de unos montes que apenas se puede llegar,bendiciendo "una cosa" que dicen es el monasterio de las,os hermanos del cordero,que reunido con presbíteros,visitando enfermos,parroquias,cáritas....

El Arzobispo Carlos, quiere comunidades diocesanas responsables,que hagan presente en medio de una sociedad "buena" pero descreida,la fuerza del Evangelio.
Una Iglesia que busca renovarse y convertirse en la comunidad que Jesús quiso construir.

a fondo
13 de noviembre de 2010 a las 08:51

De acuerdo contigo Martín.

Y será necesario el día de, mientras en las aulas de la Facultatd de Teología no se sienten en sus cursos de licenciatura y doctorado tantos hombres como mujeres, Tantos religiosos como religiosas, tantos laicos como laicas. Hasta que en sus claustros haya tantos profesores ocmo profesoras, catedráticos como catedráticas. Eso tambien es un servicio. No solo la catequesis, de rostro preeminantemente femenino.

No es de recibo que unos realicen tareas consideradas de servicio, y otros- otras sobretodo- tareas serviles mayoritariamente al servicio de los anteriores. Empecemos a barrer y levantar alfombras dentro de casa.¡ Buen itinerario de renovación a fondo a todos y todas!

anuncio
13 de noviembre de 2010 a las 09:39

En anuncio de cáritas parroquial:

..."diariamente acuden a nuestras oficinas MUJERES solicitando trabajo para limpieza de domicilios, escaleras, cuidado y acompañamiento de enfermos y ancianos. Si necesitais estos servicios no dudeis en acercaros a estas oficinas.

Llama la atención que la crisis solo afecte a las mujeres cuando se trata del sector servicios. Hoy en día cuidan, limpian, acompañan tanto hombres como mujeres. Y es que aún queda mucho para la plena normalización en la sociedad y en la Iglesia. Que esta renovación de la Iglesia diocesana actualice y normalice las relaciones intra y extra eclesiales.

Gracias profesor Gelabert por su magisterio

camino
13 de noviembre de 2010 a las 12:41


Muchas gracias padre por recordarnos la importancia de La Fiesta para que no se nos pase un tanto “descafeinada”, procurando más bien vivirla en comunión cómo una familia bien avenida, y responsablemente.

Dice la oración a Jesucristo por la Iglesia Diocesana: “¿Cómo te pagaremos todo el bien que nos haces en tu Iglesia santa y santificadora?.....sigue la oración pidiendo fortaleza y generosidad.”

La Iglesia Diocesana nos enseña tanto!!, nos regala tanto El Señor por medio de ella!! Entre otros dones, nos abre las puertas de la fe en Jesucristo, por Él recibimos el derecho a ser hijos de Dios. Jn. 1,12, o sea nos hace crecer cómo hermanos.
Para este crecimiento N. Pastor el Sr. Arzobispo nos invita a una renovación que pienso hay que vivirla día a día, con lealtad y responsabilidad fijándonos en lo esencial, la caridad fraterna, vivir la palabra de Dios, espíritu sobrenatural, y la vivencia del propio carisma.

Te comento Isabel , que estoy muy de acuerdo contigo. Ya sabes lo que a ti y a mí nos toca cómo orantes.

Bernardo
13 de noviembre de 2010 a las 21:30

Decía el Crisóstomo que la Iglesia tiene nombre de sínodo. Es un caminar juntos para llegar a la meta, el Reino. Si la diocesana lo vive así, será lo que debe ser, de lo contrario no. Aunque yo creo que deberíamos hacer una profunda transformación de la Iglesia diocesana. Lo de las diócesis suena todavía a Constantino, hay que volver a las reuniones perioikías, por las casas. De ahí nacieron las parroquias. Esa es la dimensión más humana de la Iglesia y la única que nos lleva a ser como en el principio.

Calimandroco
13 de noviembre de 2010 a las 22:16

Muchas veces se nos hace la boca agua hablando de la Iglesia Santa, Católica, Apostólica,...incluso hablando de nuestra santa madre la Iglesia. Pero, pongamos los pies en el suelo, la Iglesia la forman las diferentes iglesias repartidas por todo el mundo: iglesias con su idiosincrasia propia, con sus problemas propios. Si cada persona es un mundo, cada iglesia debe ser un universo diferente. En fin, creo que el día de la iglesia diocesana es una buena oportunidad para tomar conciencia de nuestra misión (servicio) dentro de la iglesia particular, de que cada uno somos una pequeña parte de la gran Iglesia, de que nuestra voz y nuestras manos también cuentan.

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